Aunque el fenómeno sectario siga siendo bastante desconocido en general por la sociedad, hay una preocupación especial por la captación de los jóvenes, que se muestra en el interés que tienen en ocasiones los padres de familia por este tema o la percepción corriente de que la población juvenil es un público más permeable a la acción de las sectas.
¿Nuestros jóvenes son fácilmente captables por las sectas?
En la década pasada, por ejemplo, un sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas mostraba que para los padres españoles el que su hijo “perteneciera a una secta” constituía algo más preocupante que su posible consumo de drogas, sus relaciones sexuales, su rendimiento escolar o su participación en grupos juveniles de identidad muy marcada (CIS, Actitudes y opiniones sobre la infancia, estudio nº 2621, octubre de 2005).
Cuando se habla de las sectas en los medios de comunicación, en muchas ocasiones se acentúa la incidencia de este fenómeno en la juventud, por las características propias de ésta.
Esta apreciación no va desencaminada, y también los organismos públicos han puesto un especial cuidado en este sector de población, en principio más vulnerable al proselitismo sectario, ya que la transformación de lo religioso en la época contemporánea en las sociedades occidentales afecta más a sus nuevas generaciones.
Hasta la Iglesia católica se hizo eco de esta preocupación, cuando en el documento de la Santa Sede sobre las sectas y nuevos movimientos religiosos se decía, en el año 1986, que “los grupos más vulnerables en la Iglesia, especialmente los jóvenes, parecen ser los mayormente afectados”.
El perfil socio-religioso de los jóvenes, un terreno abonado
Y si de lo que se trata es de desechar tópicos, nada mejor que acercarnos a la realidad de los jóvenes, su identidad religiosa y su búsqueda espiritual a través de los estudios sociológicos y antropológicos.
Mirando a los datos españoles, se constata un importante descenso en la identificación católica de la población juvenil, sobre todo en los que afirman ser “católicos practicantes”, que en una década se habrían reducido a la tercera parte según el Instituto de la Juventud.
Informe Jóvenes españoles 2010
En el informe Jóvenes españoles 2010, de la Fundación Santa María, se afirma que “la religión sigue ocupando uno de los últimos lugares en una escala de valoración de las cosas más importantes para los jóvenes”, y es este estudio en el que nos fijaremos para ver algunos datos de interés sobre la cuestión espiritual en los jóvenes de España.
Se observa, en primer lugar, un importante componente de individualismo y subjetividad en la identificación y búsqueda religiosa, que prima la propia experiencia o el bienestar sentido por encima de la racionalidad de las propuestas espirituales, en una situación de “religión a la carta”.
Desde ahí pueden entenderse los datos numéricos que llaman la atención y que ahora resumimos.
- El 69,5 % cree que es posible vivir la fe de forma individual, sin comunidad de referencia alguna, y la mitad de los jóvenes defienden que debe vivirse de forma privada, respondiendo a su propio carácter privado.
- En el apartado de creencias se dice que el 19,8 % de los jóvenes españoles cree en la reencarnación… ¡un punto por encima de los que dicen aceptar la resurrección de los muertos! Es un detalle muy significativo.
- Cuando se les pregunta a los jóvenes sobre su concepto de Dios, aparecen como comúnmente aceptadas respuestas muy impersonales: una divinidad como lo positivo que hay dentro del ser humano, “algo superior”… y, sobre todo, “fuerzas y energías en el universo que influyen en la vida” (41,2 % de los encuestados).
Esoterismo y las paraciencias
También es muy interesante lo que ofrece este informe en torno al esoterismo y las paraciencias.
Consultados sobre si “hay o podría haber algo de verdadero” en las siguientes técnicas, responden afirmativamente con estos porcentajes: en los horóscopos y astrología un 34,7 %, en las diversas formas de adivinación un 24,7 %, en los curanderos o sanación por poderes un 18,7 %, y en la comunicación con el más allá un 14 %.
Por lo tanto, el descenso en la pertenencia religiosa avanza en paralelo con el crecimiento de las supersticiones, la credulidad y el interés por lo oculto.
Cuando se vive la espiritualidad como consumo
Con el provocativo título de Consumiendo religión, los antropólogos Mar Griera y Ferrán Urgell publicaron hace una década un estudio muy interesante sobre la difusión que tienen entre el público juvenil la gran variedad de ofertas espirituales más o menos identificadas como tales y que englobamos dentro de la Nueva Era.
Nuevas formas de religiosidad
Las características principales de las nuevas formas de religiosidad –y de su éxito entre los jóvenes– son las siguientes:
- La ausencia de dogmatismo y ortodoxia, el carácter abierto y amistoso (concretado en la relativización pluralista de todas las religiones y en la cercanía con la ciencia)
- El énfasis en las vivencias y en lo emocional, el individualismo, la salvación inmanente e inmediata, y la configuración según el mercado y el consumo.
