El Día de los Muertos es una tradición mexicana que celebra la vida y el recuerdo de los seres queridos que han fallecido. Con altares coloridos, calaveras de azúcar y festividades vibrantes, es un homenaje único lleno de amor y respeto.
El Día de los Muertos es una de las celebraciones más emblemáticas de México. No es solo un día para recordar a los que han partido, sino una fiesta donde la cultura, tradición y emoción se entrelazan en una gran cantidad de colores, olores y sabores. Detrás de cada altar hay historias, recuerdos y un profundo significado que se extiende más allá de la muerte.
El calendario nos señala la llegada de noviembre con dos días cargados de simbolismo: el Día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos. Pero en la vorágine digital del siglo XXI, ¿cuántos de nosotros realmente comprendemos la importancia de estas fechas? Este artículo busca descubrir ese significado olvidado.
Elaborar una ofrenda para nuestros seres queridos fallecidos es una de las costumbres más populares y exquisitas del Día de los Muertos. Descubre qué componentes son imprescindibles y qué significan.
La celebración del Día de Muertos es principalmente una fiesta católica, afirma Elsa Malvido, investigadora y profesora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), porque se basa en el sincretismo de prehispánicos y españoles.
U Hanal Palal, o los niños muertos, se honra el 31 de octubre. U Hanal Nucuch, también conocido como el Día de los Adultos Muertos, se celebra el 1 de noviembre. El 2 de noviembre, también conocido como U Hanal Pixancoob o Misa de Pixán, se celebra una misa en recuerdo de los difuntos.
La mesa fue elaborada por los mayas durante el periodo de evangelización de la colonia con ramas de la planta X’colonché, y los cuatro tenedores fueron hechos de la madera del árbol kivis (no usaban clavos, pues pensaban que los difuntos se lastimarían y no querrían acercarse a la mesa si esta tenía clavos o alambres).
