Lamparas de la Menorá
La menorá es uno de los símbolos más antiguos del judaísmo. Sus orígenes se remontan a los días del éxodo de Egipto cuando los judíos deambulaban por el desierto del Sinaí. De acuerdo al Antiguo Testamento.
El judaísmo, una fe milenaria que combina espiritualidad y tradición, ofrece un enriquecedor camino hacia la autoexploración y la conexión divina. A través de sus prácticas y enseñanzas, esta religión pionera brinda herramientas para una vida plena, basada en la ética, la justicia y el amor al prójimo.
La menorá es uno de los símbolos más antiguos del judaísmo. Sus orígenes se remontan a los días del éxodo de Egipto cuando los judíos deambulaban por el desierto del Sinaí. De acuerdo al Antiguo Testamento.
Esta profecía tiene cerca de 2.500 años de antigüedad y el renacimiento de un río en los tiempos bíblicos que no fue abordado por los estudiosos. En Números 13:21, la región de Zin marcaba el límite del territorio de Israel. Aquí es donde los 12 espías fueron enviados por Moisés a reconocer la tierra de Canaán.
La primera luna de sangre se produjo en Pésaj (la Pascua) de 2014, la próxima, éste 8 de octubre coincidirá con la festividad de Sucot 2014, luego de nuevo en Pésaj (La Pascua) de 2015 y luego de nuevo en Sucot 2015. Esto ha ocurrido sólo ocho veces en toda la historia. ¡Y aún hay más!
En Israel, en el mundo de las escuelas para niñas y adolescentes, está muy difundido el concepto de malkat ha-kitá, la reina de la clase. A menudo, la reina de la clase es una alumna rubia y de ojos celestes, la hija de alguien acaudalado o de alguien con mucha influencia en la comunidad, y a quien le encanta divertirse a costa de los demás.
Mark Biltz, es un teólogo, pastor y estudioso de las profecías, él cree que hay señales claras en los cielos y en la Tierra que indican que la gran tribulación se iniciará en 2015. Para él, la aparición de la primera luna de sangre en la pasada Pascua de este año, marcó el inicio del proceso.
Fue Jacob, hijo de Itzjak y Rifká (Génesis 25:21-26) el elegido por el Eterno, desde el vientre de su madre, para ser columna fundamental en la historia profética del Pueblo de Israel. Tras muchas adversidades, guiado por la mano del Omnipotente, Jacob lucha con el Enviado y su nombre es cambiado a Israel (léase Génesis 32 versículos 24 al 30).