Nacida en Nueva Orleans en 1775, Delphine Marie Macarty emergió de una familia distinguida. Hija de Barthelmy Louis Macarty y Vevue Lecomte, creció en un ambiente de privilegio. Su primo, Auguste Macarty, se destacó como alcalde de Nueva Orleans entre 1815 y 1820.
Madame Delphine LaLaurie — La carnicera de Nueva Orleans
La tragedia marcó su niñez; su madre murió durante una revuelta de esclavos en la plantación familiar. En 1800, Delphine se casó con Ramón de López y Angulo, cuya vida terminó abruptamente en La Habana, Cuba, el 26 de marzo de 1804. Posteriormente, contrajo nupcias en 1808 con Jean Blanque, comerciante de esclavos, quien falleció en 1816. Su tercera unión matrimonial fue con el médico Louis LaLaurie, el 25 de junio de 1825.
En 1831, el matrimonio adquirió una mansión de tres pisos en 1140 Royal Street. Delphine se convirtió en una figura central de la alta sociedad de Nueva Orleans, conocida por organizar fastuosos eventos sociales.
Rumores sobre Delphine
Sin embargo, Delphine no era famosa solo por su estatus económico; rumores oscuros se cernían sobre ella, principalmente relacionados con el maltrato a sus esclavos. En 1833, un acto de crueldad inaudita fue presuntamente cometido por ella.
Un incidente involucró a una esclava de ocho años. Mientras cepillaba el cabello de Delphine, un tirón accidental provocó la ira de su ama. La niña, aterrorizada tras recibir un bofetón, huyó hacia la azotea, donde Delphine la persiguió y, en un acto de ira, la arrojó al patio, causándole la muerte. La víctima fue enterrada secretamente en el jardín. Un vecino, testigo del horror, denunció el suceso.
Pero, dada la condición de esclava de la víctima, la policía ignoró el caso. La justicia no inquietó a Delphine ni a su esposo. Sin embargo, un juez enemigo de Louis LaLaurie, al enterarse, impuso una multa de $500.00 dólares al médico y ordenó el embargo y subasta de sus esclavos.
Tras el escándalo, Louis LaLaurie abandonó el hogar y nunca se supo más de él. Los familiares de Delphine, en un intento de controlar el daño, recompraron los esclavos y se los devolvieron. Delphine, frustrada por el abandono de su esposo y la humillación pública, descargó su ira en ellos. Una esclava, asignada a la cocina, fue encadenada y obligada a laborar en condiciones inhumanas, perpetuando el ciclo de abuso y opresión.
La historia de Delphine LaLaurie revela una escalada de horror que sobrepasa lo imaginable. Más allá de su ya conocida crueldad, sus acciones en el ático de su mansión en Nueva Orleans alcanzaron niveles extremos de sadismo.
El ático del terror
LaLaurie llevaba a varios de sus esclavos al ático, desnudándolos por completo, y comenzaba una serie de torturas inimaginables. Inicialmente, los mantenía encadenados durante días, sin alimentarlos. Posteriormente, con ayuda de otros esclavos y capataces, inició una serie de prácticas de tortura sistemáticas.
Esta socialité transformó su ático en una cámara de horrores. Los esclavos eran golpeados salvajemente; algunos hasta la muerte. Los cuerpos sin vida eran enterrados discretamente en el jardín de la mansión.
Los métodos de LaLaurie se refinaron con el tiempo. Colgaba a sus víctimas del techo, golpeándolas hasta quedar satisfecha. Los encerraba en jaulas pequeñas, provocándoles calambres y dolor extremo. Arrancaba las uñas a las mujeres y, en un giro macabro, empezó a desollarlas para crear prendas de vestir.
La crueldad de LaLaurie no tenía límites. Introducía insectos vivos en la boca de sus víctimas o las llenaba con excremento antes de coserlas.
Delphine LaLaurie torturando a sus esclavos
Sus torturas se volvieron aún más extremas. Arrancaba los ojos de sus esclavos, cosía sus párpados y labios, y empezó a amputarles miembros. El ático se llenó con los gritos de dolor de quienes eran mutilados vivos.
LaLaurie realizaba incisiones en el estómago de sus víctimas, exponiendo sus intestinos, y cometía otras atrocidades que parecían sacadas de una pesadilla. Los esclavos supervivientes, encadenados y amarrados, eran testigos del desmembramiento y la decapitación de sus compañeros.
El incendio revelador
El 10 de abril de 1834, un incendio en la cocina de la mansión puso al descubierto estas atrocidades. Los bomberos, acudiendo al lugar, descubrieron no solo el fuego, sino también a esclavos encadenados a la estufa. Este hallazgo llevó a una inspección más profunda de la casa, culminando en el descubrimiento del ático y los horrores que contenía.
El incendio, que parecía haber sido iniciado por los esclavos como un acto desesperado por llamar la atención, reveló la verdad oculta detrás de la fachada de la alta sociedad de Delphine LaLaurie.
La escena en el ático de la mansión LaLaurie superó los límites del horror humano. Los restos putrefactos y desmembrados de innumerables esclavos, junto a otros aún vivos pero mutilados, provocaron reacciones extremas en quienes los descubrieron. Muchos vomitaron, otros se desmayaron o retrocedieron horrorizados. Los esclavos, en un estado de agonía, rogaban por la muerte. Esta vez, la policía no pudo ignorar la situación.
Descubrimiento macabro en el jardín
En el jardín de la mansión, se descubrieron más de setenta y cinco cuerpos enterrados. Delphine LaLaurie, enfrentada a la posibilidad de ser capturada, huyó en un carruaje hacia Bayou. Se cree que pagó al capitán de una goleta para que la llevara a Mandeville o Covington, aunque algunos rumores sugieren que escapó a París o se escondió cerca de Nueva Orleans.
La goleta donde huyó Delphine LaLaurie
El final de Delphine LaLaurie sigue siendo un misterio. Según un artículo del periódico The Daily Picayune de marzo de 1843, falleció en París el 7 de diciembre de 1842, rodeada de amigos y familia. Una placa de cobre descubierta en el cementerio de Père-Lachaise por Eugene Backes, sacristán hasta 1924, confirma su muerte en París.
Tras su muerte, la mansión LaLaurie pasó por diversas transformaciones: bar, tienda de muebles, hotel, edificio de apartamentos y, finalmente, museo. La leyenda urbana afirma que los gritos de los esclavos aún resuenan en sus muros. En 2007, el actor Nicolas Cage adquirió la propiedad, que fue subastada en 2009 por Regions Financial Corporation por $5.5 millones.
La mansión en la actualidad
La controversia sobre Delphine LaLaurie persiste. La investigadora Kalila Katherina Smith dedicó años a reexaminar el caso, basándose en archivos del periódico La abeja de Nueva Orleans. Smith sugiere que, aunque LaLaurie maltrataba a sus esclavos, las atrocidades más extremas podrían ser exageraciones. Sin embargo, muchos historiadores discrepan, sosteniendo la versión de que convirtió su ático en un lugar de tortura y matanza.
La infame historia de Delphine LaLaurie inspiró personajes en videojuegos como «Undying» de Clive Barker y «Deadtime Stories», perpetuando su legado en la cultura popular.
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