Quitarse la vida se considera moralmente inadecuado y contrario a la ley judía. Si bien no podemos condenar de forma personal a aquellos que en medio de un dolor y sufrimiento insoportable se quitan la vida, tampoco podemos alentar, aprobar ni participar en la ejecución de semejante acto. (1)
Suicidio según la perspectiva judía
La preservación de la vida siempre fue considerada un valor cardinal del judaísmo. La Torá fue entregada al ser humano «para que viva».
La necesidad primordial de salvar la vida (pikúaj néfesh) supera virtualmente a todos los mandamientos de la Torá, con excepción de las prohibiciones de idolatría, las transgresiones sexuales y el asesinato.
Debido a que los seres humanos fueron creados a imagen de lo Divino, se considera que cada vida tiene un valor infinito sin importar su duración ni su calidad. Como entienden todos los matemáticos, lo infinito no puede partirse por la mitad.
Cuando una vida se considera menos valiosa que otras, entonces la vida en general pasa de ser infinita a ser relativa y las vidas de todos se degrada y menosprecia.
Pero la retórica contemporánea ha cambiado
En una época de veloz desarrollo tecnológico, mayor longevidad y recursos limitados, la «muerte con dignidad» es un eslogan que tiene considerable atractivo y justifica desconectar los respiradores de los pacientes en coma o permitir que se mueran por falta de nutrición.
Últimamente también se comenzaron a alentar los «suicidios voluntarios» al estilo de Derek Humphrey y Jack Kevorkian. Este articulo explorará los parámetros de la ley judía en relación a este tema.
«Muerte con dignidad»
Sin embargo, antes de ir a las fuentes, es necesario señalar algo importante. La consigna del movimiento «muerte con dignidad» es autonomía o autodeterminación. Todo muy lindo.
Pero lo que los proponentes de la autonomía no entienden (o todavía más inquietante, lo que entienden y no expresan), es que a medida que las opciones que antes eran indescriptibles se vuelven ampliamente disponibles, existe una tremenda presión social para que se las lleve a cabo.
Suicidios asistidos
Si los suicidios asistidos son legalizados y se vuelven socialmente aceptables, fácilmente podemos visualizar escenarios en los que personas que realmente desean dar una oportunidad y alentar la vida optarán en cambio por la muerte, por considerar que sus vidas no tienen valor, no son productivas y son una carga para sus familias.
Sutil o explícitamente, el consenso general empujará a la gente en direcciones que por sus propios medios hubieran quedado fuera de su alcance. (2) Lo que comienza como un «derecho a morir» muy pronto se convierte en una obligación. (3)
En vez de dar realce a la autonomía y el respeto a uno mismo, el enfoque Derek Humphrey-Kevorvian logra precisamente lo opuesto: en última instancia, degradan la santidad del individuo y el significado de su existencia.
El judaísmo, que valora y aprecia la vida, procede ineludiblemente desde la premisa opuesta, como lo indican las siguientes fuentes judaicas.
Equivalente al asesinato
El judaísmo considera que quitarse la vida es aborrecible y equivalente a un asesinato. «Quien intencionalmente se quita la vida no tiene parte en el Mundo Venidero».
Incluso no se observan los rituales de duelo de shivá, y esas personas no son enterradas cerca de otros judíos (aunque sí los entierran dentro de un cementerio judío).
En la práctica, por lo general asumimos que la mayoría de los suicidios son el resultado de insoportable estrés, dolor o depresión, y no caen dentro de la categoría de un acto voluntario y premeditado que está sujeto a estas sanciones.
De todos modos, el reconocimiento de una categoría similar a la «locura temporal» de ninguna manera sanciona de forma normativa la comisión del acto.
Depósito sagrado
La vida se considera un depósito sagrado que Dios colocó en nuestras manos y sólo Él nos lo puede quitar. De hecho, contrariamente a gran parte de la retórica del discurso moral y político contemporáneo que enfatiza la autonomía y el control sobre la propia vida, el judaísmo nos enseña que nuestro cuerpo no nos pertenece, sino que nos fue entregado a modo de consignación. Como el recipiente del alma, debe ser cuidado y protegido.
Están prohibidas aquellas actividades que implican un peligro imprudente (por ejemplo bungee jumping o puenting, y quizás también fumar cigarrillos). Está prohibido auto-mutilarse.
En un ensayo fascinante, Rav Shlomo Zevind mostró que de acuerdo con la ley judía, el acuerdo de Antonio de darle a Shylock «una libra de carne» sería nulo y no tendría efecto porque el cuerpo de Antonio no le pertenece para que pueda regalarlo.
Obviamente que hay ocasiones en las que es necesario administrar un tratamiento agresivo para prolongar la vida e incluso se lo puede llegar a suspender. Permitir que ocurra el proceso natural de la muerte al suspender el tratamiento está muy lejos del hecho de poner fin activamente a la vida.
