Los exorcistas en la Iglesia: incomprendidos y marginados
¿Cómo perciben a los exorcistas dentro de la Iglesia?
Somos objeto de un trato deplorable. A menudo, los sacerdotes encargados de esta misión tan delicada son considerados como fanáticos o incluso como locos. Lo más desconcertante es que esta percepción negativa suele provenir de los propios obispos que los designaron para este ministerio.
¿Cuál ha sido el caso más significativo de esta hostilidad?
En una ocasión, organizamos un encuentro internacional de exorcistas cerca de Roma y solicitamos participar en una audiencia pública con el Papa, durante el tradicional evento de los miércoles en la Plaza de San Pedro. Nuestra petición se presentó siguiendo los protocolos establecidos, algo que Monseñor Paolo De Nicolo, de la Prefectura de la Casa Pontificia, confirmó haber recibido con agrado.
Sin embargo, un día antes de la audiencia, Monseñor Nicolo nos informó, visiblemente apenado, que nuestra solicitud había sido denegada. ¡Un rechazo absurdo! Éramos 150 exorcistas de todo el mundo, sacerdotes nombrados conforme al derecho canónico, con reputación intachable y dedicados a un ministerio esencial. Sin embargo, nos trataron como si fuéramos intrusos.
Monseñor Nicolo prometió enviarme una carta explicando la situación. A pesar de haber pasado cinco años, esa carta nunca llegó. Es evidente que no fue el Papa Juan Pablo II quien ordenó nuestra exclusión. No obstante, este episodio refleja claramente las barreras que enfrentamos dentro de la Iglesia, incluso por parte de sus propias autoridades.
La estrategia de Satanás: desaparecer del imaginario colectivo
Usted lucha diariamente contra el demonio. ¿Cuál considera que es su mayor logro?
“Hacer creer que no existe. Y casi lo ha conseguido.”
Esta negación, lamentablemente, también se ha infiltrado en la Iglesia. Hay clérigos y obispos que ya no creen en el demonio, en los exorcismos ni en los males extraordinarios que puede causar. Incluso han olvidado el poder que Jesús nos otorgó para expulsar demonios.
Desde hace tres siglos, la Iglesia Latina ha abandonado prácticamente el ministerio del exorcismo, en contraste con la Iglesia Ortodoxa y ciertas denominaciones protestantes. Como resultado, muchos sacerdotes nunca han visto un exorcismo ni lo han estudiado, lo que los lleva a desestimarlos completamente. Este escepticismo también afecta a numerosos episcopados, algunos de los cuales se oponen abiertamente a este ministerio.
En países como Alemania, Suiza, España y Portugal, ni siquiera hay exorcistas designados, una carencia alarmante.
¿Es diferente la situación en Francia?
En Francia, la realidad es igualmente preocupante. Un ejemplo es el libro de Isidoro Froc, titulado Los exorcistas, quiénes son y qué hacen. Aunque fue traducido al italiano por solicitud de la Conferencia Episcopal Francesa, no menciona en ninguna parte que los exorcistas realicen exorcismos. El propio autor ha declarado en repetidas ocasiones que nunca ha practicado uno ni tiene intención de hacerlo.
De los cerca de 100 exorcistas franceses, solo cinco creen en el demonio y realizan exorcismos. Los demás prefieren enviar a quienes los buscan directamente al psiquiatra. Esta crisis afecta especialmente a los obispos, quienes parecen ser las primeras víctimas de esta decadencia en la fe sobre la existencia del demonio.
¿Qué papel tienen los obispos en la designación de exorcistas?
Según el Código de Derecho Canónico, los obispos tienen la autoridad plena para nombrar exorcistas. Sin embargo, muchos de ellos jamás han presenciado un exorcismo, a pesar de ser responsables de tomar decisiones cruciales al respecto.
Cuando un obispo recibe una solicitud seria de exorcismo y no actúa, incurre en un pecado mortal. Esto lo hace responsable de los sufrimientos de la persona afectada, que en ocasiones puede vivir atormentada durante años, o incluso toda su vida, cuando estos males podrían haberse evitado.
¿Significa esto que la mayoría de los obispos están en pecado mortal?
Mi viejo párroco solía decir que hay ocho sacramentos, y el octavo es la ignorancia. Aunque para cometer pecado mortal debe haber pleno conocimiento y consentimiento deliberado, la omisión de ayuda por parte de muchos obispos es una falta grave.
Si alguien no cree en Satanás, ¿su fe sigue siendo católica?
No. Le contaré una anécdota.
Cuando conocí al Padre Pellegrino Ernetti, exorcista con más de 40 años de experiencia en Venecia, le comenté:
—Si pudiera hablar con el Papa, le diría que demasiados obispos no creen en el demonio.
Al día siguiente, el Padre Ernetti se reunió con Juan Pablo II y le transmitió mi preocupación. La respuesta del Papa fue contundente:
“Quien no cree en el demonio, no cree en el Evangelio.”
¿Significa esto que muchos obispos y sacerdotes ya no son verdaderamente católicos?
No necesariamente, pero se están alejando de una verdad esencial del Evangelio. Aunque técnicamente alguien solo puede ser acusado de herejía si persiste en un error tras ser advertido, en la práctica nadie acusa a los obispos de no creer en el demonio.
Sin embargo, hay obispos y cardenales que, al llegar a sus diócesis, retiran las facultades a todos los exorcistas o afirman que estas son prácticas obsoletas. Este fenómeno refleja una tendencia influenciada por ciertos estudiosos de la Biblia que han distorsionado la enseñanza tradicional.
El impacto de las reformas litúrgicas
El Concilio Vaticano II solo pidió revisar algunos textos litúrgicos, pero esto se desvirtuó al reescribir completamente ciertos ritos, muchas veces empeorándolos. Por ejemplo, el nuevo Ritual de Exorcismos eliminó oraciones efectivas usadas durante más de 12 siglos.
El rito del bautismo también fue alterado, debilitando el exorcismo menor que siempre tuvo un papel fundamental en este sacramento. Incluso el bendicionario sufrió cambios drásticos: se suprimieron todas las referencias a la protección divina contra Satanás y a la intercesión de los ángeles.
Hasta la oración del Padre Nuestro fue traducida erróneamente. En lugar de “líbranos del Maligno”, ahora decimos “líbranos del mal”, diluyendo el sentido original.
El daño es claro: se ha reducido la defensa espiritual contra el demonio, debilitando los rituales que por siglos protegieron a los fieles […]