Procedente de los países fríos y nórdicos, donde es habitual verlos durante todo el año, el árbol de Navidad se conmemora especialmente en Navidad decorándolo con luces, guirnaldas, regalos y adornos de colores, costumbre que se popularizó rápidamente entre otros países. Sobre su origen existen muchas leyendas…
El origen del árbol de Navidad
San Bonifacio
Bonifacio, un monje inglés que organizó la Iglesia francesa, se encontró en uno de sus viajes a un grupo de paganos alrededor de un gran pino justo cuando se disponían a sacrificar a un niño en honor del dios Thor.
Entonces, para detener el sacrificio y salvar al niño, Bonifacio derribó el árbol con un potente puñetazo. A los paganos les dijo que el pino era el árbol de la vida y la vida eterna de Cristo.
Martin Luther
Existe otra leyenda que cuenta que Martin Luther, fundador de la fe protestante, estaba caminando por un bosque en Nochebuena. Le deslumbró la belleza de millones de estrellas que brillaban entre las ramas de los árboles.
Tanto le impresionó la belleza de la visión que cortó un pequeño árbol y se lo llevó a casa de su familia. Con el fin de recrear la misma belleza que había observado en el bosque, colocó luces en todas las ramas.
En aquella época, una gran variedad de pueblos indoeuropeos que se expandían por Europa y Asia tenían a los árboles como una manifestación de las energías fecundadoras de la Madre Naturaleza, y les dedicaban veneración.
El poderoso roble era en muchos casos el árbol rey. Una vez llegado el vencimiento de sus hojas, su desolado aspecto se compensaba con diversos ornamentos que trataban de atraer al espíritu de la Naturaleza que se consideraba que había huido.
Según la leyenda, el abeto que resultó milagrosamente ileso después de que un roble que los paganos consideraban sagrado cayera sobre él en la primera mitad del siglo VIII y lo golpeara recibió el nombre de árbol del Niño Jesús.
La forma triangular del objeto representaba a la Santísima Trinidad, con Dios Padre en la cima.
Árbol Moderno de Navidad
Los primeros registros del árbol de Navidad moderno proceden de Alemania y datan del siglo XVI. No llegó a China, Japón, Puerto Rico, Estados Unidos, Francia o Gran Bretaña hasta el siglo XIX.
Entró en España en el primer lustro del siglo XX y desde entonces se ha extendido a la mayor parte de Europa y América Latina.
Desde que se cultiva el abeto, ha habido una leyenda del abeto. En el siglo VIII, en la antigua Alemania, un monje inglés llamado Winfrid cortó un roble que se utilizaba en el paganismo para sacrificar personas.
Un abeto apareció milagrosamente en ese mismo lugar y, como resultado, el cristianismo adoptó el abeto como símbolo.
Los bretones (grupo celta de Bretaña)
Parsifal, miembro de la Mesa Redonda del Rey Arturo, se topó con el árbol de Navidad mientras buscaba el Santo Grial, también conocido como el cáliz de la Última Cena de Jesús.
Según la leyenda, el caballero vio un árbol cubierto de luces brillantes que se movían como estrellas. Goethe, autor alemán, también hizo referencia a un frondoso arbusto lleno de caramelos y figuras religiosas en su libro Werther.
El antepasado más antiguo conocido de nuestra tradición parece haberse originado en la Alemania de principios del siglo XVII. La tradición de decorar un árbol por Navidad en 1605 se popularizó rápidamente en todo el mundo.
Los primeros árboles de Navidad llegaron a Finlandia en 1800, a Inglaterra en 1829, y el castillo de Windsor se decoró con un árbol en 1841 por orden del príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria.
Durante la época colonial, la costumbre del abeto decorado se trajo directamente de Inglaterra a Estados Unidos. Se atribuye al nativo de Ohio August Imgard la colocación del primer árbol de Navidad en 1847.
Desde entonces, la cultura estadounidense ha marcado la pauta en el diseño de la decoración navideña. En parques, centros comerciales, tiendas, calles y hogares, árboles de diversos tamaños acaparan la atención. No importa si es artificial, natural, seco, fresco, blanco o verde; lo que importa es que esté decorado cada año.
Leyenda europea sobre el árbol de navidad
Una leyenda europea afirma que un niño buscaba cobijo en una fría noche de invierno, y de ahí procede gran parte de la costumbre del árbol de Navidad. Fue alimentado por un leñador y su esposa, que lo acogieron en su casa.
El niño, que era el niño Dios, se transformó durante la noche en un ángel vestido de oro. Cogió una rama de un pino y dijo a los ancianos que la plantaran por su bondad, prometiendo que daría frutos todos los años. Aquel árbol produjo manzanas de oro y nueces de plata, como se le había predicho.
Para animar a los buenos espíritus que residían en ellos a reaparecer rápidamente, los germanos vestían sus árboles en invierno (cuando perdían las hojas). Las manzanas o las piedras pintadas eran los adornos más populares. Se cree que fue aquí donde se originaron los adornos.
Alrededor de 1750, en Bohemia se introdujeron las bolas de cristal. En el siglo XIX, la costumbre del árbol se extendió por Europa y América. El árbol en sí recuerda el fruto que Adán y Eva consumieron en desobediencia a Dios del árbol del Paraíso (cf. Gn 2:9-17).
El árbol sirve entonces como recordatorio de que el pecado es la causa de nuestra desgracia. Además, sirve como recordatorio de que el Mesías, cuya llegada estaba profetizada, nacerá de Santa María y nos traerá el don de la paz.
Las Luces sirven como recordatorio de que el Señor Jesús es la luz del mundo, que ilumina nuestras vidas y las aleja de la sombra del pecado mientras nos dirigimos a la Casa del Padre.
Hace dos mil años, en Belén, una estrella se detuvo sobre el lugar donde se encontraba el niño Jesús, junto con María, su Madre. Este acontecimiento causó gran alegría a los Magos (ver Mt 2, 9 – 10).
Hoy, una estrella se posa sobre nuestro árbol para recordarnos constantemente que el nacimiento de Jesús ha traído verdadera alegría a nuestras vidas.
Los Regalos colocados a los pies del árbol
Representan los dones que los Magos utilizaron para adorar al Niño Dios. También sirven para recordar que Dios Padre amó tanto al mundo que dio a su Hijo unigénito para conceder la vida eterna a todo el que crea en Él.
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