Bárbara era una mujer encantadora y muy inteligente
Como el matrimonio era un acuerdo típico, un negocio familiar más que se podía llevar a cabo, y si la chica era guapa e inteligente como Bárbara, era mucho mejor para los propósitos de su padre…
Un hombre materialista que siempre mantenía a Bárbara para casarla con un joven de excelente familia con el fin de lograr algún tipo de alianza que le ayudara a multiplicar su fortuna.
En aquella época, los padres ejercían un control absoluto sobre la vida de sus hijas. Según la leyenda, “Dioscoro” recibió la orden de servir a Roma participando un día en una campaña militar. Para tal viaje se requería una larga ausencia del hogar.
Su padre la mantuvo cautiva en una torre
Bárbara solo tenía 9 años, pero ya atraía a muchos pretendientes, muchos de los cuales su padre no aprobaba.
Teniendo en cuenta que los matrimonios eran habituales en la época entre los 10 y los 11 años, el padre se preguntó qué hacer con la niña. Al final decidió encerrarla en una torre que había sido construida específicamente para aislar a Bárbara y evitar que se casara mientras él estaba fuera.
Primero de los hombres, luego de los partidarios y adherentes del cristianismo, una religión que era despreciada por las clases acomodadas y las altas esferas del poder imperial.
El padre de Bárbara no consideraba el confinamiento de esta en la torre como una condena; más bien, la muchacha recibía todas las comodidades propias de la posición social de su familia.
La reclusión de las hijas por parte de sus padres -que por una u otra razón tenían que estar fuera de casa- era una práctica común entre la gente rica de aquella nación, cultura y época, es importante subrayar.
La torre de Bárbara
Cuatro niveles componían la torre de Bárbara, y estaban distribuidos de la siguiente manera:
El primer y el segundo piso estaban reservados exclusivamente para la muchacha, y el primero para los soldados y los sirvientes. Una plataforma de vigía desde la que los soldados encargados de la vigilancia de la torre mantenían una guardia constante.
La torre contaba originalmente con dos grandes ventanas que permitían la ventilación y dejaban pasar el sol en todo su esplendor, asegurando una temperatura fresca durante todo el año.
Su padre se preocupó de que recibiera una educación de primera categoría, por lo que contrató a los pedagogos más conocidos de la época para que le dieran clases particulares. Gracias a ellos, conoció las ideas de los mejores poetas, filósofos, historiadores y oradores de su época.
Dos acontecimientos significativos en su vida
A la ya joven Bárbara le ocurrieron dos acontecimientos importantes en su vida en medio de sus actividades académicas.
El primero fue la constatación de que la doctrina pagana, en la que había sido educada y que era la fe practicada y sostenida en su familia, era falsa, y el segundo fue su decisión de rechazar todo el sistema religioso.
Esta elección conlleva una serie de riesgos para ella, ya que las leyes de la época preveían castigos muy severos para los cristianos, pero la incipiente fe de la joven era tan fuerte que decidió seguir adelante a pesar de los peligros que corría al seguir sus creencias cristianas.
Bárbara estaba ansiosa por aprender más sobre el cristianismo, así que cuando tuvo los medios económicos para hacerlo, escribió a Alejandría, donde vivía el venerado sabio conocido como “Orígenes”, un gran doctor del cristianismo.
La joven le pidió que fuera a Turquía para que pudiera supervisar su educación cristiana encubierta, y le escribió una carta pidiéndole que lo hiciera.
Este profesor no pudo responder a la llamada, así que envió a su alumno “Valencio”, que fue recibido como su médico de cabecera al llegar y fue acogido con los brazos abiertos.
Con este personaje, Bárbara comenzó su investigación sobre la fe cristiana. Bárbara fue bautizada legítimamente, y este acontecimiento estuvo rodeado de hechos sorprendentes.
Según los historiadores, Juan el Bautista y el propio Jesús aparecieron allí como dos seres celestiales.
El primero la bautizó, y el segundo se dirigió a ella y le entregó un potente anillo, además de la palma.
Para honrar a la santa trinidad, Bárbara ordenó entonces a unos obreros que abrieran una tercera ventana en su torre…