Nuestra habilidad de ver es la más fuerte de nuestros sentidos. Lo que vemos penetra nuestra conciencia y nos puede llevar a la bondad o a la maldad. El medio visual es tan atractivo y popular porque llega al centro de nuestra alma, del ser humano.
Nuestra habilidad de ver es la más fuerte de nuestros sentidos
Cuando los publicistas quieren guiarte hacia su producto buscan una imagen o video que se quede en tu interior.
El Rey David escribió en el Salmo 69 con respecto a aquellos de carácter malvado:
“Sus ojos se oscurecen al ver.” ¿Cómo ver puede escurecer los ojos?
El midrash explica que lo que ven es “oscuro.” Lo que escogieron observar los llevo a involucrarse en actividades oscuras y corruptas. Como decimos en el Shema “y no te desviaras de ellos siguiendo tus ojos y siguiendo tu corazón” (Números 15:39) – Nuestros ojos nos pueden desviar.
Los justos por el contrario “verán y se regocijarán (Job 22:19).”
Esto quedó ejemplificado en la persona de Moisés, quién, escribe el Midrash, cuando buscó sentir el dolor de sus hermanos esclavizados dejo el palacio del faraón para ir “hacia sus hermanos y vio su peso (Éxodo 2:12).”
La empatía de Moisés nació de atestiguar la esclavitud de primera mano y en ese momento su ascenso espiritual comenzó. (Yakult Shimoni, Salmos 69).
La fórmula es sencilla
Si quieres actuar positivamente, mira hacia cosas positivas. Si quieres hacer actuar negativamente mira hacia cosas negativas. Lo que vemos puede dejar una impresión indeleble en nosotros, una que moldea nuestros valores y motiva nuestras acciones.
Por supuesto, mientras las imágenes de cualquier tipo pueden afectarnos, es la realidad la que nos da una vista más vívida.
Una película sobre la bondad, por poderosa que sea no nos va a afectar tanto como presenciar la bondad en persona. Si realmente queremos crecer, ya sea en empatía como Moisés o en cualquier otra área, buscar y observar a aquellos que destacaron es la mejor forma de influenciar nuestras acciones.
Si escogemos ver eventos que nos inspiren a crecer espiritualmente no podemos sino aspirar a algo más grande.
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