Desde su inauguración, el 24 de agosto de 1962, el gigante de hormigón y acero de Suramérica, sobre el Lago de Maracaibo, ha sido testigo de personas que deciden lanzarse para acabar con su vida. Muchos son los mitos y las leyendas, lo cierto es que nadie ha logrado sobrevivir ante semejante caída libre.
Maldición de la Pila 21 del Puente Lago de Maracaibo
Eran las 10:00 am cuando después de estacionar su camioneta a la altura de la pila 21 del Puente Rafael Urdaneta sobre el Lago de Maracaibo, Jesús Bravo, un empleado de una operadora de cables por suscripción decidió finalizar su vida lanzándose sin pensarlo dos veces, al vacío, para aterrizar en las traicioneras aguas 60 metros más abajo.
El hombre no dejó una carta de despedida, nadie supo a cabalidad cuáles fueron los motivos para que Bravo se sumara al más de centenar de personas, que han decidido quitarse la vida de esta misma manera, esa mañana del 2 de noviembre del año 2005.
Desde su inauguración, el 24 de agosto de 1962
El gigante de hormigón y acero de Suramérica, sobres las pasivas aguas del Coquivacoa ha visto caer muchas almas, que sin mediar se lanzan para acabar su existencia, muchos son los mitos y las leyendas que se esconden sobre esta práctica siniestra, lo que sí es cierto es que nadie ha logrado sobrevivir ante semejante caída libre.
Nadie supo explicar por qué la Pila 21, si sus hermanas (20, 22, 23, 24, 25, 26) cuentan con la misma altura
Nadie ha podido descifrar el misterio, puesto que nadie ha vuelto, por qué Saltar desde este lugar en sentido Maracaibo/COL, hay casos, inclusive, donde vienen en sentido opuesto y pasan al otro lado para hacerlo desde el mismo lugar que muchos de sus predecesores.
Esto ya es normal
Para el teniente Contreras, de la Capitanía de Puertos de Maracaibo, esto ya es normal, le ha tocado rescatar los cuerpos de quienes han saltado desde el Puente en los últimos 20 años, el teniente ha olvidado cuántos ha tenido que rastrear, cuántas horas de su vida ha invertido en darle la vuelta al Lago buscando cuerpos que muchas veces ya están descompuestos.
Ya conoce hasta la bitácora con respecto a las mareas, a las corrientes y al caprichoso comportar de las aguas. Si saltan por las mañanas, sus cuerpos serán arrastrados a las riberas de El Bajo, o la misma Cañada de Urdaneta, si lo hacen por la tarde, se tardarán más en reflotar y seguramente llegarán a las orillas de Santa Rita.
El 29 de agosto de 2007, Cecibel Rivas, con apenas 20 años, decidió poner fin a su vida a las 3:30 de la tarde, al saltar de la impía Pila 21.
La chica vivía en el municipio Santa Rita, cinco días después su familia la identificaría y nunca quiso dar parte a la prensa cuáles habrían sido los motivos para que la jovencita decidiera poner fin a su tan corta existencia.
Su camioneta quedó encendida a un lado de la referida pila, y su dueña días más tarde aparecería extrañamente, por el comportamiento de las mareas, en las orillas de La Arreaga. Luis Contreras, de los bomberos marinos, afirmó que el hallazgo fue avistado por pescadores de la zona.
Poco probable que una persona pudiera sobrevivir a la caída
Unos 60 metros hay desde cualquiera de las pilas del canal de navegación hasta el agua del Lago. Por esa razón advierten los expertos que es muy poco probable que una persona pudiera sobrevivir a la caída.
En una oportunidad, cuenta el teniente Contreras, que tras la búsqueda incesante de un cuerpo que había lanzádose, estaban debajo del Puente tratando de discernir cuál habría sido el rumbo que en su deriva pudo haber tomado el cuerpo inerte, cuando sintieron el estrepitoso golpe de otro cuerpo chocando con el lago, para Contreras, aún no halla con qué comparar el enorme golpe que recibe un cuerpo al entrar en contacto aguas abajo.
“Creo que podría ser como el golpe de dos tablas enormes chocando la una contra la otra con un impulso muy amplio” detalló. Tal es el siniestro paso de las corrientes debajo del puente que a veces no hace falta saltar desde las pilas más altas.
