El nacimiento del ser humano
Según la mitología nórdica, los tres dioses descubrieron dos troncos humanoides mientras paseaban por la orilla de un río. Los dioses se acercaron entonces a los dos troncos y les dieron vida.
La mujer estará hecha de «Embla», un olmo, mientras que el hombre fue hecho de uno de los árboles «Ask», un fresno de la misma especie que Yggdrasil.
Los tres dioses le proporcionarán la chispa divina que transformará estas maderas en un ser humano vivo, igual que hace el hada madrina con Pinocho en los cuentos de Disney cuando agita su varita mágica adornada con una estrella.
- Odín le dará el espíritu, la sangre vital y el alma;
- Ve (Lodur), la sangre y los huesos;
- y Vili (Hönir), la inteligencia (manas) y los sentidos conscientes, que le permitirán realizar experimentos en el mundo manifestado para acercarse al reino eterno.
La mente pura es metafóricamente igual a la serpiente del gran árbol, al igual que el ser humano es fractalmente un Yggdrasil a diferente escala. Es la conexión que mantiene los reinos celestiales conectados con la tierra y permite a los humanos comunicarse con los dioses.
La estructura tripartita de la filosofía griega -cuerpo (Soma), alma (Psique) e inteligencia- es análoga a esta visión (Nous).
Un elemento simbólico intrigante es la formación de la partícula, que se corresponde con la letra inicial de la palabra «señor», el apelativo por el que se conoce a Odín y a sus hijos, cuando se combinan las primeras letras de los árboles Ask y Embla.
Como resultado de la unión íntima entre un hombre y una mujer, el ser humano comparte el mismo origen divino que los dioses.
Hacerse preguntas importantes y llegar al conocimiento de lo intemporal a través de la razón son dos rasgos que definen al ser humano.
Ask
El término «Ask» es un juego de palabras con la palabra inglesa del mismo nombre, que significa indagar. El hombre, por su nombre, sigue siendo un preguntón que busca comprender la verdad.
Las grandes figuras históricas de su época pueden haber sido destruidas junto con sus barcos por los vikingos porque originalmente eran de madera. Porque los cuerpos y las actividades de las personas debían ser el combustible que mantenía encendido el fuego eterno de los dioses de Midgard.
Bifrost
El Puente Arco Iris Bifrost, que une Asgard y Midgard, permite a los dioses conversar con el reino humano.
El puente es un símbolo fundamental; por ejemplo, Antahkarana entre los hindúes simbolizaba la conciencia, permitiendo unir conscientemente el mundo del ser, donde residen los dioses, donde reside la deidad en cada uno, con la personalidad, o la máscara, con la que este ser celestial aparece en la vida.
El deber de crear este puente dentro de uno mismo, desde la base, para conectar los dos mundos del cielo y la tierra, recaería en el ser humano.
Heimdall
El puente estará protegido por Heimdall, otra deidad muy significativa asociada al Bifrost. Es una representación de la voluntad en movimiento, preparada para reunir a los dioses para la batalla cuando los gigantes se acerquen a Asgard con su casco de carnero y su cuerno resonante.
La chispa sagrada que enciende el fuego eterno que está latente en el corazón de todo ser humano, Heimdall es el padre de la humanidad consciente, no de su cuerpo o alma.
Se asemeja al daimon socrático, la voz de la conciencia, en el sentido de que llama constantemente al héroe interior para que proteja lo intemporal del daño que suponen la inercia y la codicia. La persona humana responderá a este llamamiento intentando unirse a los dioses y convertirse en un héroe.
Asgard será el hogar de los hombres y mujeres que vivieron su vida de forma heroica, así como Hellheim es el lugar de las almas en la miseria y la región del olvido donde residirán las personas astutas, mentirosas, egoístas y sin valor.
Estos fueron algunos de los recuerdos que Volpa le dio a Odín, entre muchos otros.
Cultura guerrera
Los pueblos nórdicos tenían un fuerte sentido de la cultura guerrera. La vida se regía por una lucha interminable; enfrentarse a la dualidad, participar en este conflicto entre los deseos y lo eterno, transformaba la madera lanzada en una entidad viva.
La vida de los vikingos estaba formada por su valiente defensa de principios y virtudes intemporales, y tuvo un impacto en toda Europa y en la civilización occidental moderna.
Quizá podamos tener en cuenta algunas de estas lecciones y aplicarlas a nuestra vida cotidiana.
Luchar contra los gigantes hijos del hielo que ocupan a cada uno de nosotros y que no son más que la avaricia, la mentira, la pereza, el materialismo, el egoísmo y todas las demás formas de separación que nos desgarran como especie y como individuos mientras escuchamos el grito de Heimdall.
Tal vez así podamos devolver a este mundo -que se parece al infierno de Hellheim- el brillo de la Tierra Media, iluminado por las acciones nobles, las verdades eternas y las ambiciones elevadas.
Con información de Revista Acropolis
