¿Te has escuchado a ti misma pensado algo parecido a…? con todo lo que yo hago por ti, por él, por ella, por vosotros…y ¡no me valoran!
Aprende a regalar tu ausencia a quien no valora tu presencia
Y aún te diré algo más, cada vez que tú ves algo fuera de ti, en este caso, la falta de valoración, que te molesta, en el fondo, no sólo hablas de los demás, sino de ti misma. Sería bueno, cambiar la pregunta a esta:
Todo aquello que vemos en el otro y que nos molesta, está hablando de nosotros mismos. Si a ti no te molesta ni te duele, entonces, puede que no vaya contigo, pero, si a tí te molesta que no te valoren, entonces…eso tiene que ver contigo.
Porque si tú NO te valoras a ti misma, ¿Cómo crees que vas a actuar? ¿Cómo te comportarás ante el resto?
Metáfora
Pongamos una metáfora, para explicarlo de manera sencilla:
Imaginemos que vives en una casa pequeña, sencilla, sin demasiados muebles, pero, es tu casa, te gusta, estás bien en ella y te sientes segura. Valoras mucho tu casa y, sin embargo, cada día cuando sales a trabajar, a comprar o a cualquier sitio, olvidas cerrar la puerta.
Pasa por allí un vecino, ve la puerta abierta, entra, coge lo que quiere y se va, total, para él ha sido gratis. Una amiga que estaba paseando cerca ve la puerta abierta, así que entra, remueve un poco la casa y se va.
Más tarde, pasa un hombre interesante, el cual, ni siquiera se molesta en entrar porque tiene prisa, pero como cada vez que pasa por allí ve la puerta siempre abierta, piensa “quizá vengo otro día, ya que la puerta sigue abierta cada vez que paso por aquí”.
Y tú no entiendes por qué no te valoran y, sin embargo, ¡eres tú la que se olvida de cerrar la puerta!
Es como si le dijeras al otro, “tienes las puertas de mi casa siempre abiertas para ti” y crees que con esa disponibilidad de “24h abierta”, dando todo, ofreciendo todo…el resto se va a quedar sorprendido de tu generosidad y va a reconocer y a valorar todo tu esfuerzo, pero…
¿Cómo es que pasa todo lo contrario?
Quizá estás utilizando la estrategia equivocada. Si dejando la puerta abierta y dando y haciendo todo muy bien, no consigues que te valoren, ni te estás valorando tú misma, quizá tengas que cerrar la puerta y empezar a dar: menos y peor.
Y esta es la práctica que te propongo para hoy:
Cierra la puerta de tu casa y ábrela sólo cuando la persona que venga a verte esté realmente interesada en ti y valore, tanto tu casa como tu tiempo y tu dedicación. Para los que no lo valoran, ¡cierra la puerta de una vez!
Y deja de hacerte daño a ti misma.
Porque sólo tú puedes darte el valor que mereces y una cosa valiosa no se la das ni la muestras a cualquiera, ¿verdad? Pues empieza a tratarte hoy como lo más valioso de tu vida,
¡tú misma!
Y cada vez que salgas de tu casa, ¡Acuérdate de cerrar la puerta! ¿Ok?
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