La Virgen de la Candelaria del Socavón, más conocida como la Virgen del Socavón, es una advocación de la Virgen María que se venera en la ciudad de Oruro, Bolivia. Su fiesta se celebra el sábado de carnaval, es la patrona de los mineros, además declarada «Patrona del Folklore Nacional» por ley de 12 de febrero de 1994.
Leyendas de la Virgen del Socavón
Es venerada particularmente por los mineros, que le agradecen y le piden que no les falten las riquezas minerales en los socavones de las minas.
Cada año es visitada el sábado de carnaval por más de cuarenta mil bailarines, que después de haber recorrido más de cinco kilómetros bailando con fe y devoción, terminan pasando de rodillas delante de su imagen.
Su fiesta fue reconocido como «Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad» por la Unesco el 18 de mayo de 2001. Hay 3 leyendas que giran en torno a la Virgen y su devoción, estas son muy conocidas por los habitantes del estado, en especial por aquellos que viven en Oruro:
Leyenda La Ñusta
La leyenda mas antigua cuenta que antes de la conquista del pueblo de los Urus por parte de los Incas y aun mucho mas antes de la llegada de los españoles el dios llamado Tiw representado por Wari (dios de las profundidades y del volcán al que se le atribuía gran fuerza).
Se enteró que los urus habían decidido encaminar su vida al bien, adorar y rendir culto al dios de la luz, Wari con fuerte resoplido elevó columnas de humo y fuego por los cielos para afrentar la luz que provenía del sol.
Sin embargo, esta luz fue más fuerte y destruyó a las sombras, entonces decidió sembrar odio, maldad e intrigas en el corazón de los ingenuos urus, la pureza del alma iluminada por la luz de Inti (el sol), se tornó sombría.
Se volvieron hoscos y esquivos, tomaron los bríos de la sedición y se convirtieron en laikas y aisiris (nigromantes y brujos) para dañar al prójimo, en toda esta secuela de odios y perversidades, los preparó e instruyó el maligno Wari.
Así fue cómo fueron apareciendo gentes tullidas, ganados enfermos; se desencadenaron vientos helados, se precipitaron tormentas de granizo y una serie de desdichas, plagas, desastres y contrariedades. Los otros pueblos les temian por el daño que ellos hacían y cualquier desgracia se la atribuían a los urus regidos Wari.
Un día apareció una bella Ñusta (doncella buena y pura)
Los Urus notaron que ella venia de tierras extrañas ya que ella no se parecía a ninguno de ellos ni a alguna persona de los pueblos conocidos. Una bella aureola iluminaba a la Ñusta, que habló a los urus en una lengua desconocida.
A pesar de esto ellos le entendieron y recordaron el pasado de felicidad en que vivieron, en paz, sin odio, ni maldades, ni remordimientos. Ella les pidió la vuelta hacia la bondad y el amor.
Aquella dulce prédica era matizada con ejemplos y bellísimas parábolas e influyó en sus espíritus, esto los llevó a la promesa de ser buenos, volviendo a su luminoso pasado de bien y amor entre ellos y sus vecinos.
La luz asomó de nuevo a las mentes de los urus
Volvió otra vez a reinar la paz y retornó la tranquilidad a la comarca. Wari bramó de cólera despertando sus deseos de venganza. Para acabar con los urus con plagas destructoras envió desde sus lares una serpiente monstruosa y horrible, que vino del Sur a devorar a los Urus.
Espantados, la vieron todos y muchos creyeron llegada la hora del castigo para sus pasados males. La angustia se apoderó de las almas, pero alguien se acordó de la mujer que un día los exhortó al bien.
La bella Ñusta vestida de blanca saya de bayeta, blandiendo una resplandeciente espada, se encaminó por la llanura, mas por entre los cerros y barranqueríos la serpiente asomaba su cabeza.
Ante la muchedumbre atónita, aquella mujer, dividió en dos al monstruo que, retorciéndose, murió y fue petrificado por gracia de la Ñusta.
Wari envió otra plaga del lado Norte un gigante y barrigudo sapo
Que abriendo su enorme boca habría de engullirse a aquellos laikas que tanto uso habían hecho de él en sus brujeríos, avanzaba lento.
Otra vez, la Ñusta protectora de aquel pueblo, volvió a reaparecer misteriosamente y desde lo alto del cerro más próximo, hoy llamado Pie de Gallo, hizo girar sobre su cabeza una honda con una piedra que llegó justamente en la boca del monstruoso sapo que al instante quedó convertido en piedra.
Wari hizo temblar la tierra de rabia, y del este envió un gran lagarto que arrastrándose desde Japu y Murucucala, venía azotando los cerros con su enorme cola. El monstruo era el mas terrorífico. Nadie se opondría a su paso y ningún poder sería capaz de acabar con él.
Cerca de Cala-Cala la protectora Ñusta de ocultas fuerzas, salió al encuentro y con agilidad pudo dividir y separar el cuerpo de la cabeza de aquel gigantesco lagarto, con cuya sangre se fue formando una laguna. Su cuerpo, con las patas extendidas, quedó petrificado y mimetizado en los cerros que descienden hacia Cala-Cala.
