Las personas que aspiran a la ley de Dios respetan su vida y la de su prójimo animal, también la del mundo vegetal y mineral. No matarán deliberadamente animales, tampoco los sacrificarán, ni profanarán el mundo vegetal y mineral.
Lo Bueno y lo Malo — Cada quien recibe lo que emite
El que está en la comunicación divina recibe de la corriente universal, en la que vive y en la que todas las formas de vida tienen su existencia.
Entonces su consciencia espiritual se habrá sumergido en el Océano Dios y estará en unión con las fuerzas del universo, que lo traspasan y a las que él traspasa. Los seres espirituales puros reciben toda la plenitud de Dios, puesto que viven en la ley de Dios y son la ley universal comprimida, Dios.
Todas las otras formas de vida, como seres de la naturaleza, animales, plantas, minerales y piedras reciben luz y fuerza de la corriente universal, Dios, según corresponda a su estado de consciencia espiritual.
Aquello que reciben, también lo irradian, hasta que motivados por el Dios creador realizan el siguiente paso de evolución. Una vez que las formas de vida han alcanzado otra ampliación de su consciencia, energías divinas fluyen de nuevo a través de ellas de forma incrementada.
De esta forma pueden irradiar otra vez más fuerzas espirituales, es decir dar, lo que significa emitir. De este modo se establece progresivamente la comunicación espiritual que es emitir y recibir.
Ley emitir y recibir
Correspondiendo a cada estado de consciencia, todas las formas de vida se comunican mediante la ley emitir y recibir.
También el hombre puede alcanzar la comunicación cósmico-divina a través de su alma madura, luminosa, cuando él transforma en luz y fuerza lo pecaminoso, aquello que carga el alma y tapa su consciencia divina.
Así logrará igualmente la comunicación con lo divino en todos los seres y hombres, en los animales, plantas y minerales. Conforme a esto percibirán entonces también a su entorno.
Lo puro emite a su vez pureza y recibe otra vez lo puro. De igual modo el hombre recibirá lo que emite, lo divino o lo no divino. Dios, la ley eterna, emite. El no rehuye las sombras humanas, limitándose y emitiendo sólo aquello que le es agradable al hombre, tampoco cuando éste se aparta de Dios.
Dios emite de forma ilimitada
El no conoce ni tiempo ni espacio. El traspasa el infinito y emite en y a través de los planos de purificación y hacia las almas que allí viven. El emite asimismo hacia y a través de la materia y hacia y a través de los hombres.
Dios emite a través de cada animalito, de cada planta, de cada piedra. Cada elemento está traspasado por la ley universal, Dios.
Según la ley eterna “todo traspasa todo”, todas las formas de vida puras se traspasan entre sí. Por ello para todas las formas de vida puras –a las cuales también pertenecen los animales, plantas, minerales y piedras- no existe limitación alguna.
Pues correspondiendo a su estado de consciencia acogen las fuerzas del universo y las emiten de nuevo de acuerdo con su nivel de consciencia.
Minerales y plantas todavía están sujetos a un lugar
En los animales empiezan a activarse las características para el libre albedrío. Por ello los animales, y especialmente los seres de la naturaleza pueden moverse libremente dentro del ámbito de la irradiación de su consciencia –es decir, tan lejos como irradien.
Cuanto mayor sea el potencial de partículas espirituales, tanto mayor alcance tendrá la irradiación del libre albedrío en los animales y en los seres de la naturaleza; de forma correspondiente es también su libertad de movimiento.
Los seres de la naturaleza, según sea el alcance de irradiación de su consciencia, se dirigen hacia los seres espirituales y están con los seres espirituales, para actuar con ellos en los jardines de Dios. También los animales que se mueven en los jardines de Dios están con los seres espirituales y los seres de la naturaleza.
Según su estado de desarrollo, es decir tan lejos como alcance la luz de su consciencia, están en comunicación con todas las formas de vida, que ellos ya han desarrollado como luz y fuerza, también con los seres espirituales, de los cuales pueden acoger y entender aquellos impulsos que ya están desarrollados en ellos.
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