Quiero retomar en este artículo un tema que he abordado en otras ocasiones, sobre la forma circular de la vida, sobre cómo todos los actos de la existencia universal se van dando circularmente.
Sincronizarse con el ritmo del cosmos
El ser humano ha creado el tiempo (que en realidad no existe, pues vivimos un eterno presente), gracias al movimiento circular de rotación sobre su propio eje, y de traslación alrededor del Sol, de nuestro planeta Tierra.
El tiempo no es más que nuestra costumbre de contabilizar las vueltas que da nuestro planeta, y hemos plasmado en un reloj este movimiento para tener una referencia que nos permita poner orden en nuestras vidas.
Como arriba es abajo, y como abajo es arriba
La relación entre los ciclos del universo y los de ser humano nos permite a los astrólogos prever las tendencias que se pueden presentar en nuestras vidas, tanto en lo individual, como en lo colectivo, tal y como señala la máxima hermética: Como arriba es abajo, y como abajo es arriba.
Los ciclos del universo van de la mano con los del ser humano:
- Los 25.920 años que tarda el Sol en dar la vuelta a la galaxia se corresponden con las 25.920 respiraciones que realizamos en 24 horas.
- Esas 24 horas divididas en dos ciclos de 12 horas, se corresponden con el ciclo del Sol alrededor del zodiaco (12 meses).
- Y con los de Júpiter (12 años), que marcan los ciclos de éxitos y realizaciones del ser humano.
Ciclo de la Luna alrededor del zodiaco
A la vez, el ciclo de la Luna alrededor del zodiaco, de poco más de 28 días, se asocia:
- Al ciclo menstrual de la mujer, que a su vez está relacionado con un ciclo mayor.
- El de Saturno, que demora poco más de 28 años, y marca las etapas de la vida del ser humano.
- Siete años el uso de razón; 14 años la adolescencia; 21 años la mayoría de edad y 28 años la madurez del adulto.
Todo esto nos lleva a entender que vivimos en medio de un gran ciclo de sincronía entre múltiples factores que componen el Todo universal; y que al igual que los astros, vamos moviéndonos en forma circular, pero avanzando, como una elipse, en forma de resorte, igual como nuestro ADN, como la vía láctea, en espiral.
Por eso, nuestra vida avanza con aparentes retrocesos, con ciclos que parecen repetirse, así funcionamos, retrocedemos para avanzar, cerramos ciclos y dejamos atrás una etapa.
Somos planetas girando sobre nuestras vidas y alrededor del destino, repitiendo experiencias hasta aprenderlas del todo para luego cerrar el ciclo y avanzar.
El ritmo del universo
Si nos acoplamos al ritmo del universo y aprendemos a manejar los ciclos de avance y retroceso, podremos desarrollar una mejor calidad de vida, pues por una parte estaremos conectando nuestro reloj biológico al del cosmos y ello redundará en una vida más saludable.
Donde podemos dejar de lado el estrés, el esfuerzo innecesario, y dejarnos llevar por la danza y por el ritmo universal.
Además de esto, nos sincronizaremos con los ciclos del cosmos, y sabremos tener paciencia en las etapas de retroceso, y aprovechar las oportunidades que se nos presenten en los tiempos de avance.
Cuando no estamos sintonizados con el ciclo universal
Nos esforzamos de más en los períodos de retroceso, nadamos contra la corriente, nos empeñamos en ir contra el ciclo natural, y en cambio, en los tiempos de avance, muchas veces dejamos pasar las oportunidades por no decidirnos a actuar, por dudar.
Mientras mejor aprendamos a conectarnos con este gran ritmo universal, con la respiración, con la meditación, con el tiempo de dormir y de despertar, con la alimentación, haciendo yoga u otras actividades que nos sincronizan con el Todo, lograremos que en la vida todo se nos dé en forma fluida, sencilla y natural.
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