Enero es una palabra de origen romano. Proviene de Ianuaris, que es como se conocía entonces al primer mes del calendario, y debe su nombre a estar consagrado a Jano, dios de las entradas y las salidas, representado por una cabeza con dos rostros que miran en direcciones opuestas.
Templo de Jano — Mezquita Catedral de Córdoba
En la antigua Roma, su figura era colocada sobre las puertas de los edificios, y durante el solsticio de invierno –día más corto del año que da comienzo al invierno– se utilizaba para representar el umbral entre ambos períodos: una de sus caras miraba al año viejo y la otra al año nuevo.
Sus rostros también aludían a los dos solsticios, el de invierno y el de verano, que para los romanos eran las puertas que el Sol atravesaba cada año: al invernal lo llamaban janua coeli o puerta del cielo, mientras que al estival lo denominaban janua inferni o puerta del infierno.
Numerosos historiadores sostienen que en el mismo terreno donde hoy se alza nuestra Mezquita-Catedral, mucho tiempo antes de que Abderramán I levantara su espléndido edificio, los romanos construyeron un templo dedicado al dios Jano.
Esta teoría se apoya, en primer lugar, en la aparición en el entorno del monumento de una pequeña figura de esta deidad romana, que a día de hoy se conserva en el Museo Arqueológico.
En segundo lugar, en la reutilización durante las primeras fases de construcción del edificio de una serie de materiales romanos –fustes, basas y capiteles– que no se sabe de dónde los tomaron.
Y por último, el descubrimiento en el siglo XVI de una serie de milarios –mojones kilométricos romanos– en el Patio de los Naranjos, donde la distancia se indicaba tomando como punto de referencia el Jano Augusto, aludiendo así al supuesto templo.
Mezquita-Catedral
Aunque no faltan investigadores que rebaten estos argumentos con mayor o menor fortuna, al encontrarse la Mezquita-Catedral tan cerca de donde se abría la puerta Sur de la ciudad –dada la relación de Jano con las puertas–, no podemos descartar que dicho inquilino del panteón romano contara precisamente aquí con su propio santuario.
Ni que desde entonces, cordobeses de todas las épocas hayan acudido de forma ininterrumpida a este mismo lugar a elevar sus plegarias, dirigiéndolas cada uno a un dios distinto según la creencia dominante en cada momento.
Prueba de este sincretismo es que el simbolismo de Jano fue recuperado por la religión cristiana a través de la tradición de los dos Juanes, el Evangelista y el Bautista, cuyas festividades se celebran el 27 de diciembre y el 24 de junio respectivamente, muy cerca de los solsticios de invierno y verano –21 de diciembre y 21 de junio–. Ya ve que nada es casualidad.
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Autor: José Manuel Morales vía Diario de Córdoba
Escritor y director de «Córdoba Misteriosa»