Basta con una simple búsqueda en YouTube o con entrar en una librería y ver la cantidad de coachers, y nuevas corrientes de psicología, para darse cuenta que el tema de la felicidad se hace cada vez más frecuente.
¿Qué es el síndrome del emperador?
Tanto así, que muchos autores creen que vivimos en la época de la «dictadura» de felicidad. Es decir, el que no es feliz, es un caso raro.
Sin embargo, paradójico a esta realidad, aumentan desproporcionadamente los casos de depresión. Los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que, de 2005 a 2015, crecieron en un 18% los casos de depresión a nivel mundial.
Se calcula que más de 300 millones de personas están diagnosticadas clínicamente con esta enfermedad, segunda causa actual de mortalidad.
En síntesis, cada vez menos personas saben cómo vivir para ser felices. Esta situación llevó a que algunos psicólogos hablen de un nuevo fenómeno llamado “síndrome del emperador”.
¿Cuáles son los síntomas en niños y padres?
Los niños que se “creen emperadores”, dicen los psicólogos, son el resultado de padres neuróticos.
Ellos dicen: «No me importa el mundo, pero mi hijo sí será feliz. Haré todo lo necesario para que así sea». La intención es positiva, pero el modo y las consecuencias son funestas: no saben educar a sus hijos para que sean felices y tratan de reemplazar el esfuerzo que ellos deben hacer para lograrlo.
Los padres hacen lo necesario para que el hijo no sufra, no tenga problemas ni dificultades. No desean que afronten situaciones que les generen frustraciones, buscan siempre que sean victoriosos, y están dispuestos a enfrentarse a quien se interponga en ese camino.
Hace pocos años, la directora de un colegio en el que trabajaba, me comentaba sobre, cómo tuvo que crear un área nueva, con abogados, para enfrentarse a esos papás que reclamaban por el tiempo que se tomaba el hijo en la cola de la cafetería, alegando que no podían aprovechar bien su recreo.
¿Qué problemas genera esto?
Los hijos crecen, y cuando llegan a su adolescencia, y tienen que empezar a enfrentarse a la vida (si es que lo hacen en la adolescencia, pues hay algunos papás que sostienen esa “burbujita de cristal” a veces, incluso, terminando la universidad), se convierten en seres incapaces de hacer algo por sí mismos.
En la adolescencia se desarrolla — esto es algo científico — el lóbulo frontal del cerebro, que se encarga de la toma de conciencia de la responsabilidad. Sin embargo, estos “niños” no lo desarrollan de forma correcta.
No tienen la capacidad de tomar decisiones por sí mismos
Lo más problemático es que ellos saben que sí tienen las destrezas para hacerlo, pero se sienten incapaces de asumir sus vidas, ¿qué hacen? Se refugian en las drogas, alcohol, y el sexo sin reglas.
Los padres tienen que aprender a educar a sus hijos según la edad que tienen. Cuando son muy chiquitos, no los van a enfrentar solos al mundo, pero con el tiempo, tienen que formarlos para lograr vivir de modo autónomo y responsable.
Permitámosle a nuestros hijos elegir un camino de autorrealización, un sendero que les permita ser realmente felices.
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Pablo Perazzo | catholic-link.com