La noche del 9 de febrero, el pequeño pueblo de Xitang, en la provincia de Zhejiang, se preparó para arder junto con el resto del país. Los niños jugaban a todo tipo de actividades para aplacar la impaciencia; los adolescentes corrían por las estrechas calles cargando pesadas bolsas llenas de material altamente inflamable; las señoras, absortas en las cocinas durante horas, apilaban ollas y sartenes; los hombres mataban el tiempo jugando Shuangkou con las cartas o visitando a familiares. Era la víspera del Año Nuevo chino, y la anticipación se sentía en cada rincón.
Veneno de la Serpiente China: Tradición y Desafíos del Año Nuevo 2013
El Año del Dragón, el más venerado de todos los animales del Shēngxiào (zodiaco chino), dio paso al de la Serpiente, conocida como el dragón oculto y astuto. Aunque en tiempos recientes la serpiente ha sido menospreciada en la sabiduría popular, antiguamente estuvo fuertemente ligada al surgimiento de la civilización china. Su simbología es profunda y compleja, reflejando tanto sabiduría como misterio.
Los orígenes míticos: Fu Xi y Nü Wa
Según la rica mitología taoísta, al principio de los tiempos, antes de que la primera dinastía Xià tomara las riendas del incipiente imperio y que el contador de la historia se pusiera a cero, en la bruma de la civilización, una casta de superhombres sentó las bases de lo que sería la China moderna.
Los Tres Augustos y los Cinco Emperadores eran venerables sabios con estatus de semidioses que enseñaron a los habitantes de las llanuras y cuencas del Yangtsé y el Río Amarillo a pescar, hacer fuego, escribir, construir refugios, unirse en matrimonio, sanarse utilizando las herramientas del entorno y regular la embrionaria vida en sociedad.
Dos de los Tres Augustos, Fu Xi y su hermana y esposa Nü Wa, tenían cola de serpiente y cuerpo humanoide. Crearon a la raza humana a partir de muñecos de arcilla, a los que dieron vida con sus poderes divinos, y reinaron sobre ellos durante doscientos años. La serpiente, por tanto, estuvo profundamente ligada a la mitología china, al igual que la serpiente en la tradición cristiana, tentando a Eva a comer el fruto prohibido.
Celebraciones encendidas: las serpientes de fuego
Cuando las manecillas del reloj señalaron la medianoche, serpientes de fuego surcaron los aires. Multitudes humanas se convirtieron en serpientes danzantes, corriendo por las calles, gritando y riendo, mientras lanzaban petardos que estallaban con estruendo. Todo ardía en tonos rojos, naranjas y amarillos, tiñendo el agua de los canales y la nieve que reposaba en los tejados de un escarlata brillante. Los mercados también estallaron en vida y color, reflejando la efervescencia de la festividad.
Durante el Año Nuevo chino, la circulación de dinero aumentaba aproximadamente un 20%, necesario para hacer frente a los faustos y llenar los hongbaos, sobres rojos repletos de dinero que se entregaban como regalo en estas fechas. Las marcas de lujo—relojes, coches, ropa, vinos, zapatos—tradicionalmente incrementaban sus ventas entre un 10% y un 20% respecto a un mes normal. Era una época de abundancia y generosidad, donde el consumo reflejaba tanto tradición como prosperidad.
La resaca económica: inflación y desafíos
Sin embargo, cuando los petardos dejaron de tronar, las estaciones de tren, autobús y aeropuertos regresaron a su estado habitual de caos regulado. Los pasillos de los supermercados dejaron de ser invadidos por productos que se abalanzaban sobre las cestas de la compra, y las avenidas volvieron a llenarse de paraguas, cláxones y luces ámbar. La inflación emergió como una molesta resaca tras la fiesta.
En enero de 2013, los precios habían aumentado un 2% respecto al año anterior, y los alimentos un 2,9%. Esta moderada inflación, a pesar de los efectos nocivos de un invierno inusualmente frío sobre la producción alimenticia, se explicaba en gran medida porque las mediciones del IPC en 2012 estaban distorsionadas por su coincidencia con el Año Nuevo Lunar, fenómeno conocido en jerga económica como «efecto base».
Las entidades reguladoras se mostraban inquietas. Un 2% de inflación en enero, a la espera de los datos que arrojaría el festivo febrero, no era un mal dato en sí mismo. Sin embargo, las previsiones indicaban que la economía se calentaría a medida que los indicadores económicos repuntaran. Se esperaba que en febrero la inflación alcanzara un 2,7%, iniciando una escalada que podría culminar a finales de año rondando el 4%.
Dilemas económicos: crecimiento vs. estabilidad
Algunos analistas económicos defendían la aplicación de restricciones crediticias como medida para aliviar la presión inflacionista, actuando como un antídoto contra los excesos festivos. No obstante, esta era un arma de doble filo, ya que podría frenar el crecimiento de una economía que carecía de estímulos suficientes. La inflación es un desencadenante de tensiones sociales, un riesgo que el gobierno no estaba dispuesto a asumir.
Los dirigentes se enfrentaban a este dilema cada año desde que la economía comenzó a tambalearse por la débil demanda externa y la caída de la inversión, especialmente en el sector inmobiliario. Era el «veneno de la serpiente», una metáfora de los desafíos económicos que seguían a las celebraciones.
Reflexiones finales: tradición y modernidad
El Año de la Serpiente representaba tanto un legado ancestral como un desafío contemporáneo. Mientras que en la antigüedad la serpiente simbolizaba sabiduría y creación, en la modernidad se asociaba con incertidumbre y cautela económica. La dualidad de la serpiente reflejaba la propia esencia de China, un país en constante tensión entre tradición y modernidad, crecimiento y estabilidad.
A pesar de los desafíos, las celebraciones del Año Nuevo continuaban siendo un pilar fundamental en la cultura china, un momento para reunirse en familia, honrar a los antepasados y mirar hacia el futuro con esperanza. La serpiente, con su sabiduría y astucia, seguía siendo un símbolo poderoso, recordando a todos la importancia de adaptarse y perseverar.
Con información del Diario Huffington Post