Con motivo de la fiesta litúrgica de San Ignacio de Loyola, que la Iglesia Católica celebra el 31 de julio, te presentamos algunos datos sobre la vida y obra del fundador de la Compañía de Jesús, llamados “jesuitas”, y creador de los ejercicios espirituales.
San Ignacio de Loyola, 31 de Julio
Perteneció a la nobleza
San Ignacio nació en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa, al norte de España. Fue bautizado con el nombre de Iñigo de Loyola, y después de estudiar en París (Francia), tomó el nombre de “Ignacio”. Los padres del santo pertenecían a antiguas familias nobles del País Vasco.
Antes de su conversión, tenía una vida libertina
En el siglo XVI, la situación sociopolítica era sumamente violenta en el País Vasco, ubicado al límite con Francia. Como algunos nobles de la época, Ignacio era conflictivo, violento y vivía una sexualidad irresponsable.
Antes de convertirse al catolicismo, el santo era un soldado español con antecedentes policiales relacionados a peleas nocturnas.
Casi muere en una batalla
En el año 1519, cuando tenía 28 años, San Ignacio exigió que su pequeño grupo de soldados luchara contra 12 mil tropas francesas en Pamplona, España.
Durante la batalle, recibió una bala de cañón en las piernas, que le destrozó una de sus extremidades y dañó gravemente la otra. Sus heridas lo obligaron a pasar un largo período de recuperación en la casa familiar Loyola, tiempo en el que cambió su vida para siempre.
Se convirtió leyendo libros espirituales
Durante su convalecencia, el santo leyó textos sobre la vida de Cristo y los santos y decidió imitarlos. Una noche se le apareció la Virgen María con Cristo y desde entonces decidió servir a Dios.
Un dato curioso es que el santo copió pasajes de la vida de Cristo y de los santos: las palabras de Jesús fueron escritas en color rojo y las de su Santísima Madre en color azul.
La congregación de San Ignacio iba a llamarse la “Compañía de María”
Después de su conversión, la Virgen se le apareció hasta en treinta ocasiones. Debido a ello, en un inicio San Ignacio quiso llamar “la Compañía de María” a la hoy llamada “Compañía de Jesús”.
Al recuperarse de sus heridas, el santo peregrinó al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat, donde se propuso hacer penitencia por sus pecados: cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima y se confesó.
Vivió como un mendigo
Durante su vida, San Ignacio reflexionó mucho sobre los “espíritus”: los espíritus que conducen a Dios y los espíritus nacidos del diablo.
Esta inquietud lo estimuló a vivir lo que llaman los historiadores un período de peregrinación, un tiempo en el que decidió renunciar a los placeres mundanos y vistió un sayal y zapatos con suela de cuerda.
Quiso convertir a los musulmanes
Luego de terminar de escribir los ejercicios espirituales, San Ignacio declaró que “¡Dios quiere que convierta a los musulmanes!”. Así que viajó a Tierra Santa en 1523 y predicó el Evangelio en las calles por un año. Luego, regresó a España y estudió latín, lógica, física y teología.
Sus compañeros fueron llamados “diablos”
Un historiador inglés en el siglo XIX llamó los “Siete Diablos Españoles” a los primeros seis compañeros que tuvo San Ignacio en la Compañía de Jesús, fundada en 1540.
Sus compañeros, que no eran todos españoles, conocieron a San Ignacio durante sus estudios en París, y se reunieron en Roma para ser parte de la Compañía de Jesús. En menos de un siglo, San Ignacio y San Francisco Xavier, uno de los seis compañeros, fueron canonizados.
Al morir el santo, ya existían miles de jesuitas
San Ignacio vivió sus últimos años en una pequeña habitación en Roma. Desde allí lideró la Compañía de Jesús y fue testigo de su crecimiento: de solo 6 jesuitas en 1541 pasaron a 10 mil en 1556, el año de su fallecimiento. Los jesuitas se expandieron por toda Europa, India y Brasil durante esos años.
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Via aciprensa.com