La gente decente se ha reunido antes del toque de queda de medianoche en todas partes, desde el mercado hasta el monasterio, desde la acequia real hasta la carretera de Iztapalapa. Las calles están vacías de almas vivas…
El eterno lamento de la Llorona
A las doce en punto, una mujer vestida de blanco entra desde el oeste, con el rostro oculto por un fino velo. Sin seguir una ruta fija, se mueve de una calle a otra, siempre en dirección a la Plaza Mayor. Allí lame la tierra mientras está de rodillas.
Algunos aseguran que flota, mientras que otros insisten en que no tiene rostro. Pero pocos la han visto realmente. La mayoría ha oído su patético gemido:
“Ay, mis hijos”
Y ya están hartos de ella. Parece que la Llorona ha viajado miles de kilómetros, de un extremo a otro del continente americano, llevando su pena. Según un sitio web de Estados Unidos dedicado exclusivamente a este conocido espíritu, hay unos 20.000.000 de personas que la consideran real.
Las Lloronas se encuentran desde México hasta Argentina
Tienen apariencia de mendigos en algunas localidades y de ángeles en otras. Su situación de fantasmas errantes que lamentan las trágicas muertes de sus hijos es lo que las distingue.
Después de la Virgen de Guadalupe y de «La Malinche», la joven azteca que se convirtió en amante de Hernán Cortez, ocupan el tercer lugar en el imaginario popular de México por su larga historia y significado.
En suelo mexicano, la Llorona ha sido objeto de canciones, al menos cuatro largometrajes, innumerables libros, ensayos y estudios antropológicos.
Diosa, mestiza e india
Hay varias historias que rodean la mitología de la Llorona en el propio México. Según una interpretación, es la diosa azteca Chihuacóatl, protectora de la raza.
Antes de la invasión española, se dice que una mujer vestida de blanco empezó a surgir con frecuencia sobre las aguas del lago de Texcoco y a merodear por las colinas, asustando a los habitantes de la gran Tenochtitlan. Se lamentaba:
«Ay, hijos míos, ¿a dónde los llevaré para que escapen de tan miserable destino?».
Los sacerdotes tomaron la decisión de consultar a los antiguos oráculos.
Medea mexicana
La diosa Chihuacóalt se aparecería para anunciar la desaparición del dominio azteca a manos de los hombres de Oriente, decían los antiguos. La aparición era la sexta señal de que la civilización estaba a punto de colapsar. En otro de los relatos más conocidos se habla de la Llorona como la «Medea mexicana».
Cuenta que, hacia el año 1500, una encantadora mestiza del Nuevo Mundo, hija de español e india, se enamoró de un apuesto capitán español y tuvo dos hijos como resultado. La mestiza despertó una pasión en el capitán que finalmente pareció apagarse.
La joven acabó enfadándose por haber sido abandonada y tomó la decisión de enfrentarse a su amante. Sin embargo, era demasiado tarde.
El capitán se casó en el ínterin con una joven española adinerada. La joven madre atacó a sus dos hijos pequeños en un ataque de ira. Al parecer, los mató con una cuchilla que el propio capitán le había regalado.
Corrió por la calle sollozando y gritando de dolor con las manos manchadas de sangre antes de ser detenida por las fuerzas del orden. La joven fue condenada a muerte por «garrote vil», un método de ejecución en el que se ata el cuello de la víctima con un «torniquete».
Por último, se afirma que la Llorona es la propia «La Malinche», de la que se dice que vaga en penitencia por haber traicionado su propia sangre.
Lloronas añadidas
La Llorona está vinculada a las corrientes de agua en otras naciones latinoamericanas, así como en algunas zonas de México. La Llorona está cubierta de lágrimas y está desaliñada en algunas zonas de Colombia. Es el fantasma de una madre soltera que, para ocultar su humillación, arrojó a su hijo al río.
Su lamento desconsolado es: «Aquí lo tiré, aquí lo tiré… ¿dónde lo encontraré?».
Algunos afirman que la joven se autoabortó, mientras que otros aseguran que los hijos de la despreciable murieron de sufrimiento.
La Llorona en Venezuela
La Llorona es una mujer de Venezuela que descubrió a través de rumores que su marido tenía una aventura con su propia madre. Esta Llorona asesinó a su madre y quemó su casa. Se olvidó de que sus hijos también estaban allí. Cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde.
Antes de morir su madre la maldijo a vagar por los siglos de los siglos, «siguiendo a los hombres por los caminos de la llanura, sin Dios y sin Santa María».
La Llorona en Argentina
La Llorona no tiene rostro en Argentina. Se presenta en las casas de la gente, llevando la muerte a los enfermos y la enfermedad a los sanos. Quien se encuentre con la Llorona tendrá mala suerte porque lleva el dolor de sus interminables lamentos a todas partes.