Este último aspecto, aunque llame la atención, es precisamente la aportación más novedosa de los autores, que interpretan desde ahí la presencia multiespiritual y su penetración en la juventud, que es, entre otras cosas, una etapa de la vida en la que la construcción de la propia identidad –por contraste con lo demás– otorga un lugar fundamental al consumo y al tiempo libre.
Centros de nueva religiosidad
Aunque en su estudio no es numéricamente importante la presencia de jóvenes en centros de la nueva religiosidad, los investigadores entrevistaron a un grupo de estas edades constatando algunas líneas fundamentales:
El coqueteo como característica de su práctica religiosa, la actitud de evasión de la vida cotidiana, la relectura de la realidad y la importancia de temas como la energía, el autoconocimiento o el ascetismo, etc.
Además, incluyen en el libro los datos obtenidos de una encuesta realizada a adolescentes, donde se ve clara la popularidad de algunos elementos de orientalismo, medicinas alternativas y ecologismo entendido como culto a la naturaleza.
De hecho, todo el discurso de las espiritualidades alternativas se ha normalizado de una forma muy rápida, y así se asume sin problemas por parte de la población en general, y también por parte de los jóvenes.
Riesgo propios de la juventud
Factores de vulnerabilidad y situaciones de riesgo propios de la juventud
a) En primer lugar hay que hablar de las características propias de esta edad, en la que se va configurando la personalidad, se produce una importante maduración, se buscan referentes (y se rompe con otros anteriores), etc.
Además, hay una cierta inadaptación social connatural al período juvenil. Se dan episodios de desilusión ante la realidad, utopismo y rebeldía, ganas de cambiar el mundo, deseo de ir contracorriente y ser diferente, necesidad de identificarse y sobresalir en una sociedad anónima y gris, búsqueda de alternativas ideológicas y otras actitudes del estilo.
b) Hay algunos rasgos de personalidad determinados que influyen notablemente en la permeabilidad a la captación sectaria: carácter introvertido, solitario o depresivo; dificultades sociales, relacionales y de comunicación; inseguridad ante el futuro, confusión vital, inmadurez afectiva o autoestima baja.
c) También hay situaciones puntuales de crisis que afectan hondamente al joven, ligadas a experiencias que se viven de forma traumática en el ámbito que sea: afectivo, familiar, laboral, etc.
d) Es fundamental el papel de la familia, que puede favorecer o dificultar la acción de las sectas sobre sus miembros más jóvenes. Algunos rasgos negativos son su fragmentación, los extremos del rigorismo y la laxitud, la carencia de afecto, la debilidad de los vínculos, los malos tratos, etc.
e) La búsqueda de espiritualidad, sobre todo cuando no ha habido una normal socialización religiosa o está totalmente ausente, y la necesidad de trascendencia del ser humano, es un elemento fundamental a tener en cuenta, dado que el hombre es un ser religioso. Si esto no se ha llenado, siempre habrá quien quiera ocupar el hueco.
f) Junto a lo anterior hay que tener en cuenta, como un elemento añadido, la falta de cultura religiosa, que hace que los jóvenes no estén equipados de datos y criterios para el discernimiento de las ofertas que les llegan en el entorno de lo espiritual.
Esto, añadido al relativismo ambiental según el cual todo vale, y todas las creencias y opiniones merecen el mismo respeto.
g) Por último, hay que volver a señalar el interés por lo oculto y lo misterioso, que se constata en la popularidad que tienen algunos temas, productos audiovisuales y contenidos que siguen atrayendo a la población en general y al público joven en particular.
El engaño de ser dueños del propio destino
Después de todo lo dicho, puede parecer contradictorio que, por un lado, se afirme que los jóvenes rechazan en su mayoría una configuración institucional de lo religioso, tendiendo más bien al individualismo que elabora una “religión a la carta”.
Por otro lado, se prevenga contra el riesgo de que los mismos jóvenes sean más fácilmente captables por las sectas.
¿Personas tan celosas de su autonomía pueden caer en grupos que atentan contra su libertad y acaban manipulándolas en mayor o menor grado bajo la forma de patologías de la religión?
Parece contradictorio, pero no lo es en realidad
En primer lugar, porque la nueva religiosidad está tomando formas cada vez menos grupales –sociológicamente hablando–, y ya no se dan tantos casos de vida comunitaria, aislamiento físico en lugares recónditos o reclusión querida en el entorno cerrado de la secta.
Ahora el control de las personas se hace fácilmente sin excesivo contacto personal, a través de actividades puntuales, clases y talleres, lectura de libros, acceso a las doctrinas y prácticas espirituales por Internet…
Además, porque el engaño es el mismo de siempre, el más antiguo: el “seréis como Dios” del Génesis o el intento de robo del fuego divino del mítico Prometeo.
Los jóvenes, ansiosos de una libertad verdadera, son convencidos en el ámbito de las sectas y de la nueva religiosidad de que allí podrán vivirla en plenitud, de que serán dueños de su propio destino, cuando en realidad estarán poniendo su vida en manos de una doctrina irracional que en el fondo los esclaviza y aparta de su autorrealización y felicidad.
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