Un péndulo se balancea de izquierda a derecha. De derecha a izquierda. La imagen va y viene en silencio hasta provocar una especie de sueño. Raquel Centeno, mujer delgada, cabello negro, largo y rizado, tiene sus ojos cerrados. Está en trance y visita con su mente un lugar calmado. Está hipnotizada.
Maneras curiosas de combatir enfermedades
Respira y exhala. Ve paisajes. Música suave suena de fondo. Primero vislumbra colores y poco a poco, como fotos en movimiento, ve mucho más claro. La mujer no está inconsciente ni soñando. La hipnosis, a través de una terapia de regresión, la lleva a una vida anterior.
Raquel empezó a ir a terapias por miomas en el útero. Temía no poder ser madre. En el camino a su pasado descubrió por qué desde niña le tenía terror a los gusanos. Entendió por qué su personalidad fue siempre sobre-protectora y pudo sanar problemas emocionales que frenaban su avance en la vida.
La terapia floral, las regresiones y la programación neurolingüística le ayudaron. Estas son solo algunas de las formas más extrañas de curar o tratar enfermedades en Nicaragua, aunque no todas están avaladas por estudios clínicos o autorizadas formalmente por el Ministerio de Salud.
Orina y bacterias
El desecho es lo que el cuerpo ya no puede procesar; materia llena de toxinas que, a criterio de expertos en medicina alternativa, aún puede curar. Una de ellas es la orina.
William Chacón, doctor egresado de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en León y especialista en Salud Pública en Cuba, recomienda a sus pacientes tomar su propia orina por las mañanas. «Puede ser en té, diluida con agua, ligada con otras sustancias o totalmente pura», receta.
Según él, la sustancia contiene compuestos no solamente tóxicos sino también vitaminas y hormonas que estimulan la producción de glóbulos rojos; él asegura que personalmente vio la evolución de una paciente con leucemia, quien se curó combinando las terapias de orina y la medicina convencional (quimioterapia).
Beber orina no es la única forma de curar en que los pacientes ingieren o permiten la introducción de materia biológica a su organismo, existe otra forma llamada «homeopatía», o como la definen los médicos, «terapia de lo similar».
En esta ciencia, que se desarrolló por el médico alemán Samuel Hanneman, se seleccionan diversos compuestos de origen químico, vegetal, animal y biológico, que una vez que entran al organismo actúan con síntomas similares a la enfermedad y así la curan.
Lo semejante se cura con lo semejante
Explica el doctor Juan Diego Pérez, homeópata certificado en Costa Rica, quien asegura que el fundamento de esta ciencia es que cualquier sustancia que puede producir una totalidad de síntomas en un ser humano sano, puede curar esa totalidad de síntomas en otro ser humano enfermo.
Los medicamentos que se usan en homeopatía están designados para cada problema y han sido probados en personas sanas, para luego darse a enfermos y sanarlos.
Agua marina
En 2003, «Baltasar» cosechó las consecuencias de una vida de alcohólico: cirrosis. Tenía el estómago crecido, el hígado no le funcionaba, no podía caminar, tenía que tomar diuréticos y drenarse al menos dos litros de líquido por semana. «Estaba prácticamente inválido», recuerda.
La doctora María Teresa Ilaris, médico internista, le orientó tomar una curiosa receta de medio litro de agua de mar por día y al cabo de un mes el señor se desapareció de las consultas.
El agua de mar es otro método de cura que se usa en el país y contrario a lo que puede pensar, no deshidrata al organismo. Más bien ayuda a todo tipo de pacientes, a todo tipo de enfermedades e incluso a los deportistas para estar más sanos y tener mayor rendimiento, según la doctora.
Ilaris, de origen catalán, reside en Nicaragua desde los años ochenta; cuenta que el agua de mar le ha ayudado a sus pacientes hipertensos, cardiópatas, diabéticos. A quienes padecen de cáncer, gastritis, amigdalitis, neumonía, reumatismo y hasta quienes tienen insuficiencia renal crónica.
— El agua de mar tiene un efecto estimulante de todas las células, tiene todos los minerales y elementos de la tabla periódica, actúa como coenzimas y hace que los órganos empiecen a funcionar mejor. Y no solo eso, también ayuda a mejorar la nutrición, asegura.
— Cuando fui a buscar a ese paciente, me lo encontré trabajando, completamente curado e incluso cargando equipos pesados. Esto y más se puede lograr ingiriendo el agua de mar, asegura la doctora, quien ha fusionado esta terapia con la medicina convencional y cree fielmente que una persona se puede sanar tomando esta agua en una práctica que se conoce como talasoterapia.
