En el pintoresco pueblo de Cojímar, donde las olas del mar acarician las costas y el aire huele a sal y tradición, una familia ha preservado un rito que es el reflejo de las confluencias culturales de Cuba. El hogar familiar, modesto en apariencia, resguarda un patio que es toda una oda a la rica biodiversidad caribeña: guayabas, mangos, anónes y otros frutos se alzan generosos, proporcionando sombra y alimento.
Santería en Cuba: Un viaje espiritual en el corazón de cojímar
Más allá de sus árboles frutales, el patio se ha convertido en un altar viviente donde la historia, la fe y la tradición convergen.
Durante generaciones, la familia ha practicado rituales espirituales que tienen sus raíces en el espiritismo y la Santería, una religión que los esclavos africanos trajeron a la isla en el siglo XIX y que con el tiempo se fusionó con la religión católica.
Una tarde reciente, el sol apenas comenzaba a despedirse cuando el patio se llenó de risas, música y aroma a tabaco. Una mesa central se engalanó con un mantel blanco, vasos de agua, flores frescas y velas que danzaban al ritmo del viento.
Era el preludio de una de esas sesiones espirituales que han definido la identidad de esta familia. La ceremonia se inició con rezos familiares. La energía era palpable mientras todos, unidos en fe, invocaban a los espíritus. La melodía de antiguas canciones llenó el aire, transportando a los presentes a un estado de profunda conexión.
Cojímar: Donde la espiritualidad y la cultura cubana danzan en armonía
En medio de este clima trascendental, Tía Olga, la matriarca y guardiana de estas tradiciones, comenzó a manifestar signos de posesión espiritual. Su cuerpo ondulaba como el mar cercano, y su risa resonaba con una alegría y fuerza que trascendía lo terrenal.
Pronto, un espíritu se hizo presente a través de ella, revelando su identidad por su preferencia por el licor de anís.
El espíritu, una mujer de tiempos coloniales, elegantemente vestida y con un porte regio, se presentó ante la familia. Habló, aconsejó y predijo el futuro de varios de los presentes con una precisión asombrosa. La atmósfera se cargó de emociones: sorpresa, tristeza, esperanza y asombro.
Tras brindar palabras de sabiduría y advertencias sobre el futuro, la presencia espiritual se despidió con una serenidad que contrastaba con la energía vibrante del inicio. Tía Olga, liberada de la posesión, retornó a su estado normal, exhausta pero satisfecha.
A pesar de la intensidad del ritual, la velada no terminó allí. Con la misma pasión y fervor, la familia cambió de tono, pasando del sagrado al festivo.
Las melodías espirituales dieron paso a la salsa y el reggaetón, recordándonos la riqueza de la cultura cubana que puede combinar lo sacro y lo profano con tanta gracia y armonía.
La historia de esta familia de Cojímar no solo es un testimonio de la rica cultura cubana, sino también una celebración de la vida misma, donde lo sagrado y lo profano coexisten en armonía. La Santería, con sus rituales espirituales, continúa siendo un pilar fundamental que une a las generaciones en un legado de fe y tradición.
Nuestro profundo agradecimiento y reconocimiento a havanatimes.org y a Jorge Milanes de La Habana por proporcionar valiosa información y datos que han sido esenciales para la elaboración de este artículo.