El miedo es un componente inescapable de la condición humana. Muchas de nuestras acciones, especialmente cuando actuamos sin plena consciencia, están moldeadas por el miedo. Vivimos intentando eludirlo, anhelando no sentirlo. Paradójicamente, el miedo a sentir miedo puede llegar a ser el director de nuestras vidas.
El miedo como parte de nuestra condición humana
Transformándolo en un aliado para la supervivencia
La influencia del miedo varía enormemente dependiendo de si es un miedo objetivo o real, es decir, un miedo desencadenado por una amenaza que necesita de una respuesta inmediata. Imagina sentir la aproximación de un toro durante el encierro de San Fermín.
Esta amenaza inmediata proporciona el combustible necesario para reaccionar, para sobrevivir. Es un proceso instintivo y automático. Un miedo que, aunque simple, es a la vez complicado, liberando un torrente de sustancias químicas como adrenalina, estrés y cortisol.
Este tipo de miedo es esencial en momentos de amenaza inminente, ya que nos impulsa a responder de inmediato.
Una de las ventajas de este miedo es que nuestro cuerpo libera y consume toda esa energía, gastando ese combustible, hasta que la situación se resuelve.
El miedo subjetivo: cuando el miedo no resuelve la situación
Este es el tipo de miedo que debemos aprender a manejar para aspirar a una vida feliz. Tomemos como ejemplo a un niño que creció durante el holocausto nazi. Este niño experimentó mucho miedo, pero no contaba con las herramientas o las circunstancias necesarias para resolver con éxito la situación.
Es un miedo más subjetivo, una carga emocional que se almacena en el cuerpo. A diferencia del toro en el ejemplo anterior, que lucharía o huiría ante la amenaza, a este niño no se le permitió actuar.
Este es el tipo de miedo que surge en nuestras vidas sin una causa aparente. A menudo, resulta más difícil entender por qué se activa.
El miedo puede ser manejado
Siempre que sintamos que podemos escapar de él, podemos aliviar la amenaza que lo provoca. Reconocer las ventajas del miedo puede traernos un sentido de claridad mental. Cuando el miedo no es útil, puede desencadenar una hiperactividad o paralizarnos.
Estrategias para manejar el miedo
- Toma pequeños riesgos que puedas asumir estableciendo metas alcanzables.
- Permite sentir el miedo y actúa de todos modos.
- Busca formas creativas de transformar ese miedo en resistencia. La escritura puede ser un buen ejemplo.
- Acepta el miedo en lugar de evitarlo.
- Procede con paciencia y constancia.
- Limita la cafeína, azúcares, carbohidratos y cualquier otro químico que pueda intensificar el miedo.
- Evita añadir más presión para no entrar en un estado de shock.
- Permítete experimentar la emoción.
- Comparte tus sentimientos con personas de confianza.
- Prioriza la consciencia sobre la mente.
- Evita críticas tóxicas.
- Convéncete de que SIEMPRE TIENES OPCIÓN.
- Emprende acciones creativas con consciencia.
- Aprende a distinguir cuándo el miedo es útil y cuándo es perjudicial.
- Incorpora el miedo en tu rutina diaria.
- No uses el miedo como excusa.
Es vital entender al miedo como un aliado indispensable para sobrevivir en situaciones que de otra manera no podríamos resolver. Aceptar e integrar el miedo de una manera saludable es la clave.
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