Imanes atraen energía negativa
Utilizan los pies como mapa. Ambas plantas perfectamente simétricas les señalan una parte del cuerpo. Los biomagnetistas siguen la teoría del mexicano Isaac Goiz Durán, quien definió «pares biomagnéticos» y dibujó ese mapa de su localización en el pie humano.
«El biomagnetismo médico es una terapia diagnóstica y terapéutica», explica Silvia Centeno, especialista en esta terapia. Este «par biomagnético» se refiere a dos órganos que están en desequilibrio energético y producen una enfermedad. Al tocar el terapeuta en los talones, o plantas del pie, se produce dolor en el órgano u órganos que conforman ese «par».
La cura con imanes se basa en la energía del organismo de acuerdo con Centeno. — Todas las células están cargadas con polaridad. Cada enfermedad se ubica en dos órganos distintos, que tienen carga negativa y positiva, pero de forma desequilibrada, dice.
La terapia consiste entonces en encontrar estos órganos y luego colocar los imanes: uno con carga positiva donde está negativo y viceversa. «Entonces el organismo absorbe la energía que necesita por un lado y por otro desecha lo que le sobra. De esta forma recobra su equilibrio y la enfermedad se va», señala Centeno.
El biomagnetismo promete una mejoría rápida. «Se curan en tres o cuatro sesiones. Un dengue o gripe se puede sanar con una sola sesión. Hay 700 pares de enfermedades. De hecho, aquí hemos curado hasta cáncer», afirma la especialista.
No todo está en el cuerpo
Dynarcelia López es psicóloga clínica, pero trabaja también con psicología transpersonal, es decir que no solamente se centra en las afecciones del cuerpo y la mente, sino que toma en cuenta al espíritu, «que es lo que somos en todo el sentido del ser».
Desde esta visión asegura identificar una fórmula que sana diferentes enfermedades físicas, bajo la teoría de que todo padecimiento es creado por un «bioshock», es decir alguna emoción, dolor o daño tan fuerte, que es bloqueado por el subconsciente y asimilado por el cuerpo en forma de enfermedad.
— Una de las terapias en las que me apoyo es la regresión. La ventaja que tengo es que utilizo la hipnosis ericksoniana, nunca perdés tu conciencia. Solo regresás a momentos anteriores traumáticos. Si el trauma se sana, se sanan las heridas y la enfermedad desaparece, dice la especialista, quien hizo la mayoría de sus estudios en la Facultad Libre de Altos Estudios Paracientíficos, de Barcelona, España.
Regresiones
Algunas personas llegan a su consulta con una idea fija: «Quiero que me haga una regresión».
Ella no accede, pues asegura que no trabaja para satisfacer curiosidades. — Esta es solo una de las terapias que pueden ayudar a sanar. Y es un recurso que utilizamos cuando intentamos otras alternativas y vemos que necesitamos algo más, porque a veces el problema no está en esta vida, sino en anteriores-, explica la psicóloga.
En su consultorio, asegura que se han sanado muchas enfermedades, incluyendo el cáncer. Un caso singular fue el de un niño a quien le extirparon un tumor, pero su mamá se negó a las quimioterapias y radioterapias, pues ya había perdido de forma muy dolorosa a otro familiar en iguales circunstancias.
— Yo no curo, yo no sano, quien lo hace es Dios, la fe y la capacidad de dejar de limitarse en cada uno. Al niño le daban de cinco a ocho meses de vida. Trabajamos con acupuntura, terapia floral e imanes. A los tres años se le hizo una tomografía y el médico dijo que ni siquiera tenía vestigios de haber tenido cáncer. Hoy el chavalito tiene 8 años-, dice Dynarcelia.
Raquel Centeno por su parte, asegura que también logró curar traumas que surgieron en vidas pasadas después de hacer regresiones y terapias en este consultorio.
— Yo era profesora de una escuela rural, les enseñaba a varios niños de distintas edades a leer y escribir. Llegaron dos militares mientras yo impartía la clase. Me dijeron algo que no recuerdo y me tiré debajo de la mesa. En ráfaga delante de mi mataron a todos los niños. Yo no hice nada. No hablé, no grité. Y ellos solamente me dejaron viva-, describe.
La mujer que ve Raquel sintió tanta culpa que se unió a la guerrilla, según le revelaron las regresiones. Luego cayó en una trampa donde otras personas, que ya eran cadáveres, también habían caído: en su desesperación por vivir llegó a comer gusanos que salían de los cuerpos putrefactos.
«Yo no creo en las coincidencias, todo lo que vi fue real. Lo sé porque apenas lo descubrí, pude superar”, indica Raquel.
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