«Por la boca muere el pez», dice siempre mi sabia madre. Seguramente les has contado a varias personas tus planes no confirmados, y como por arte de magia estos se estropean y no terminan materializándose.
Se muere más gente de envidia que de cáncer
Estoy segura que habrá varias explicaciones hasta científicas del porqué de este fenómeno, pero yo lo llamo simplemente mala vibra.
Sí, eso que poca explicación tiene y que todos hemos sentido en algún punto de nuestras vidas cuando entramos a un cuarto, y sin saber que estaban diciendo, sabemos que estaban hablando mal de nosotros. Asimismo, cuando saludamos a alguien y aunque nos sonría, sentimos ese cosquilleo que nos indica cuidado con esta persona.
Esa fue la historia de mi amigo Raúl…
Estábamos en una cena con amigos y anunció públicamente hasta ofreciendo un brindis por su nuevo empleo. Todos nos sorprendimos y le pregunté que cuándo se iba, él me dijo que todavía estaba esperando a que el muchacho que iba a dejar la posición se fuera para el poder oficialmente renunciar.
Me quedé pensando y le dije: «Amigo, yo de ti no me adelantaría y no contaría hasta que sea oficial», y seguimos celebrando.
Pasaron días, semanas y meses y me vuelvo a encontrar a Raulito… Le pregunté como iba en su nuevo trabajo y me comentó que ahora estaba desempleado.
Resulta que una de las personas que estaban en la mesa con nosotros había «soltado la sopa» con su jefe, y este se molestó tanto que le pidió que se fuera inmediatamente del puesto. No solamente esto, el soplón terminó también solicitando el puesto que Raúl esperaba, y lo contrataron a él.
Esta historia nos deja con un mal sabor de boca
Y claro, no fue culpa de Raúl, pero tal vez si hubiese mantenido su felicidad en secreto, y no hubiese contado a los cuatro vientos sus planes – por adelantado – nadie más se hubiese entrometido.
No digo que no podamos compartir las felicidades del día a día con las personas allegadas a nuestra vida, eso es bueno y hasta saludable. Sin embargo, debemos actuar como los empresarios, ellos no confirman sus planes de inversión hasta que no sean un hecho.
Desafortunadamente existe algo que se llama «la envidia», y como decía mi abuela:
«Se muere más gente de envidia que de cáncer».
Y si, eso es totalmente cierto
Creo que no debemos ponerles a los demás en bandeja de plata las herramientas para querer hacernos daño. Así como abuelita yo les aconsejo, y si lo hacen se acordarán de mí, «mientras menos gente sepa tu felicidad mejor». Y a ustedes ¿les ha pasado?
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