Las decisiones que tomamos y las acciones que emprendemos tienen consecuencias que a menudo son invisibles para nosotros mismos, pero claras para los demás. En el budismo, este concepto se conoce como karma. Al desglosar las leyes budistas, podemos comenzar a entender cómo nuestras elecciones y comportamientos dan forma a nuestro karma y en última instancia, a nuestro destino.
Al nacer, todos tenemos algún tipo de karma, ¿lo sabías? El mes de nuestro nacimiento tiene un efecto específico sobre esta energía, que se define como una fuerza del universo que vuelve a nosotros en función de nuestro comportamiento.
Desde una perspectiva energética, padecer una infidelidad, en cualquier lado de la relación, puede deberse a que se paga una deuda kármica. Es decir, se engañó porque se necesitaba completar el ciclo con esa persona para compensar algo similar que hicimos en el pasado, según explicó la psíquica Deborah Graham a Vice.
Reencarnamos en una un grupo de familias por afinidad, porque todos los que están allí experimentaran aprendizajes importantes para su evolución espiritual. Haciéndose espejo los unos de los otros en actitudes y comportamientos, actuandolos de formas diferentes pero en esencia con la misma carga energética emocional.
La maternidad es una fuerza poderosa que va más allá de dar vida; abraza la esencia de quiénes somos. Un viaje de descubrimiento, explorando como la energía materna influye en nuestras raíces kármicas y cómo, a través de la sanación y el entendimiento, podemos cerrar ciclos y cultivar relaciones más profundas y significativas.
En este post te explicaré la Ley del Karma o Ley de Causa y Efecto de una forma sencilla y fácil de entender, y también te diré cómo enfocar esta ley en tu lucha contra el cáncer.