Incluso ignorando el hecho de que las personas pueden cambiar de opinión en un punto cuando el proceso ya sea irreversible, el deseo del paciente simplemente es irrelevante. Matarse a uno mismo no se considera dentro del ámbito legítimo de la autonomía personal.
Es lógico pensar que es inmoral ayudar, posibilitar o facilitar que alguien cometa un acto que es inmoral.
Excepciones terapéuticas
Lo anterior no necesariamente compromete al judaísmo a una posición de «vida a toda costa». Hay una serie de situaciones en las que, ante un sufrimiento grave, se pueden tomar medidas que acelerarán o podrían acelerar la muerte.
- En primer lugar, se pueden administrar analgésicos como la morfina, a pesar del riesgo de que pueda inducir a un paro cardíaco, siempre que la dosis no sea definitivamente letal y que no se la administre con el propósito de terminar la vida.
- Segundo, un paciente puede someterse a un procedimiento peligroso, que pone en riesgo su vida, si cuenta con una leve esperanza de cura, aunque no es obligatorio hacerlo.
- Tercero, la ley judía permite rezar pidiendo que Dios libere a la persona de su dolor y miseria.
- Cuarto, bajo circunstancias estrictamente definidas, se puede suspender un tratamiento de soporte vital (o que prolongue la muerte), como quimioterapia o antibióticos y se puede firmar un permiso de no reanimar (ONR).(4) Sin embargo, como señalamos antes, todo esto está muy lejos del hecho de terminar con la vida de forma activa.
La enfermedad mental y la depresión severa
Si bien el suicidio intencional es un pecado grave y, por lo tanto, está prohibido ayudar o permitir que alguien se quite la vida, quienes se suicidan debido a una depresión severa u otros trastornos psiquiátricos no son moralmente responsables de sus acciones.
Tampoco lo son los menores (Ver Aruj HaShulján Ioré Deá 345:5; Birkei Iosef Ioré Deá 345:2 y Nishmat Abraham II, capítulo 345).
De hecho, en la práctica incluso ante la ausencia de un diagnóstico claro de enfermedad mental, la ley judía a menudo presume que había presente esta clase de enfermedad y otorga a la víctima todos los honores del entierro.
Por otro lado, los suicidios narcisistas y egoístas con el propósito especifico de humillar e infligir dolor, no califican dentro de esta excepción de la enfermedad mental, colocando a quienes los practiquen dentro de la regla general. En todos los casos, se debe consultar con una autoridad rabínica.
El precedente de Saúl
Al final del Libro de Samuel I leemos que al perder la guerra el Rey Saúl se quitó la vida (cayó sobre su espada) cuando su escudero se negó a matarlo.(5) La interpretación exacta del precedente de Saúl es motivo de considerable controversia.
Algunas autoridades rabínicas simplemente declaran que la acción de Saúl fue incorrecta de acuerdo con la ley judía y que no representa una posición normativa ni aceptable.
Otros consideran que Saúl, como líder de las fuerzas judías asediadas, sintió que si los filisteos lo capturaban vivo, la tortura y la humillación pública a la cual lo someterían tendrían un impacto devastador sobre la moral de combate del pueblo. En consecuencia, se quitó la vida para proteger el esfuerzo bélico.
Sin embargo, otra interpretación considera que Saúl temía que como resultado de la tortura de los filisteos, pudiera llegar a verse obligado a hacer idolatría.
Dado que un judío en verdad debe estar dispuesto a dar la vida antes que someterse a la idolatría o renunciar al judaísmo, se considera que la persona incluso puede llegar a cometer suicidio para evitar el mal mayor de la apostasía o la conversión.
No justifican el suicidio
Bajo todas estas interpretaciones, sólo el dolor y el sufrimiento, sin importar cuán severos sean, no justifican el suicidio. El judaísmo no respalda el «asesinato por piedad» en forma de eutanasia ni de suicidio.
No hace falta decir que esto impone una gran responsabilidad a la profesión médica y a la sociedad en su conjunto para proporcionar de forma adecuada alivio al dolor severo, un aspecto de la medicina que fue un poco ignorado durante muchos años.
Incluso en los momentos más oscuros de nuestra existencia (el Holocausto), el suicidio era raro.
Afirmar la vida
El camino judío siempre fue afirmar la vida, buscar la chispa de esperanza dentro de la más profunda oscuridad, y si bien nadie puede atreverse a juzgar y condenar personalmente a quienes no pudieron soportar las terribles vicisitudes de la vida, tampoco podemos condonar ni alentar lo que se considera una profanación y un sacrilegio de lo Divino.
Cuando los romanos quemaron en la hoguera al gran sabio talmúdico Rabí Janania Ben Tradión por el «crimen» de enseñar Torá y sufría un dolor insoportable, sus estudiantes lo alentaron a abrir la boca para permitir que entraran las llamas y morir más rápido. El les respondió: «Que Quien me dio la vida me la quite».
