Muchas de las ideas expuestas en la Torá y en la tradición judía parecen ser modernas, pero en realidad tienen miles de años de antigüedad. A continuación te presento algunas de las ideas que actualmente asumimos como obvias, pero que son parte integral de la milenaria sabiduría judía.
Monoteísmo
El judaísmo introdujo la poderosa idea de que Dios creó el universo y lo dirige. Este fue un gran quiebre de los modelos idólatras que existían antes, en los cuales se creía que un dios enojado o caprichoso gobernaba a su antojo y debía ser tranquilizado, por lo general a través de acciones espantosas como por ejemplo sacrificios humanos.
La Torá, por otro lado, brinda un modelo radicalmente diferente del universo, el cual eleva en lugar de degradar. Enseña que nada es azaroso, que el mundo —al igual que cada uno de nosotros— fue creado con un objetivo.
La vida de cada uno de nosotros tiene un objetivo divinamente seleccionado y es nuestra obligación alcanzar nuestro máximo potencial.
Esta fue una idea sumamente revolucionaria. De pronto, la gente común era considerada sagrada, importante. La Torá explica que todo individuo fue creado betzélem Elokim, a imagen de Dios.
No importa cuales sean las circunstancias en las que nos toque vivir o las capacidades que tengamos, toda vida es sagrada y especial. Todos los elementos que conforman una sociedad civilizada emanan de este principio.
El fin de semana
“Seis días trabajarás y harás todo tu trabajo; el séptimo día es Shabat para Hashem tu Dios; no harás trabajo” (Éxodo 20:8).
No hay nada inherentemente lógico en romper la larga monotonía de los días humanos: la semana de siete días no se encuentra en ninguna parte del mundo natural. Sin embargo hoy, cuatro mil años después de que el judaísmo presentara el concepto de Shabat, la semana de siete días es universal.
La idea judía de Shabat, de dejar de trabajar en uno de cada siete días, ayudó a desarrollar la semana y puso a la sociedad camino a la delineación de una semana de trabajo específica con tiempos periódicos para esparcimiento.
Censo
El censo de Inglaterra de 1086 suele ser citado como el primer censo nacional de la historia, pero 2.400 años antes que eso la Torá registró un censo del pueblo judío (Éxodo 30).
Después de dejar Egipto, Moshé organizó un censo del pueblo judío. Debe haber sido una tarea inmensa, dado que contó 603.550 hombres adultos.
Asilo
En la antigüedad, los judíos debían construir seis ciudades de refugio en ambos lados del Río Jordán, hacia las cuales podían huir las personas que eran acusadas de asesinato no intencional antes de recibir su sentencia (Éxodo 35:6).
En esas ciudades se les garantizaba protección de los parientes de las víctimas y estaban a salvo de quienes querían tomar la justicia en sus manos.
Igualdad ante la ley
En el mundo antiguo, el pueblo judío era el único en proclamar la dignidad de todas las personas: hombres y mujeres, ricos y pobres. Los códigos antiguos de justicia solían contener leyes diferentes para las personas de diferentes clases sociales.
Incluso hoy en día, cuando los abusos de los derechos humanos en todo el mundo se burlan de la justicia imparcial, la Torá continúa siendo una luz guía, insistiendo que todas las personas, independientemente de su posición, deben ser juzgadas de la misma manera:
“No cometerás una perversión de justicia, no favorecerás al pobre y no honrarás a los poderosos; con rectitud juzgarás a tu prójimo” (Levítico 19:15).
Sistema judicial
La Torá contiene uno de los primeros sistemas de Corte Suprema y Tribunal de primera instancia. A medida que la nación judía fue creciendo después del Éxodo de Egipto, a Moshé se le fue haciendo cada vez más difícil arbitrar en cada una de sus disputas.
Itró, el suegro de Moshé, le propuso una novedosa solución: establecer el primer sistema judicial del mundo. Bajo su guía, Moshé estableció cuatro niveles de cortes, desde recintos locales a los cuales podrían dirigirse quienes tuvieran disputas simples, hasta cortes supremas que supervisarían a las inferiores y decidirían los casos más difíciles (Deuteronomio 1:11-15).
Derechos de los animales
El movimiento por los derechos de los animales puede parecer moderno —las leyes de protección de los animales que hay hoy en día comenzaron a ser propuestas por las naciones occidentales a mediados del siglo XIX—, pero tienen antecedentes en el pensamiento judío.
La Torá y el Talmud están llenos de instrucciones detalladas sobre cómo tratar a los animales con amabilidad: se nos prohíbe amordazar a un toro durante la cosecha (esta práctica antigua se hacía para evitar que las bestias comieran de los granos) o enyugar a un animal fuerte con uno débil (porque podría causar una presión indebida sobre el animal más pequeño) (Deuteronomio 25:4).
Cuando recolectamos huevos, la Torá nos ordena que primero alejemos a la madre (Deuteronomio 22:7). El Talmud incluso nos ordena que alimentemos a nuestros animales antes de alimentarnos nosotros mismos.
Rotación de los cultivos
Hoy en día los agricultores saben que para mantener los nutrientes en la tierra, es efectivo rotar los cultivos y dejar periódicamente los campos sin sembrar. En Israel, esta práctica tiene también una poderosa dimensión espiritual.
“Seis años sembrarás tu tierra y reunirás su producto. En el séptimo, la harás cesar y la dejarás yerma; los necesitados de tu pueblo comerán y el sobrante que dejen lo comerá la fiera del campo; así harás con tu viñedo y con tu olivar” (Éxodo 23:10-11).
Esta práctica, que en general continúa siendo respetada por los granjeros israelíes de la actualidad, nos recuerda que es Dios quien realmente controla la tierra y nuestra vida.
Daños monetarios
Cuando la Torá presentó la idea de pagar los daños con dinero en lugar de con la vida, fue una idea revolucionaria.
El código del legislador babilonio Hamurabi (1795-1750 AEC) ordenaba la pena de muerte para la mayoría de los crímenes serios; el Código Draconiano de Atenas (siglo VII AEC) hizo que la pena de muerte fuese la penalidad para todo crimen.
Incluso en la actualidad, algunos países imponen castigos físicos; en Arabia Saudita hay personas que han sido sentenciadas a que les extirpen los ojos; Irán también ha usado el cegado como castigo, sentenciando a un hombre que acechó a una mujer a que le viertan ácido en cada ojo.
Ambas naciones, junto a otros países musulmanes, han usado la amputación de manos y pies como castigo por crímenes.
Por otro lado, la ley judía codificó diferentes categorías de daños monetarios para una gama de crímenes, haciendo que los convictos por robo o negligencia paguen su deuda y regresen a sus vidas normales.
Escuela pública
En el año 64 EC, Rav Yehoshúa Ben Gamla decretó que todo niño judío de seis años en adelante debía asistir a la escuela, tanto si sus padres podían costearlo como si no. Incluso ordenó un máximo de niños por clase; no más de 25 alumnos por maestro.
Las comunidades judías se apuraron para llevar las ideas de Rabí Yehoshúa a la práctica, estableciendo escuelas subsidiadas o gratis en las comunidades judías de todo el mundo. Como hizo notar el filántropo educacional George Hanus:
“Es la primera vez en la historia conocida que un pueblo instituye la educación universal obligatoria sustentada por la comunidad en general… muchos eruditos creen que el modelo de Gamla fue la inspiración para los sistemas de educación pública de occidente moderno”.
Vía » aishlatino.com