La gran fiesta de Acción de Gracias es la perfecta oportunidad de enseñar en casa el valor de la gratitud. Una persona agradecida es alguien quien reconoce que otras personas le ayudan y que no está solo, ni auto suficiente, ni merecedor de favores.
Thanksgiving oportunidad para enseña a tus hijos a ser agradecidos
Es muy sano aprender a dar gracias. Ser agradecido quiere decir sentirte afortunado. Enseña a tus hijos a ver el mundo con ojos de gratitud en las siguientes formas:
El primer regalo que todos tenemos es el privilegio de podernos levantar otro día y simplemente vivir.
Enseña a tus hijos a escuchar su propia respiración, y a tener conciencia de sus propios sentidos (“¿Qué ves con tus ojos? Usa tus oídos y dime qué puedes oír.
¿Verdad que esta fruta está deliciosa?”). Comparte con ellos un momento en el día (puede ser cuando se vayan a dormir) cuando todos se callen y piensen, “¡Estoy vivo! ¡Gracias a Dios!”
Reconocer la bendición de tener una familia
Tú puedes transmitir tu propia alegría de ser mamá o papá e invitar a tus hijos a apreciar a cada miembro de la familia.
Es padre tener hermanos, aunque a veces nos sacan de quicio. Es algo especial contar con primos y tíos, y los abuelos son un tesoro.
Tú puedes enseñar estas actitudes con tu propio ejemplo: si tú valoras y respetas a la familia en tu plática y apartas tiempo para convivir con ellos, tus hijos aprenderán a sentirse afortunados de ser parte de una familia amorosa.
Señalar las buenas acciones
En casa, cuando alguien es generoso y comparte sus cosas, su tiempo o su dinero, reconócelo públicamente. “Hijo, gracias por prestar tu peluche favorito al bebé. ¡Mira qué feliz está!” Oírte dar gracias les enseña a tus hijos que es valioso aportar lo que uno tiene, y se aprecian las acciones generosas.
Identificar la riqueza que ellos tienen
Si pueden dar algo y ser generosos, entonces tienen motivos para sentirse ricos. Eso no tiene nada que ver con las cosas materiales. Una persona generosa da de la abundancia de su corazón, para enriquecer a los demás.
Por lo tanto, es afortunado porque puede aportar algo que los demás necesitan. Si tu hijo es generoso, además de merecer la gratitud de otros, debe sentirse agradecido porque tiene mucho que dar.
Fijarse en lo que hacen todos por ayudar. En casa, haz hábito de notar los esfuerzos cotidianos que nos hacen posible la vida familiar. “Gracias, mamá, por hacer la cena. Gracias, hermano, por tender tu cama. Gracias, papá, por sacar la basura.”
La gratitud consiste en fijarse en los detalles que crean un ambiente colaborativo en el hogar, y nombrarlos con aprecio, ya que esta colaboración nos proporciona riqueza. La familia que agradece el esfuerzo de todos disfrutará juntos los resultados…
Enseñar el vocabulario de la gratitud
Haz el recordatorio,“Hijo, ¿cómo se dice?” cuando se le sirve la comida, o alguien le ayuda a recoger la chamarra que se le cayó, o tú misma le traes una golosina de la tienda.
Los niños no nacen sabiendo decir “gracias”. Es un hábito que hay que practicar para aprenderse.
Insiste en este hábito de cortesía en todas partes, para que tus hijos tengan la costumbre de siempre decir “gracias” cuando alguien les ayude o les obsequie algo.
Dar gracias por la comida
Si son creyentes en Dios en tu casa, hagan la costumbre de dar gracias antes de comer. Es una forma de reconocer la bendición de tener lo suficiente para alimentarse, y una manera de respetar a las personas que se esforzaron por poner esta comida en la mesa.
Poder sentarse en familia a comer juntos todos los días es un privilegio que se debe gozar conscientemente, dando gracias.
Compartir con los menos afortunados
El otro lado de la moneda de la gratitud es compartir lo que tienes. Bajo tu liderazgo, tu familia puede buscar una forma de ayudar a personas necesitadas en tu comunidad.
Solidarizarse con otros que benefician de la aportación de tu familia enseña a tus hijos a llevar la gratitud a otro nivel: son muy afortunados de poder ayudar a otros, quienes también se lo agradecerán.
Celebrar las bendiciones
En la vida familiar, hay muchas ocasiones para celebrar: las bodas, los bautizos, las graduaciones, los cumpleaños, etc. Cada una de estas festividades es motivo de dar gracias y de reconocer lo afortunados que somos.
Con tu ejemplo, tus hijos aprenderán a disfrutar la vida buscando siempre el motivo de sentirse agradecidos.