Estaba alejada de nuestra vida cotidiana, aparecía solo en momentos puntuales y sus consecuencias permanecían en el ámbito de lo privado. Sin embargo, desde que el coronavirus se extendió, la muerte abre informativos, toma forma de cifras o de fallecimientos de personajes famosos o convierte lugares de ocio, como el Palacio de Hielo de Madrid, en improvisadas morgues.
El covid-19 está condicionando la vida hasta sus últimos minutos
La enfermedad y el miedo a sus consecuencias nos mantienen encerrados en casa.
España ha sobrepasado los 4.000 fallecidos, más de 4.000 familias que quedan rotas y que no pueden despedirse.
«Hay familias que han perdido a más de un miembro y viven múltiples duelos dentro de una misma familia. Otras dependientes están en casa solas y hay familiares preocupados que viven a 100 metros de la casa del otro pero no pueden ir», explica Valeria Moriconi , psicooncóloga de la Fundación Aladina y coordinadora del grupo de trabajo de psiconcología y psicología en cuidados paliativos del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
Desde hace una semana, han puesto en marcha un proyecto de apoyo al duelo para familiares que han perdido a sus seres queridos durante la crisis del coronavirus, con más de 50 psicólogos voluntarios. El proceso comienza mandando un mail a ayudaduelocopm@cop.es.
El aislamiento que exige el coronavirus hace que el camino en el final de la vida sea más complejo para los que se marchan:
«Al miedo a la muerte se le añade la angustia y la agonía por estar solos. La persona puede aceptar que está cerca de la muerte, pero no se puede despedir ni dejar una palabra de cierre a los demás», explica Moriconi.
Cuando un paciente es hospitalizado y diagnosticado de covid-19
Se le aísla para evitar otros contagios. La vibración del teléfono comienza a ser el nexo de unión entre el enfermo y su familiar, especialmente cuando el primero es una persona mayor y no maneja Whastapp ni Skype.
«Las familias están angustiadas en sus casas. A veces tienen información una vez al día. Somos pocos profesionales y necesitamos priorizar nuestro tiempo. Esa falta información es una de las peores consecuencias», cuenta Xusa Serra, enfermera del HUGC y profesora de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de UIC Barcelona.
Actos tan cotidianos cómo no saber si tu familiar come bien hoy, comprobar su estado de ánimo o poder dar la mano para tranquilizar a un ser querido añaden ansiedad a la ya de por si estresante situación.
Mientras cada tarde a las 20.00 los ciudadanos salen a aplaudir a los sanitarios, esta profesional hace el camino contrario.
Destaca el «gran trabajo» que hacen los familiares de los enfermos en los hospitales
Acompañamiento, comprensión, cuidados y un paso más fácil hacia el final de la vida. «Les añoramos, nos cuesta ver pacientes que están solos. Duele», confiesa Serra, que cree que el gran valor que ha puesto esta crisis sobre la mesa es la humanización.
En medio de la vorágine en la que se vive hoy en los hospitales, los médicos no pueden suplir la falta de afecto: «Insisto a las familias, llamad por la mañana, por la tarde…
Hay cosas que la familia, incluso con una llamada, puede hacer y que no puede hacerlas ningún profesional ni ninguna medicina», explica la enfermera
Rituales simbólicos para empezar el duelo
Rituales funerarios
El coronavirus ha alterado incluso los rituales que el ser humano lleva milenios practicando, como el funerario. Los familiares se van adaptando e intentan reinventarlos con todas las posibilidades a su alcance.
«Hubo un caso de una chica que su padre fallecía. Grabamos un audio y un vídeo. El padre antes de que le pusieran la sedación pudo ver a su hija y decirle todo lo que la quería. Eso ella lo va a recordar toda la vida y la va a ayudar. Si no hubiera podido tener, se hubiera quedado vacía y el duelo hubiera sido más complicado. En esta vida recordaremos lo que hemos podido hacer y, sobre todo, lo que ha quedado pendiente», recuerda la enfermera.
El Ministerio de Sanidad ha hecho público un documento técnico
Titulado Procedimiento para el manejo de cadáveres de casos de covid-19, donde da instrucciones sobre la despedida:
«Debe permitirse el acceso de los familiares y amigos, restringiéndolo a los más próximos y cercanos, para una despedida sin establecer contacto físico con el cadáver ni con las superficies u otros enseres de su entorno o cualquier otro material que pudiera estar contaminado».
El documento técnico está en permanente actualización y ordena que las personas que entren tomen «las precauciones de transmisión por contacto y gotas, siendo suficiente una bata desechable, unos guantes y una mascarilla quirúrgica».
Moriconi reconoce que el aislamiento y la imposibilidad de despedirse resulta «extremadamente traumática» y agrava la posibilidad de «poder elaborar el luto». Sin embargo, los profesionales trabajan para ayudar a los familiares en ese tránsito y darles apoyo emocional:
«Les animamos a que se expresen. Les ayudamos a que empiecen a colocar este evento [la muerte] en una línea de vida, en un proceso, no solo en una imagen o una llamada traumática».
Ritos simbólicos
Ante la imposibilidad de celebrar actos como un funeral, la psicóloga aconseja hacer «ritos simbólicos» para la despedida: empezar un álbum de fotografías, escribir una carta o encender unas velas, por citar algunos ejemplos.
Xusa Serra también recomienda expresarse en redes sociales o comenzar una caja donde los familiares pongan aquellos objetos del difunto, como la máquina de afeitar o una «prenda que nunca se quitaba». Así lo recomienda en siguiente vídeo.
Aunque en esta circunstancia, la muerte se cuela en los salones y cocinas de las casas españolas, la psicóloga recuerda que el dolor sigue viviéndose en la intimidad: «Detrás de cada cifra hay una persona».
Sara Montero | Cuarto Poder España