El caso más reciente
Fue el de Juan Carlos Buelva Gaviria, el 19 de abril de este año, que tras detenerse el autobús donde viajaba entre las pilas 8 y 9 decidió saltar, según cuentan las personas que viajaban en el colectivo para lucirse frente a los presentes y ante su novia.
El infortunado cayó y al parecer con vida, pero minutos después desapareció y fue hallado sin vida al día siguiente.
Es tanto el enigma de la Pila 21, que misteriosamente el 6 de julio del 2011, Vicmar Gregorio, de 35 años, un pescador con vasta experiencia intentó socorrer a uno de sus compañeros que se enredó en la red de pesca debajo de la pila y en la intentona, se ahogaron él y otros dos compañeros de labores.
Su familia no lograba entender cómo pudo haber pasado esto, si Gregorio en varias oportunidades habría podido salir de sucesos mucho más peligrosos y en la altura del golfo, en aguas más profundas y de mayor riesgo. “Se lo llevó la Pila”, comentaría un allegado a la prensa, después de haberles entregado el cuerpo.
La Maldición de la Pila 21 es una verdad
Para Oscar Benedetti, quien construyó el Puente, jamás se hubiese imaginado que tras su imponente obra de acero y cemento forjado, se fueran a tejer tantos misterios, desde el mismo momento de que el Esso Maracaibo impactara a sus recién levantadas pilas, los misterios crecieron como hiedras en la memoria de quienes habitan de este lado del país.
Al parecer puede que sean muchas casualidades juntas, sin embargo para otros, la Maldición de la Pila 21 es una verdad que deambula por las calles de la gran ciudad de Maracaibo y el estado en general.
Si no fuera cierto, Alejandro Bohórquez, un ingeniero de 34 años, no hubiese decidido lanzarse desde lo alto de la Pila 21, el 6 de junio del año 2013.
El hombre dejó una nota notificando a quién quedaría su carro, el mismo que detuvo a las 5:17 minutos de la tarde, en el mismo referido sentido: Maracaibo/COL. Su cuerpo fue hallado un día después ya un poco cercenado por las aguas tibias y los peces que se comen lo más blando.
Hasta hoy nadie conoce la razón que tuvo el infortunado para acabar de esa manera. Asimismo, faltaban 8 minutos para que fueran la una de la tarde el día que Jorge Luis Fuenmayor, apagó el motor a la altura de la referida pila, bajó del automóvil y saltó.
Sus familiares declararon a la prensa que el hombre no tenía ningún tipo de problemas mentales y que desconocían el móvil por el cual su familiar había saltado desde el Puente.
Dentro de su automóvil solo dejó una factura de electricidad, ya cancelada, y la de su teléfono móvil, aún pendiente. Según un pariente, Fuenmayor salió sin rumbo de su casa y su última parada fue en el lugar ya descrito, era comerciante, y su familia solo recibió una llamada anónima que les dijo:
“Saltó del Puente, en sentido, Maracaibo/ COL y su cuerpo todavía no ha sido recuperado”.
Muchas son las vidas que han terminado de la misma manera
Desde hace más de cinco décadas, nadie sabe por qué desde la misma pila, por qué en el mismo sentido: Maracaibo/ COL, lo cierto es que ya se hacen innumerables. Ciertamente lo mismo debió haber pensado Yelitza Rincón, de 36 años, que se lanzó del mismo punto, el miércoles 26 de febrero del año 2005.
La mujer —según comentaron sus familiares— dejó una nota en la que describía sus motivos, una deuda de 600 mil bolívares de los viejos, no la dejaba dormir en paz y fue a optar por esta salida tan abrupta.
Según los reportes de los bomberos marinos, al menos unas 10 personas se lanzan al año desde lo alto del Puente sobre el Lago General Rafael Urdaneta los motivos suelen ser diversos y mientras, el misterio crece en torno a la Pila 21.
“Todos parecen estar decididos, premonitoriamente estudian las posibilidades y luego lo hacen” comentó un bombero.
Así lo siguen diciendo los diarios regionales, como aquel 7 de abril del 2013 cuando Douglas Enrique Torres, un taxista de profesión, tomó el destino en sus manos y fue a estrellarse contra las pasivas aguas del Lago a eso de las 2:00 de la tarde.
Dicen que muchos episodios de amor fracturado, las desilusiones, las deudas y el miedo han hecho de la Pila 21 una fatídica salida. Nadie ha podido dar respuestas a los hechos, puesto que de los centenares que han saltado, ninguno ha logrado sobrevivir.
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