Los senderos del Dragón, los caminos de la Serpiente o las líneas Ley son los distintos nombres con las que son conocidas, desde tiempos prehistóricos, unas misteriosas alineaciones de energía, que se localizan en vórtices magnéticos en la mayoría de los lugares sagrados del mundo, como los círculos de piedras o monumentos megalíticos, iglesias, cementerios.
Alineaciones de energía y vórtices magnéticos de la Tierra
Habrían sido construidas con algún propósito desconocido por pueblos prehistóricos y modificadas por el tránsito acuífero de los subsuelos o de las grietas de terrenos que entran en fricción.
Según John Bathurst Deane, en The Worship of the Serpent, el lugar en el que caía un rayo se consideraba en otro tiempo un lugar de poder, que era designado con el nombre abismo o lugar prohibido de la serpiente. Esto vinculaba a la serpiente con la energía eléctrica o electromagnética de la Tierra.
Las alineaciones rectas entre lugares sagrados están consideradas como rutas de energía, como si debajo de la tierra estuviera marcado el camino entre un lugar y otro por una fuente de energía que uniría los lugares sagrados del mundo.
El galés Alfred Watkins (1865-1935)
Anticuario, fotógrafo, arqueólogo aficionado y explorador de lugares antiguos, notó, después de visitar y fotografiar varios lugares en la Gran Bretaña, que estos lugares estaban alineados por todo el Reino Unido, siendo la primera la que lleva su nombre en el condado de Herefordshire.
En 1922 publicaría el libro Early British Trackways. Otro investigador, John Michell, identifico 22 alineamientos, pero sería Watkins quien le pondría el nombre a tales líneas.
La mayor parte de su vida profesional Watkins se la pasaría viajando por toda Gran Bretaña, lo que le llevaría a prestar atención a ciertas alineaciones entre los antiguos centros religiosos paganos tales como túmulos, círculos de piedras, monolitos y algunas iglesias cristianas primitivas, que solían estar construidas sobre restos de santuarios paganos más antiguos.
Las líneas Ley
Watkins acuñó el término de líneas ley, (ley lines) a partir del hecho que, los lugares donde estas líneas se cruzaban o terminaban tenían a menudo nombres que acababan en -ley, -ly o -leigh, (del Anglosajón antiguo, que significa tierra limpia o despejada).
Las líneas Ley pronto ganaron popularidad y afirmaba que estas líneas eran antiguas vías comerciales y procesionales paganas, que conectaban los antiguos lugares sagrados.
Pero como suele acontecer, estas teorías de Watkins fueron rechazadas por la arqueología oficial como fantasiosas, argumentando que los antiguos pueblos de la tierra no poseían los conocimientos necesarios para alinear tales lugares, por lo que la apariencia de linealidad solo se debía a la casualidad.
Pero las líneas Ley pronto ganaron popularidad, y muchas personas de diferentes creencias como los ocultistas y místicos sugirieron que podrían tratarse de líneas de poder, por las que un adepto podría controlar las fuerzas de la tierra.
Esto no gustó a Watkins, pues su idea no era mistificar su descubrimiento, sino demostrar que los antiguos edificadores poseían un vasto conocimiento en la construcción de vías y astronomía.
Los sumerios, que tenían unos conocimientos muy desarrollados de astronomía, astrología, geometría sagrada y matemática, conocían esta red de líneas de fuerza magnética de la Tierra, también conocida como cuadrícula de energía global.
Marcas sumerias
L.A. Waddell dijo que encontró marcas sumerias en una de las piedras en Stonehenge y Alexander Thom, profesor de Ingeniería en la Universidad de Oxford, descubrió que los que construyeron Stonehenge sabían de los principios geométricos y matemáticos Pitagóricos miles de años antes de que Pitágoras naciese.
Thom explicó que las piedras no sólo formaban dibujos geométricos en y alrededor del círculo, también se alineaban a características en el paisaje circundante y a las posiciones del Sol, la Luna y las estrellas más relevantes en momentos determinados.
Como por ejemplo cuando el Sol aparecía o desaparecía en el equinoccio o el solsticio y la Luna estaba en las posiciones extremas de su ciclo. Era un reloj astronómico gigantesco, Pero añadió que era algo más:
¡Era un receptor y transmisor de energía!