Estamos en verano en el hemisferio norte y por la noche las estrellas aprovechan para lucir su rutilante belleza porque se saben más contempladas que nunca.
Leyenda de Tanabata — Amor entre Vega y Altair
Dos de estas estrellas nos observan con especial interés, se trata de Vega y Altair, las protagonistas de una ancestral historia de amor que tiene por nombre la Leyenda de Tanabata, que se celebra en Japón, China y Corea.
Tanabata
Tanabata nos demuestra que la astronomía y el amor pueden ir de la mano. Tanabata significa «Noche del séptimo» y es también conocido como el Festival de la Estrella.
Se trata de un festival japonés originado en el Festival Qixi chino, y que celebra la reunión de las deidades Orihime y Hikoboshi, representadas por las estrellas Vega y Altair, respectivamente.
Según la leyenda, la Vía Láctea separa a estos amantes, y solo pueden reunirse una vez al año en el séptimo día del séptimo mes lunar del calendario lunisolar. La fecha de Tanabata varía según la región del país, pero las festividades son entre julio y agosto y pueden durar varios días.
El pastor de vacas y la niña tejedora
El Tanabata está inspirado en una famosa historia del folclore chino, “El pastor de vacas y la niña tejedora”. Algunas versiones de esta historia se incluyeron en Man’ysh, la colección más antigua existente de poesía japonesa, pero esta es la versión más popular del cuento..
Orihime (Princesa Tejedora) era una princesa de excepcional belleza, hija de Tenkou (Rey del Cielo, o el universo mismo), que cada día tejía hermosas prendas junto a la orilla del Amanogawa (Vía Láctea).
Las telas que confeccionaba eran el mayor orgullo de su padre y por eso ella trabajaba constantemente en su obra. Pero un día, cuando bajaba al río, Orihime se cruzó con Hikoboshi, un joven y apuesto pastor de bueyes.
El amor surgió rápidamente entre ambos y, aunque trataron de ocultarlo, pronto llegó a oído del padre de ella. Preocupado por la felicidad de su hija, el Rey del Cielo arregló el matrimonio entre Orihime e Hikoboshi. Sin embargo, una vez casados, su amor ocupaba todo el tiempo de los amantes y ambos descuidaron sus tareas.
Amanogawa
Orihime ya no tejía telas para Tenkou y Hikoboshi permitía que sus vacas se desviaran por todo el Cielo. Enfadado, Tenkou convirtió a los enamorados en estrellas y los separó a través del Amanogawa (Vía Láctea), prohibiéndoles encontrarse de nuevo.
Orihime se entristeció mucho por la pérdida de su esposo y le pidió desconsolada a su padre que se apiadara de ellos.
Finalmente, el Rey del Cielo se conmovió con las lágrimas de su hija y permitió que las dos se encontraran el séptimo día del séptimo mes si trabajaba duro y terminaba de tejer.
La primera vez que intentaron encontrarse, sin embargo, descubrieron que no podían cruzar el río porque no había puente. Orihime lloró tanto que apareció una bandada de urracas y prometieron hacer un puente con sus alas para poder ayudar a Hikoboshi a cruzar el río y reunirse con su amor.
Así sucede cada año, una sola noche en la que Orihime e Hikoboshi son libres para amarse antes de volver a sus obligaciones. Aunque se dice que si llueve en Tanabata, las urracas no pueden para extender sus alas como puente ir y los dos amantes deben esperar otro año para encontrarse.
No hay dos sin tres
Pero parece que en la historia de los amantes Orihime y Hikoboshi hay un tercer personaje olvidado. Y es que este mito habla de de dos estrellas, Vega y Altair, las dos más brillantes del cielo de verano.
Sin embargo, estos astros forman a su vez un asterismo con otra luminosa estrella llamada Deneb, formando lo que los astrónomos modernos denominan “El Triángulo de Verano”, que puede contemplarse fácilmente en el hemisferio norte durante esta estación.
En cualquier caso, esperamos que este año Orihime y Hikoboshi hayan podido reunirse de nuevo… Aunque sea una sola noche al año.
Relacionado
El pastor y la tejedora — Leyendas populares chinas