Los ángeles de la guarda existen, aunque no tengan alas, pelo rubio o la apariencia de no haber roto nunca un plato. Al examinar una anomalía estadística, un grupo de matemáticos rusos llegó a la conclusión de que en los barcos, trenes y aviones estrellados había menos pasajeros de lo normal.
Según un análisis matemático, los ángeles de la guarda existen
Cada vez que hay una catástrofe o un atentado, escuchamos la historia de pasajeros que se salvaron milagrosamente. A veces se debe a que devolvieron el billete en el último momento, otras veces a que bajaron antes, y en ocasiones a que llegaron milagrosamente tarde al aeropuerto, la estación de tren o el puerto.
¿Simple coincidencia, corazonada o prueba de la existencia de ángeles de la guarda?
Lejos de utilizar un método abstracto, un equipo de matemáticos rusos dirigido por Valeri Isakov afirma que un sencillo estudio estadístico demuestra que el ángel de la guarda, o como se le quiera llamar, actúa de forma admirable.
Este equipo de expertos ha estudiado un importante número de catástrofes anteriores y ha identificado una peculiar tendencia estadística: las rutas accidentadas siempre tienen menos pasajeros de lo habitual.
Como resultado, en los últimos 20 años, hubo un 18% más de clientes que cancelaron sus billetes en vuelos o rutas que posteriormente sufrieron accidentes que cuando todo iba según lo previsto.
Isakov confirma con este hallazgo la teoría del sociólogo estadounidense James Staunton, que en 1958 examinó más de 200 accidentes ferroviarios de los 30 años anteriores.
A diferencia de los trenes que no sufrieron ningún tipo de incidente, Staunton descubrió que, de media, los trenes que habían sufrido un accidente solo tenían el 61% de los asientos ocupados.
En otras palabras, había una diferencia nada despreciable del 15% de pasajeros que se salvaron de una muerte segura gracias a la intuición o a la intervención de un guardián.
Sistema de alarma interno
Stephen King, autor de novelas de terror de gran éxito, recurrió a su propia idea para explicar esta discrepancia estadística.
King afirmaba que algunas personas se despiertan ocasionalmente por lo que él denominaba “el sistema de alarma subconsciente”, que nuestros predecesores habían desarrollado más plenamente y utilizaban para protegerse de los peligros inminentes.
Esta “alerta” se atrofió cuando las amenazas a la seguridad del hombre disminuyeron.
El interés de King se despertó cuando descubrió que 16 pasajeros de un avión que luego se estrelló devolvieron sus billetes antes del vuelo y otros tres llegaron tarde, a pesar de que la media de billetes devueltos no suele superar la decena y el número de pasajeros que llegan tarde es esencialmente inexistente.
La creencia en la existencia de los ángeles
Es sumamente útil comprender lo que la fe cristiana y la Iglesia católica en particular creen con respecto a la existencia de los ángeles, en particular del ángel de la guarda, además del amplio estudio estadístico y el carácter escénico de las noticias.
Respecto a la presencia de los ángeles, el Catecismo de la Iglesia Católica, edición actualizada según la lengua latina oficial de 1997, dice lo siguiente
“La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición”
(Artículo 328).
Además, la misma escritura afirma específicamente lo siguiente con respecto al ángel de la guarda:
“Desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada por su custodia [la de los ángeles] y de su intercesión.
“Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida” [afirmación del Catecismo tomada de la obra Adversus Eunomium de San Basilio Magno]”
(Artículo 336).
Cada alma tiene su propio ángel
A lo largo de la Biblia encontramos que cada alma tiene su propio ángel tutelar. Así, Abraham al enviar a su administrador a buscar una esposa para Isaac, le dice:
“Él enviará su ángel delante de ti” (Génesis 24:7).
Se cree que el demonio pronunció el Salmo 19 ante Nuestro Señor (Mateo 4:6), y la propia Judith describió su valiente acto diciendo:
“Como el Señor vive, Su ángel ha sido mi guardián” (xiii, 20).
Estos pasajes y otros como estos (Génesis 16:6-32; Oseas 12:4; 1 Reyes 19:5; Hechos 12:7; Salmos 33:8), aunque no demuestran explícitamente la doctrina que afirma que cada persona tiene su ángel guardián, reciben su complemento en las palabras de nuestro Salvador:
“Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños, porque yo os digo que sus ángeles ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mateo, 18:10).
Estas afirmaciones sirven como ejemplo de lo que decía San Agustín: “Lo que está oculto en el Antiguo Testamento se aclara en el Nuevo Testamento”.
De hecho, el libro de Tobías enfatiza este punto más que ningún otro, y San Jerónimo añade a las palabras de Nuestro Señor dadas anteriormente al declarar que “todos reciben un ángel guardián desde el nacimiento, ya que la dignidad de cada alma es muy grande.”