El célebre psiquiatra suizo contó en sus memorias cómo soñó con la catástrofe. Veía mares de sangre que atravesaban el continente europeo y miles de muertos. Jung pensaba que estaba sufriendo un tipo de desorden psíquico.
Sueños de Carl Jung que profetizaron la Primera Guerra Mundial
El suizo Carl Jung (nacido en 1875) ha sido una de las personas más influyentes en la psiquiatría mundial.
Discípulo de Sigmund Freud, se fue distanciando de su maestro al plantear unas explicaciones a los sueños, las neurosis y los complejos que según Freud, estaban más cerca de la magia y la brujería que de las teorías en boga (las represiones sexuales).
Jung era un gran interpretador de sueños
Escuchaba a sus pacientes y a través de ellos destapaba sus neurosis: pensaba que el sueño era la forma en que el inconsciente se comunicaba con la parte consciente del ser humano, enviando mensajes simbólicos.
Pero Jung también atravesaba periódicamente por visiones poderosas, incluso en estado de vigilia, algunas de ellas autoprovocadas.
En su célebre libro autobiográfico Recuerdos, sueños pensamientos, Jung llega a explicar cómo entre 1913 y 1914 fue asaltado por terribles visiones de mares de sangre que inundaban Europa, por montañas de cadáveres y de desolación.
Jung pensaba que estaba atravesando un desorden psíquico.
Este es el extracto de su libro de memorias que se refiere a esas visiones
En octubre [1913], mientras estaba solo en un viaje, de repente me sobrevino una visión sobrecogedora: vi una inundación monstruosa que cubría todas las tierras entre el Mar del Norte y los Alpes.
Cuando se acercó a Suiza vi que las montañas crecían más y más alto para proteger a nuestro país. Me di cuenta de que una catástrofe espantosa estaba en marcha. Vi las poderosas olas amarillas, los escombros flotantes de la civilización, y los cuerpos ahogados de incontables miles de personas.
Entonces todo el mar se convirtió en sangre. Esta visión duró aproximadamente una hora. Yo estaba perplejo y con náuseas, y avergonzado de mi debilidad.
Pasaron dos semanas y entonces la visión se repitió en las mismas condiciones, incluso con mayor intensidad que antes, y con más énfasis en la sangre. Una voz interior me habló. ‘Míralo, es totalmente real y será así. No lo puedes dudar’.
Ese invierno alguien me preguntó si lo que yo veía no eran sino las perspectivas políticas del mundo en un futuro próximo. Yo contesté que no tenía ningún pensamiento sobre el asunto, pero que vi ríos de sangre.
Me pregunté a mí mismo si estas visiones apuntaban a una revolución, pero realmente no podía imaginar nada por el estilo. Y por eso llegué a la conclusión de que tenían que ver conmigo mismo, y decidí que estaba amenazado por una psicosis. La idea de la guerra no se me ocurrió para nada.
Poco después, en la primavera y principios del verano de 1914, tuve un sueño tres veces repetido de que en el medio del verano una ola de frío ártico descendía y la tierra se congelaba por el hielo.
Vi, por ejemplo, el conjunto de Lorena y sus canales helados y la región entera totalmente abandonada por los seres humanos. Todas las cosas verdes que vivían fueron aniquiladas por las heladas. Este sueño sucedió en abril y mayo, y por última vez en junio de 1914.
En el tercer sueño, un frío espantoso había descendido de nuevo desde fuera del cosmos. Este sueño, sin embargo, tuvo un final inesperado.
Allí estaba un árbol repleto de hojas, pero sin fruto (mi árbol de la vida , pensé); las hojas habían sido transformadas por los efectos de las heladas en uvas dulces llenas de jugos curativos. Arranqué las uvas y se las di a una gran multitud que esperaba…
… El 1 de agosto, estalló la guerra mundial».
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