¿Sufres de lo que el Rav Dr. Abraham Twersky llama “síndrome de deficiencia espiritual”? En su libro Happiness and the Human Spirit: The Spirituality of Becoming the Best You Can Be, él escribe:
Signos del síndrome de deficiencia espiritual y cómo podemos tratarlo
Reconoce que tienes un cuerpo y un espíritu. Si a tu cuerpo le falta algo, por ejemplo hierro, desarrollas una anemia. Vas al médico y él te prescribe suplementos. Si él te da más vitamina A o niacina, eso no te ayudará. Tiene que ser hierro.
Lo mismo ocurre con el síndrome de deficiencia espiritual. Si tratas de curarlo adquiriendo más riquezas, viajando en un crucero o bebiendo otro trago más, te sentirás bien por un rato. Pero no serás feliz.
Una de las cosas bellas de ser un ser humano es que podemos darnos cuenta de que cometimos un error. Una vez que entendemos que estuvimos socavando nuestra propia espiritualidad, entendemos que tratamos de llenar el vacío con las cosas equivocadas.
Aburrimiento
Pascal dijo: “Todos los problemas de la humanidad surgen de la incapacidad del hombre de permanecer en una habitación sentado quieto y a solas”. Sentirse aburrido no es sólo el resultado de no tener nada que hacer; tememos enfrentar el silencio tanto interno como en el mundo.
El silencio nos obliga a enfrentarnos a nosotros mismos y las preguntas difíciles que presenta la vida. En vez de luchar con las respuestas nos dedicamos a Netflix o a nuestros ubicuos teléfonos celulares y llenamos el silencio con ruido y distracción.
Para ayudarnos a superar este bloqueo espiritual, toma algunos momentos y escribe tus respuestas a las siguientes preguntas:
Si no tuviera miedo, lo que haría es…
¿Para ser quién fui creado?
Falta de empatía
Un signo significativo del síndrome de deficiencia espiritual es estar envuelto en tus propios problemas al grado en que no puedes ver ni sentir el dolor de los demás. Esto significa que no nos relacionamos con la luz infinita que reside dentro de cada persona.
Ser capaz de dar y escuchar a los demás no sólo nos hace más espirituales, en definitiva nos hace humanos. No hay mayor ejercicio espiritual que salir de uno mismo y dar a los demás.
A veces nuestros desafíos diarios pueden dificultarnos ver toda la imagen, pero pensar sobre estas preguntas puede ayudarnos a ganar más perspectiva:
¿Conozco a alguien que pueda estar sufriendo de soledad, dolor o pena? ¿Cómo puedo ayudar a esa persona?
¿De qué tres formas podría ayudar hoy a que el mundo sea un lugar mejor si tuviera recursos ilimitados?
Preocupación por lo material
A menudo intentamos llenar nuestro vacío espiritual con más cosas que en verdad no necesitamos, lo cual en definitiva profundiza el vacío que sentimos.
Podemos tratar de aliviar el vacío comiendo de más, navegando por Internet o con atracones de películas, pero el alivio temporal siempre es seguido de la desilusión, porque no estamos alimentando a nuestras almas con lo que realmente necesitan.
El síndrome de deficiencia espiritual en cierta manera es un regalo. Es nuestra alma avisándonos que tiene hambre y necesita ser alimentada, no con calorías vacías, sino con genuino significado y propósito que llene nuestra esencia interior.
Rosh Hashaná es el momento para obtener claridad sobre lo que realmente nos importa. Cuando comienza un nuevo año, tenemos la oportunidad de examinar quiénes somos realmente y quiénes queremos llegar a ser.
Piensa en esto: ¿Cuál es el legado que espero dejar en este mundo? Si muero hoy, ¿qué lamentaría no haber dicho o no haber hecho?
Cada uno tiene una esencia infinita repleta de luz que anhela derramar al mundo que nos rodea. Cuando ignoramos esa luz, sentimos el vacío y tratamos de llenarlo con desesperación. Este año llena tu alma con lo que realmente necesita: propósito, conexión y significado.
Sara Debbie Gutfreund | aishlatino.com