Por un pecado más grave
Pero entonces, ¿cuál es la verdadera intención del relato de Sodoma? ¿Qué vicio pretendía condenar?
Hoy los estudiosos sostienen que el pecado de los sodomitas fue el de la falta de hospitalidad.
En efecto, en el mundo antiguo, y especialmente en Israel, una de las obligaciones primordiales era la de ofrecer alojamiento al extranjero.
Los profetas la tenían entre las virtudes principales (ls 58.7). El santo Job dice haberla practicado siempre en su vida (Jb 31.32). Era una acción tan noble que hasta Dios la practica (Sal 39.13).
Su observancia era capaz de limpiar cualquier pecado, como se ve en la historia de la destrucción de Jericó, cuando Dios mató a todos sus habitantes, excepto a una prostituta a la que protegió (a pesar de que la prostitución es un grave pecado en la Biblia), porque ella unos días antes había dado hospitalidad en su casa a dos hebreos (Jos 6.22-25).
La ley de hospitalidad era sobre todo un principio de supervivencia en el Oriente antiguo. Su objetivo era el de ofrecer al peregrino techo, comida y cama para protegerlo de los peligros del viaje.
Por esto, cuando los mensajeros divinos llegaron a Sodoma, Lot les ofreció alojamiento en su casa en cumplimiento de esta norma. En cambio, los sodomitas, nada solidarios, prefirieron humillarlos para mostrar su desprecio hacia los extranjeros.
Y no encontraron mejor manera de “rebajarlos” que haciéndolos ejercer el papel de mujer (ya que en aquel tiempo la mujer era considerada un ser inferior).
Tal acción antisocial confirmó lo que se comentaba de ellos: que no eran hospitalarios. Por lo tanto, Dios decidió exterminarlos. Un pueblo así no merecía vivir.
Otra ciudad malvada
Que la falta de hospitalidad fue el pecado de los sodomitas lo confirma otra historia muy parecida de la Biblia.
Se cuenta que una noche llego un extranjero con su esposa a la ciudad de Guibeá, y un anciano los alojó en su casa. Entonces, los hombres de la ciudad rodearon la vivienda y pidieron al anciano que sacara al visitante para tener relaciones sexuales con él.
El dueño de casa se negó, y les ofreció a cambio su hija que era virgen. Pero ellos no aceptaron. Entonces, el recién llegado tomó a su esposa y se la entregó, y ellos la violaron toda la noche, y al amanecer la abandonaron muerta (Jue 19.1-30).
En este relato sí se dice expresamente cuál fue el pecado cometido: la falta de hospitalidad (Jue 20.4-6). Por lo tanto, lo mismo se debe pensar de la historia de Sodoma.
Pecado de Sodoma fue la falta de hospitalidad
También el libro de la Sabiduría (19.13) dice que el pecado de Sodoma fue la falta de hospitalidad.
Curiosamente, el episodio de Sodoma figura en la Biblia a continuación del relato en el que Abraham recibe a tres extranjeros en su tienda y les brinda hospitalidad (Gn 18.1-5). Se trata de una ubicación intencionada del texto, para resaltar más aún la contraposición entre la hospitalidad de Abraham y la insolidaridad de los sodomitas.
Un último dato que corrobora esta interpretación lo ofrece el mismo Jesús, cuando envía a sus discípulos a predicar de casa en casa. Les dice:
“Si a ustedes no los reciben en un lugar, salgan de la casa o de la ciudad, sacudiendo el polvo de sus pies; porque les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán juzgadas con menos dureza que esa ciudad” (Mt l0.11-15).
Vemos que Jesús compara a Sodoma con las ciudades que no quieren alojar a sus discípulos. Por lo tanto, en tiempos de Jesús; la fama que tenía Sodoma era la de no haber sido hospitalaria.
El pecado del Juicio Final
Sodoma fue destruida, según la Biblia, porque sus habitantes realizaban una de las prácticas más perversas del mundo antiguo, la de no ser hospitalarios.
Esto no significa que Dios haya mandado realmente fuego sobre la ciudad. Lo que se pretende es dejarnos una gran enseñanza: las ciudades se destruyen cuando sus habitantes no practican la hospitalidad.
Éste no es un viejo precepto oriental
Es una norma de enorme importancia para hoy. Sin embargo, nuestro mundo moderno no parece prestarle atención. Basta con mirar a nuestro alrededor. Miles de niños nacen cada día sin un hogar digno, sin talco ni pañales que los reciban.
Ejércitos de ancianos duermen de noche en la calle, expuestos a la agresión de cualquiera que pase. Familias enteras revuelven la ‘basura todos los días en busca de sobras de comida para llevar al estómago.
Enfermos abandonados, inmigrantes humillados por su extranjería, desplazados de guerras que sobreviven en condiciones inhumanas, muros que se levantan para que no pase la gente de países vecinos.
El mundo parece haberse convenido en una gran Sodoma. Y muchos, que miran con indiferencia cómo se hunde todo sin hacer nada, se asemejan a estatuas de sal, envueltos en su apatía.
La Biblia nos advierte que aquella ciudad indiferente e insolidaria desapareció de la escena, ahogada en su propia maldad.
Y también que la salvación del mundo llegará cuando volvamos a descubrir aquel principio oriental sagrado: que todos estamos de paso en este mundo, que todos somos peregrinos, y que necesitamos de la hospitalidad de los demás.
Con razón Jesús, cuando contó la parábola del Juicio Final, al enumerar las acciones que salvarán a la humanidad, dijo: “Porque cuando estuve de paso, me diste hospitalidad” (Mt 25.35). + (PE/Signo de Vida)
Anuncian haber descubierto la ciudad bíblica de Sodoma
El descubrimiento, si se confirma, sería de suma importancia para la arqueología. La ciudad bíblica de Sodoma parece haber sido descubierta por arqueólogos estadounidenses en el sur de Jordania.
Autor: Ariel Alvarez Valdés es sacerdote y biblista argentino
Enseña en la Universidad Católica de Santiago del Estero, Argentina.
Vía @ ecupres.com