Un amanecer de Semana Santa, el aire fresco de Bruzual revela historias que emergen desde las profundidades de la Montaña de Sorte. Esos días y especialmente el 12 de octubre, esta región del estado Yaracuy se transforma en un mágico epicentro espiritual de Venezuela, atrayendo a devotos, curiosos y escépticos.
Semana Santa en la Montaña de Sorte: Espíritus, rituales y la Diosa del amor
En la región Centro Occidental de Venezuela, Yaracuy emerge con sus misterios y leyendas. Su biodiversidad, compuesta por un paisaje exuberante, una flora inmensa y una fauna sin parangón, ha inspirado a científicos, escritores y artistas. Son las mismas tierras que vieron nacer a notables periodistas, juristas y poetas, quienes, cautivados por su belleza, plasmaron en sus obras la riqueza de su tierra.
La diosa y sus acompañantes
En este rincón casi mitológico, entre corrientes de agua cristalina, se levanta la figura de María Lionza, la Diosa del amor y la fortuna. Ella, en comunión con el Negro Felipe y el cacique Guaicaipuro, forma parte del trío espiritual que, desde hace generaciones, es venerado con ceremonias a orillas de los ríos Sorte y Quibayo.
El eco del tambor, los cánticos fervorosos, las velaciones y la pólvora anuncian la presencia de estas deidades. Los devotos esperan ser tocados por el espíritu de estas figuras mitológicas, mientras los curiosos buscan entender el fenómeno espiritual que desafía la realidad.
Un viaje espiritual
Cada año, la montaña se llena de creyentes, dispuestos a vivir la experiencia de conectar con el más allá. En medio de un ambiente enigmático, se manifiestan ritos que rinden culto a los muertos, o al menos a sus espíritus. Esos días, la montaña se llena de tambores, cánticos y oraciones, creando una atmósfera difícil de describir.
El frenético compás africano de los tambores, mezclado con el humo del tabaco, crea un manto que cubre el lugar. Los espíritus toman posesión de los cuerpos, mostrándose en formas grotescas, mientras los «bancos» actúan como protectores, bañando los cuerpos con licor.
A medida que la noche avanza, los espíritus comienzan a hablar. Predicen, guían y advierten, dejando a los más creyentes en un estado de asombro. Luego, caminan sobre brasas ardientes, desafiando la lógica y la física, sin presentar quemaduras o heridas al concluir el ritual.
María Lionza: Icono nacional
Esta deidad no es solo un mito. Representa a la mujer, mostrando su fuerza y espiritualidad. La escultura de Alejandro Colina en Caracas muestra a María Lionza montada en una danta, simbolizando el poder femenino y su papel esencial en la humanidad.
Orígenes de la devoción
Gilberto Antolínez, en 1939, documentó la leyenda de María Lionza, describiendo cómo la tribu Jirajara-Nívar había profetizado la llegada de una doncella con ojos misteriosos, cuya mirada desencadenaría el surgimiento de una serpiente monstruosa. Esta es solo una de las muchas versiones de la historia de María Lionza, pero todas convergen en su importancia como símbolo de la raza venezolana.
El culto a María Lionza y las otras deidades va más allá de simples creencias. Es una tradición arraigada, una mezcla del pasado indígena, africano e hispano de Venezuela. Y aunque la existencia real de estas figuras pueda ser cuestionada, su influencia en la cultura venezolana es innegable. Es un mito que, en la Montaña de Sorte, se siente tan real como el aire que se respira.