Wari no se rindió e hizo brotar de la boca del lagarto una gran cantidad de hormigas que atacaron por el oeste. La Ñusta hizo girar su honda y las piedras, al llegar a las millones de hormigas, que se extendían en toda la planicie como un ejército dispuesto a acabar con los urus, se convirtieron en montículos de arena.
Al mismo tiempo, en la cabeza del lagarto clavó aquella mujer un madero cruzado por otro de brazos menores, que sirvió para ahuyentar para siempre a Wari, que desde entonces se ocultó derrotado en las entrañas de los cerros. Y la bella Ñusta simplemente desapareció en el resplandor de la luz.
Leyenda El Chiru-Chiru
A mediados del siglo XVII, en la ciudad de Oruro, vivía un pordiosero conocido como el «Chiru-Chiru». Esta denominación se debía a su sucia y enmarañada cabellera, que se asemejaba al nido de un ave andina de ese nombre y cuyo trino asemeja al decir de «¡chiru … chiru!».
Había algunos que también aseguraban que este mendigo hurtaba cosas que luego vendía para sobrevivir, mas la Virgen siempre le llamaba a la conciencia para que se convirtiera y cambiara.
El Chiru Chiru
Como todos los mendigos, agradecía por el pan, otras comidas y ropa que se le daba, pero su preferencia era por las velas. Un día, en su recorrido, el Chiru-Chiru llegó a la puerta de la casa de un español identificado sólo como don Pedro, que ofrecía un banquete a sus amistades, razón por la que no le dio la limosna solicitada.
El mendigo, como protesta, hizo tal escándalo con saña queforzó a don Pedro para que ordenase a sus criados que apalearan al pordiosero. Deseo que se cumplió dejando al Chiru-Chiru completamente maltrecho y tendido en la calle.
El Chiru-Chiru, con la ayuda de algunos vecinos, pudo ponerse de pie y encaminar sus pasos hacia el cerro «Pie de Gallo», donde había hecho su refugio en una ermita abandonada.
A los dos días del lamentable suceso, al notar que el pordiosero no salía a pedir su limosna, algunos vecinos de la zona cercana al Socavón, fueron a la ermita abandonada. Al ingresar a la ruinosa vivienda encontraron al Chiru-Chiru muerto.
En el mismo recinto, en una de las paredes, vieron la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, bellamente pintada, con el niño Jesús y todos los atributos a esta devoción.
Se dice que la gente cayó de rodillas ante la imagen. El velorio del cuerpo del Chiru-Chiru se hizo a los pies de la sagrada imagen y luego se le dio cristiana sepultura.
Desde entonces, casi clandestinamente, se elevaban plegarias y prendían velas a la después denominada Virgen del Socavón por parte de los vecinos y en especial de los mineros, quienes creían que la misma Virgen había socorrido al Chiru Chiru antes de que muriese.
Así, poco a poco, se dio inicio a una romería incesante, que dura siglos, y que continúa ininterrumpida hasta el presente.
Leyenda El Nina-Nina
El sacerdote Emeterio Villarroel relata los acontecimientos del sábado de Carnaval del año 1789: Ese día, en horas de la tarde, Anselmo Belarmino esbozado con su poncho y el sombrero muy calado, se dirige con rumbo al cerro Pie de Gallo.
Al llegar a una tapia de mediana elevación hizo lumbre con su resquero para prender una solitaria vela. Oró fervorosamente ante la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria.
En esos tiempos asolaba estas comarcas de la Villa de Oruro, un feroz bandido el «NINA NINA», que perpetraba robos con audacia y sangre fría. En las noches de terror crecía y el solo nombre de «Nina Nina» erizaba los cabellos.
Anselmo, después de orar en la abandonada capilla, se presentó en la tienda de víveres de la familia Choquiano, del barrio de Conchupata. En ese momento atendía la tienda la joven Lorenza, enamorada de Belarmino.
Serían las siete y media de la noche, cuando de una pareja que pasaba por la calle salió la exclamación «¡mi padre!». Sebastián Choquiano se dio cuenta que su hija se fugaba con Anselmo Belarmino, de quien había recibido informes muy preocupantes.
Sin pensarlo dos veces atacó al joven. En la lucha se escucho un «¡ay!» de dolor, el enamorado cayó mortalmente herido y padre e hija se alejaron apresuradamente del lugar.
Poco después, una hermosa joven golpeó la puerta del hospital, llevando al herido Anselmo Belarmino. Después de acomodarle en una cama, encargó al personal que llamaran a un sacerdote y desapareció misteriosamente.
Con la daga en el cuello Anselmo Belarmino se confesó ante don Carlos Borromeo Mantilla (párroco de Oruro). Aseguró haber sido socorrido por la Santisima Virgen,quien en persona le había auxiliado y traído hasta el hospital.
Anselmo tomando las manos del sacerdote admitió ser el «Nina Nina», y luego de confesar todo el daño hecho, pedir perdón a Dios y recibir la absolución, murió reconciliado con Dios, a los veintiséis años.
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