La «logística» de un Cónclave no está diseñada según pareceres particulares ni modas pasajeras sujetas a la improvisación. La tradición litúrgica -fijada tras la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II- señala con gran precisión las normas y ritos que deben seguirse. Estos están en el Libro de los Ritos del Cónclave.
Normas y ritos que fijan el desarrollo del Cónclave Papal
El primer aspecto que se subraya en este libro es la importancia que tiene el Cónclave, ya que supone la elección del Romano Pontífice. Después, centrándose en la Misa que antecede al ingreso en el Cónclave, se dedica todo un capítulo a exponer los ritos y rúbricas de esta celebración eucarística.
En el capítulo II se exponen los momentos más significativos del acto solemne de entrada en el Cónclave con el juramento específico que realizan los cardenales.
Cómo deben llevarse a cabo las votaciones y el escrutinio de los votos, también está sujeto a un orden que hay que observar con exactitud, así como los ritos que proceden y siguen, tanto el momento de la aceptación del elegido como Romano Pontífice como su proclamación.
Urbi et Orbi
El libro de los Ritos del Cónclave concluye, en el capítulo V, con el solemne anuncio de la elección del Papa y su primera bendición «Urbi et Orbi».
Siempre en conformidad con la Constitución Apostólica “Universi Dominici Gregis” (promulgada por Juan Pablo II), Benedicto XVI ha introducido algunas novedades con el fin de mejorar el desarrollo del Cónclave.
Por ejemplo, en la misa “Para elegir al Romano Pontífice”, se prevé que participen todos los cardenales, no solo los electores.
Otra novedad es dónde debe llevarse a cabo el Rito del Ingreso en el Cónclave y del Juramento de los cardenales: la Capilla Paulina es el lugar concreto previsto para estos dos actos.
El primer cardenal
Preside el acto el primer cardenal por orden y antigüedad. La norma establece que, en esta ceremonia, el primer cardenal por orden y antigüedad, preside el acto, que comienza haciendo la señal de la cruz y pronunciando las siguientes palabras:
«El Señor, que guía nuestros corazones en el amor y la paciencia de Cristo, esté con todos vosotros”
Tras esta breve oración, el cardenal Re invitará a todos los reunidos a comenzar la procesión hacia la Capilla Sixtina, lugar de reunión del Cónclave, con estas palabras:
“Venerables hermanos: después de haber celebrado el divino misterio, entramos ahora en Cónclave para elegir al Romano Pontífice.
Toda la Iglesia, unida a nosotros en oración, invoca constantemente la gracia del Espíritu Santo, para que sea elegido de entre nosotros un digno Pastor de toda la grey de Cristo.
El Señor dirija nuestros pasos en la vía de la verdad, a fin de que, por la intercesión de la Beata Siempre Virgen María, de los Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los Santos hagamos siempre aquello que sea de su agrado”
Tras esta oración, los cardenales caminan en procesión hacia la Capilla Sixtina, procedidos por el ministro que lleva la Cruz, el coro y los ceremonieros, el secretario del Colegio de Cardenales y el eclesiástico que dirigirá la meditación a los cardenales electos.
La comitiva la concluye un diácono, revestido con alba y estola, que lleva el libro de los evangelios, y el cardenal Re junto al maestro de ceremonias.
Letanía de los Santos
Durante la procesión los cardenales cantan la Letanía de los Santos -oración que en las celebraciones de la liturgia latina tiene una destacada importancia y en la que se recuerdan a algunos santos de Oriente y de Occidente-.
Para concluir con el himno “Veni Creator Spiritus”, cuando los cardenales están ya reunidos en la Capilla Sixtina.
En el cántico de la letanía de los Santos se han introducido nombres no citados habitualmente, pero que corresponden a la Iglesia universal como:
- Los Patriarcas y Profetas Abraham, Moisés y Elías;
- San Marón del Líbano;
- San Frumencio, de Etiopía y Eritrea;
- Santa Nina de Georgia;
- San Gregorio el Iluminador, de Armenia;
- San Patricio de Irlanda, y otros santos que representan a diversos pueblos de la tierra como los mártires de Canadá, de Uganda, de Corea, de Oceanía;
- Santa Rosa de Lima, por América Latina, y algunos Papas entre los que se encuentra San Pío X.
El solemne juramento de los cardenales, ya dentro de la Capilla Sixtina, sigue la fórmula establecida en la Constitución Apostólica “Universi Dominici Gregis”: cada uno de ellos, posando la mano sobre el evangelio, dice la formula prescrita.
Extra omnes
Cuando el último de los cardenales electores ha terminada de prestar juramento, el maestro de ceremonias dice la formula tradicional «Extra omnes» y aquellos que no participan en el Cónclave abandonan la Capilla Sixtina.
Presente todavía el maestro de ceremonias, el cardenal Prosper Grech pronuncia la meditación a los cardenales electos que tiene que versar sobre el grave deber que tienen ante si de elegir al Papa, moviéndose con rectitud de intención, buscando solo cumplir la voluntad de Dios, y mirando únicamente al bien de toda la Iglesia.
Tras esta exhortación, el cardenal re-propone al Colegio de los Electores que accedan a la primera elección del Cónclave.
El Oscuro Origen de los Cónclaves Papales