La preocupación es una emoción que puede ser útil cuando nos motiva a tomar acción y a resolver un problema. Pero por lo general esto no ocurre. La preocupación se vuelve un serio problema cuando a menudo estás pensando que algo malo va a ocurrir.
Terapia de la lluvia para alejar a la preocupación
Este tipo de pensamiento puede chupar toda tu energía emocional, elevar dramáticamente los niveles de ansiedad, e interferir en la vida diaria.
No es fácil deshacerse de la preocupación. ¿Por qué?…
Porque puedes creer erróneamente que la preocupación evita que te pasen cosas malas, que te previene problemas, que te prepara para lo peor, o te conduce a soluciones. Y esto no es así.
Es muy difícil combatir la preocupación si tienes la creencia de que preocupándote te estás protegiendo. La realidad es que la preocupación alimenta la ansiedad.
Una vez que te das cuenta que preocuparte es un problema, y no una solución, podrás recuperar el control de tu mente preocupada.
Terapia de la lluvia
Una forma sencilla que podría alejar a la preocupación, es la que yo llamo “Terapia de la lluvia”, y es la siguiente:
Cuando una preocupación aparece en tu mente, no luches contra ella para que desaparezca. Simplemente obsérvala, y luego visualiza que empieza a llover, cada vez más, y esa lluvia se va llevando esa preocupación lejos, hasta que desaparece de tu vista. La mente es poderosa, úsala a tu favor.
Si esto no funciona, no ignores a esa preocupación, dile que espere hasta más tarde para volver a aparecer; ponte entonces un horario para “preocuparte”.
Por ejemplo de las 2 hasta las 2 y 15 de la tarde. “Dile” a esa “preocupación” que la atenderás a esa hora. Durante ese periodo de tiempo te dedicarás a preocuparte, pero el resto del día será libre de preocupaciones.
Posponer las preocupaciones es eficaz porque rompe el hábito de concentrarse en ellas en el momento presente. Y así dejarán poco a poco de dominarte.
En vez de preocuparte, ocúpate
Otra cosa que puedes hacer es sustituir la preocupación por “ocupación”. En vez de preocuparte, ocúpate. Ponte a hacer cosas que has estado postergando, desde lo más sencillo, como ordenar tu clóset antes de fin de mes, hasta mejorar tu currículo para pedir un empleo que te interesa desde hace tiempo, etc. etc.
Las investigaciones muestran que mientras estamos ocupados, nos sentimos temporalmente menos ansiosos. Estar dándole vueltas al problema en la cabeza nos distrae y nos hace sentir como si estuviéramos logrando algo.
Al preocuparnos estamos creando los peores escenarios, las más terribles situaciones, y no importa la cantidad de tiempo que dediquemos a esto. La realidad es que la preocupación nunca nos preparará a enfrentarlos en caso de que realmente sucedan.
Aceptando la incertidumbre
Otra forma de derrotar la preocupación es aceptando la incertidumbre de la vida. La vida es impredecible; nunca sabremos cien por ciento lo que va a suceder.
La incapacidad para tolerar la incertidumbre juega un papel muy importante en la preocupación. Los que siempre se están preocupando por todo, no pueden soportar la incertidumbre.
Necesitan saber con certeza lo que va a suceder. La preocupación es vista como una forma de predecir lo que el futuro tiene reservado; es una forma de evitar sorpresas desagradables y controlar el resultado. Pero esto no funciona así.
Pensando en todas las cosas que podrían salir mal no hace que la vida sea más predecible. Puedes sentirte más segura cuando estás preocupada, pero esto es sólo una ilusión. Centrándose en los peores escenarios no evitarás que sucedan cosas malas.
Sólo te impide disfrutar de las cosas buenas que tiene el presente. Así que si quieres dejar de preocuparte, comienza por eliminar la necesidad de seguridad y de respuestas certeras, y vive el AQUÍ y AHORA.
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