El rechazo, es la primera gran herida que se instala en nuestro ser. Casi desde el primer momento, el de la concepción. Si el bebé siente que no es querido, deseado, que consciente o inconscientemente sus padres lamentan su llegada, comienza a sentir desde ese momento el dolor del rechazo y se abre la herida.
La primera herida del alma — Rechazo
En ocasiones esto puede ocurrir en el momento del parto por el miedo de la madre; o cuando uno de los dos progenitores deseaba que fuera del sexo contrario… o bien cuando en el primer año de vida el bebé no ve satisfechas sus necesidades de alimento, amor y seguridad.
Es una herida muy profunda, pues implica el rechazo de nuestro interior. Con el interior nos referimos a nuestras vivencias, a nuestros pensamientos y a nuestros sentimientos.
En su aparición pueden influir múltiples factores, tales como el rechazo de los progenitores, de la familia o de los amigos. Genera pensamientos de rechazo, de no ser deseado y de descalificación hacia uno mismo.
La persona que padece esta dolorosa experiencia no se siente merecedora de afecto ni de comprensión y se aísla en su vacío interior por el miedo de ser rechazado.
Es probable que, si hemos sufrido esto en nuestra infancia, seamos personas huidizas. Por lo que debemos de trabajar nuestros temores, nuestros miedos internos y esas situaciones que nos generan pánico.
Cada ser humano es especial en sí mismo
Es único, tiene cualidades que le hacen brillar pero su necesidad de adaptarse al mundo le van configurando una personalidad que según las circunstancias y las elecciones que toma, le sirve de medio de supervivencia.
El alejarse de su esencia, el no ser fiel a sí mismo provoca dolor, y la mejor manera que encuentra para superar ese dolor, ya que todavía es un ser indefenso, es crear una máscara, es decir una personalidad que tape a la suya, que le genera sufrimiento, y que le permite sobrevivir aparentemente sin dolor.
No todo el mundo tiene la herida del rechazo, aunque haya sido rechazado, esta herida la tienen las personas que no aceptaron esta circunstancia en su vida, que no se adaptaron a ella, y por tanto crearon una máscara, la máscara de la huida.
Si esa herida no se sana, se va haciendo cada vez más profunda y el cuerpo comienza a mostrar síntomas.
Si esa emoción no se libera, cada vez iremos atrayendo más situaciones de rechazo a nuestra vida, es la manera que nuestro Ser Superior tiene de llamar nuestra atención, tenemos que integrar la experiencia, aceptarla y evolucionar.
¿Cómo reconocer la herida y la máscara?
- Las personas que sufren la herida del rechazo se sienten infravaloradas, se anulan a sí mismas y pretenden hacer las cosas perfectas para justificar que ellos se sienten imperfectos. Les cuesta pedir ayuda.
- Su cuerpo generalmente es delgado. Buscan la invisibilidad, desaparecer. Sus ojos son huidizos y suelen tener ojeras.
- Tienen miedos injustificados, tienden a rechazar o huir del amor.
- Suelen tener problemas de piel, están a menudo cansados; problemas digestivos y respiratorios.
Me acepto completa y profundamente: aceptar el rechazo.
Aceptar una experiencia no significa que nos guste ni que estemos de acuerdo con ella. Más bien se trata de comprender que llega a nuestra vida para que aprendamos a través de lo que vivimos.
La aceptación es multidireccional
Aceptamos lo que nos ha pasado y a nosotros mismos. Es decir, aceptamos que nos han rechazado y a la vez también que nosotros hemos rechazado que nos lo hicieran y, por supuesto, que nosotros podemos rechazar. Esta es una poderosa herramienta.
Es posible que aquí intervenga nuestro ego (o personalidad) y nos trate de engañar haciéndonos ver que una herida está solucionada solo aceptando que ha ocurrido, solo la primera parte, pero sin aceptarse a sí mismo
Tu ego puede tratar de que no tomes consciencia de tus heridas porque cree que si te percatas de ellas, te quitarás la máscara y sufrirás.
Aceptar es brindar amor en lugar de desear que desaparezca lo que te hace sentir mal. Amar incondicionalmente es aceptar aunque no estés de acuerdo y también aunque no lo comprendas.
Cuanto más aceptes que puedes rechazar, menos rechazarás tú a los demás.
Pasos para sanar la herida del rechazo
- Fase de reconocimiento: reconocer que es una máscara lo que llevas puesto, lo que te hace reaccionar así o interpretar así la realidad.
- Fase de negación: aceptar que pueden sobrevenir intentos de rebelión, negación, justificación por parte de tu ego.
- Fase de asunción: asumir que fuiste rechazado, que la otra persona tiene derecho a rechazar, el mismo que tú tienes a reprocharlo, a que no te guste, a sufrir y a rechazar a los demás también.
- Fase de regreso: regresar a tu origen. Sé tú mismo, vuelve a ser quien realmente eres, sin máscara.
Tu herida de Rechazo estará en vías de sanación cuando comiences a ocupas tu lugar en el mundo y te atrevas a afirmarte; dejes de sentirte incómodo cuando alguien parece que no te tiene en cuenta.
Si es tu caso, ocúpate de tu lugar, de arriesgar y de tomar decisiones por ti mismo. Cada vez te molestará menos que la gente se aleje y no te tomarás como algo personal que se olviden de ti en algún momento.
Puedes contactar con Patricia o Eva si deseas acelerar el proceso de sanación de las heridas con un profesional.