Nuestra tarea es explorar el potencial redentor de la existencia: nutrir, amar, alentar, fortalecer, brindar esperanzas. Sin embargo, teniendo consciencia de nuestras limitaciones, no debemos invadir el campo exclusivo de lo Divino.
«Dios mío, el alma que me has dado es pura. Tú la has creado, Tú la has formado, la insuflaste dentro de mí, la conservas en mí y en el futuro me la quitarás y algún día me la devolverás» (Plegaria diaria, el énfasis fue agregado).(6)
Rav Dr. Itzjak Breitowitz via aishlatino.com
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NOTAS
1. Prestar atención que a pesar de que las fuentes de este artículo se basan en textos de halajá, el judaísmo considera que la proscripción contra el suicidio se aplica de forma universal. Estas leyes forman parte del Código Noájico, aplicable tanto a judíos como a no judíos. Todos los seres humanos son creados a imagen de Dios y toda vida humana debe ser reverenciada, respetada y santificada. regresar ↑
2. De hecho, hace varios años el ex Gobernador de Colorado, Richard Lamm, expresó abiertamente la opinión de que cuando las personas llegan a una etapa en la que son sólo un drenaje para la sociedad y consumen más de lo que producen, deberían «caminar hacia la puesta del sol». Qué fácil es pasar de una postura que proclama la «muerte con dignidad» a una que considera que el valor de la vida humana no es mayor que su contribución al producto interno bruto. regresar ↑
3. Hubo varios casos en los que tanto el paciente como su familia querían que se aplicaran medidas agresivas para prolongar la vida y los médicos fueron a los tribunales para que se suspendieran esos tratamientos. Esto está muy lejos de ser la autodeterminación a la que supuestamente adhieren los defensores del «derecho a morir». regresar ↑
4. De acuerdo con la mayoría de las autoridades halájicas (pero no con todas), esta dispensa no abarca el hecho de no brindar nutrición, agua u oxígeno, en forma contraria al estado actual de la ley de los Estados Unidos. regresar ↑
5. Debemos mencionar otros dos casos de suicidio registrados en el Tanaj. En Jueces 16:29, Sansón declaró: «Perezca mi alma con los filisteos», al derribar las columnas que soportaban el templo. Su muerte tuvo lugar en el contexto de vencer al enemigo y es análoga a la de un soldado que da su vida luchando para defender a su país, claramente no un suicidio en los términos que se lo entiende normalmente. La segunda instancia la encontramos en Samuel II. Ajitofel se puso del lado de Abshalom en contra de David, y al descubrir que la rebelión había fracasado, se suicida. En la narrativa bíblica, Ajitofel ocupa claramente el rol del villano y su comportamiento no puede considerarse normativo. De hecho, el Talmud en Sanedrín 90b dice que Ajitofel no tiene parte en el Mundo Venidero. regresar ↑
6. Otras instancias en las que hay registros de suicidios:
- El Talmud de Babilonia, en Guitin 57b registra que un grupo de niños judíos capturados por los romanos durante la conquista de Jerusalem, saltaron de un barco y se ahogaron. El Talmud los elogia por su acto como santos. El contexto del pasaje indica que los niños iban a ser sujetos a abuso sexual (incluyendo actividad homosexual). Dado que las ofensas sexuales son reconocidas entre las razones por las que un judío debe estar dispuesto a dar la vida, este incidente cae dentro de la rúbrica de «persecución religiosa». Cuentan que ocurrieron incidentes similares durante el Holocausto con alumnas de Beit Iaakov. Sin embargo, la veracidad de estos relatos fue cuestionada.
- Durante las Cruzadas, varias comunidades judías cometieron suicidios masivos antes que ser capturadas por las tropas cristianas. La más famosa de estas historias fue el suicidio de 500 judíos en York durante la Tercera Cruzada en 1189. También aquí, el racional fue evitar la conversión forzada al cristianismo debido a la incapacidad de soportar la tortura. De hecho, algunas autoridades no sólo absuelven el suicidio sino también el asesinato de los niños. Otros encuentran que esta práctica es absolutamente aborrecible y pecaminosa. Ver Daat Zekenim, Génesis 9:5
- Es famosa la historia de Masada, donde un grupo liderado por Elazar ben Iair, al comprender que su situación era desesperada, se quitó la vida en vez de entregarse a manos de los romanos. En la medida que el suicidio fue «político», es decir que era mejor estar muerto antes que rendirse, que es la forma en que la historia se interpreta por lo general, entonces el suicidio se considera halájicamente inadecuado. Si lo hicieron para evitar la apostasía religiosa forzosa, el acto tendría una sanción halájica basado en el precedente de Saúl. Al no saber si hubo autoridades halájicas que les aconsejaran seguir ese camino o de las deliberaciones reales que tuvieron lugar dentro de la fortaleza, no podemos estar seguros de cuáles fueron las razones. regresar ↑