La Parábola del Águila
Erase una vez un hombre que, mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho. Se lo llevó a su casa y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como estos.
La fe y la esperanza nos llevan por caminos espirituales donde encontramos la fortaleza y la luz en tiempos de incertidumbre. Cultive estos valores para nutrir su alma y abrir su corazón a las bendiciones que la vida ofrece, encontrando paz y propósito en cada momento.
Erase una vez un hombre que, mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho. Se lo llevó a su casa y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como estos.
Descubre las lecciones de vida más importantes que he aprendido a través de la experiencia. Desde escuchar a los mayores hasta apreciar los pequeños momentos, pasando por la importancia de la amabilidad y la empatía. Aprende cómo la paciencia y la honestidad pueden marcar la diferencia, y cómo un simple gesto de compasión puede cambiar la vida de alguien.
Un cargador de agua tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo que él llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía una grieta, mientras que la otra era perfecta y entregaba el agua completa al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón.
Los seres humanos somos bastante cómodos. Nos gusta que nos salven, nos arreglen, nos solucionen los problemas, y nos pongan las cosas en su sitio sin que nosotros movamos un dedo para ello.
En ese diario la mujer anotó sus ideas, pensamientos, citas, letras de canciones y otras cosas que para ella eran importantes. Les presentamos la oportunidad de compartir la sabiduría de esta anciana.
¡Jaque Mate! La Muerte sonrió y dijo: ¡Felicidades! Daniel suspiró y respondió: es una pena que ganar o perder ya no sirva de nada. Todo se acabó y un simple juego de ajedrez no puede alejar a mi familia de mi mente. Mientras las lágrimas brotaban del rostro de Daniel, la Muerte exclamó: ¡Llegamos!