Conexiones y manipulación en la Secta de Antares de la Luz
Algunos conocían a Antares de sus años como estudiante de Música en el ex Pedagógico, mientras que otros lo conocieron a través de las asesorías de «sanidad interior» que ofrecía mediante una página de Facebook denominada «Productora Calypso».
Todos los seguidores tenían algo en común: eran jóvenes adultos, profesionales, atractivos pero solitarios y, según fuentes cercanas a la investigación, con ciertas disfunciones familiares.
A principios de 2009, utilizando una personalidad que los investigadores describen como «fuerte, pero encantadora», Antares empezó a reunir a estos individuos en diversas viviendas distribuidas entre la Región Metropolitana, y las regiones IV y V.
En estas locaciones, llevaban a cabo seminarios de autosanación y autoconocimiento, por los que cobraban $60,000 que incluían comidas, alojamiento y otros beneficios.
«Durante esas sesiones realizaban viajes introspectivos usando ayahuasca, un poderoso alucinógeno que distorsionaba su percepción visual y auditiva», relata una fuente. Estas reuniones también se celebraban en localidades semi-rurales como Pirque o el Cajón del Maipo en la Región Metropolitana.
Sacrificios impuestos por el líder de la secta
La combinación entre la debilidad emocional de sus seguidores y la dominante personalidad de Antares fue clave para que empezara a ejercer una «autoría mediata por dominio de la voluntad», utilizando a sus seguidores como «herramientas».
Después de visitarlos en sus domicilios, donde también realizaba sesiones o «tomas» con ayahuasca, Antares intensificaba los lazos afectivos y fomentaba el desapego. Comenzaba con las mascotas, continuaba con las parejas y terminaba con las familias.
«Les convenció de que los gatos y perros eran seres malignos… Por lo que terminaron degollando a sus animales», indican las fuentes investigadoras. Posteriormente, disolvió las parejas dentro del grupo. Durante rituales en los que modificaba su voz y bajo los efectos de las drogas, se proclamaba un dios.
Fue así como logró que Natalia Guerra y Pablo Undurraga terminaran su relación. Después de esto, Antares empezó a tener relaciones sexuales con ella y con otras mujeres del grupo. Sin embargo, ese no era el único beneficio que Antares obtenía. Según informó el fiscal de Quilpué, Juan Emilio Gatica, el líder era mantenido económicamente por los miembros de la secta, quienes arrendaban propiedades, le facilitaban vehículos e incluso solicitaban préstamos para darle dinero.
De hecho, se reporta que Castillo habría huido del país con más de $15.000.000. A pesar de los privilegios de que disfrutaba como líder de la secta, Antares castigaba con severidad cualquier comportamiento que considerara inapropiado. Para ello, ordenaba a sus seguidores que se desnudaran y con palos les propinaba 45 golpes. Si alguno lloraba durante el castigo, recibía tres golpes adicionales. Además, obligaba a las mujeres del grupo a cortarse el pelo.
El trágico destino del supuesto Anticristo
Con el tiempo, las sesiones de ayahuasca y las relaciones sexuales con las integrantes del grupo continuaron. Antares, autoproclamado deidad, les había advertido que ninguna mujer debía quedar embarazada, ya que cualquier niño que naciera sería el anticristo y, por ende, tendría que ser eliminado.
Cuando Antares descubrió que Natalia Guerra esperaba un hijo, reaccionó con furia, proclamando que el niño podría ser Lucifer y declaró su intención de «atraparlo». Posteriormente, ordenó a la mujer recluirse en una casa en Los Andes. Para mantener el embarazo en secreto ante la familia de Natalia, les informó que ella se embarcaría en un viaje por Latinoamérica siguiendo «la ruta del Che».
La intención era que el niño naciera de manera natural y sin otra asistencia que la de las mujeres del grupo. Sin embargo, el 21 de noviembre, Natalia presentó complicaciones y fue llevada a la Clínica Reñaca. Allí, el 23 de noviembre, nació un varón. Dos días después, la secta lo trasladó al fundo Los Culenes en Colliguay, Quilpué…