Solo quiso hacer un programa distinto que durara un espacio respetable en el espectro radioeléctrico, pero sus inusuales historias ya llevan contándose 44 años en la radio nacional.
Rafael Sylva Moreno — Nuestro Insólito Universo
Se sienta en el asiento trasero del taxi, acaba de salir de una clínica donde habló con su médico de una delicada intervención para sus 86 años de vida, no esconde el temor que esto le genera.
Al ingresar al vehículo con su esposa, el taxista pide permiso y pone volumen al programa que está por empezar: Nuestro insólito universo, espacio que él mismo creó hace 44 años. Una sonrisa de satisfacción borró el amargo momento.
Rafael Sylva Moreno no ideó este programa con la intención de perdurar en el tiempo, solo quiso hacer algo distinto a lo que se producía para entonces.
Sin embargo, la historia lo ha llevado a formar parte de miles de familias que de generación en generación han escuchado, aunque sea, un capítulo de las asombrosas historias contadas en apenas cinco minutos con la penetrante voz de Porfirio Torres, como locutor.
Señala a la edad para explicar su “mala memoria” para algunos detalles; sin embargo, la lucidez para recordar nombres y fechas se encarga de llevarle la contraria.
Un rayo esférico fue el responsable que hoy en día su espacio radial sea transmitido 10 veces al día en tres emisoras distintas, para obtener un alcance nacional, en diversos horarios.
El primer programa de Nuestro insólito
Como si fuese ayer, relata el primer programa que creó para Nuestro insólito universo, ese piloto que presentó en agosto de 1969 en Radio Nacional.
Se trataba de la historia de un sastre que observó maravillado, y en extremo asustado, el ingreso a su vivienda, a través de una ventana, de una esfera pequeña de luz, que luego de recorrer varios metros explotó sin hacer el menor ruido.
Un fuerte olor a ozono acompañó a la presencia.
Despavorido —y sin poder creer lo que sus ojos acaban de presenciar— corrió a buscar a sus vecinos, quienes no le dieron mucha importancia al relato, al no observar la menor evidencia en la habitación que señalase que esto acaba de ocurrir.
Solo una pequeña mancha como de “chamuscado” estaba presente en una pared de la vivienda.
Soluciones milagrosas
“Yo no busco soluciones milagrosas, solo relató la realidad”, afirma Sylva, al señalar que “el caso que más le gusta al oyente es el que es históricamente comprobable”.
Así responde al ser consultado por la preferencia de su radio audiencia sobre los casos —como él mismo los llama— de presencias sobrenaturales, extraterrestres, piratas o reyes y emperadores, los papas, representantes de la Iglesia católica, tampoco son excluidos.
Yo no echo cuentos
Casi automático, como repitiendo algo muchas veces ya dicho, señala: “Yo no echo cuentos”. Al mismo tiempo se pregunta: “¿Cómo consigo las historias? Leyendo.
Nunca he tenido la necesidad de inventar nada”, se responde. Asegura que la prensa en todo este tiempo ha sido la principal fuente de apoyo para todos los casos contados en Nuestro insólito universo, que ya suman 6.467.
Nuevas tecnologías
En algunos casos ha tenido que repetir los programas, adaptándolos a las nuevas tecnologías y avances de la ciencia. Sin embargo, caso que no es comprobable, que no es cierto, no encuentra un segundo de los cinco minutos del programa, según asevera su creador.
Desde un acogedor espacio de una emisora radial, donde se edita el mencionado programa, Sylva asegura que el oyente ha sido el principal interesado en que las asombrosas historias lo saquen de la agobiante realidad y lo sustraiga por unos minutos a mundos lejanos o a situaciones inusuales.
Para luego decir —en muchos casos— esto tiene que ser embuste, como asegura el mismo padre de la criatura que le han dicho en varias oportunidades.
Operación de diverticulitis
Una prueba de ello lo vivió el mismo día de la operación de diverticulitis a la que fue sometido en agosto del año pasado. Momentos antes de ser “noqueado por la anestesia”, “la joven” enfermera le dijo: “No se preocupe, yo lo voy a cuidar, porque yo soy fanática suya y el programa debe continuar”.
Al preguntársele que tan insólita ha sido su vida, dice entre risas que estar presente todavía y hasta cometiendo la imprudencia de manejar es una prueba de ello. Sin embargo, a los pocos minutos de la amena conversación, que va de anécdota en anécdota, relata una historia vivencial digna de su espacio radial.
Relatos insólitos
“En 1977 comencé a recibir en Radio Nacional un sobre con relatos insólitos, recortados de periódicos europeos. En el interior del sobre venía la traducción impecable de cada noticia y una nota que decía: Ojalá le sirva para su programa”.
Pero el paquete, que religiosamente llegaba cada dos meses, no tenía remitente. Y los periódicos podían ser franceses o rusos y la traducción siempre lo acompañaba.
“Siempre pensé que se trataba de una mujer, por la delicadeza de los recortes y como estaba todo organizado. Un día en el programa hice el comentario e, incluso, llegué a hablar con el vigilante de la radio a ver si podíamos rastrear quién mandaba los paquetes, pero usaba una empresa privada para hacerlos llegar”.