De acuerdo al esfuerzo así es la paga
Una vieja historia cuenta que un pobre hombre que pedía limosna para poder darle de comer a su familia, golpeó la puerta de una enorme mansión, donde fue muy bien recibido e invitado a compartir la cena con la gente de la casa. De la comida, participaban otros mendigos y forasteros además de los dueños de casa. Para cada plato, desde la entrada hasta el postre, el anfitrión hacía sonar una pequeña campanita de cristal y los mozos aparecían con los deliciosos platos.