El cielo brillaba aquella noche. Una estrella radiante indicaba un nuevo comienzo, y tres figuras legendarias ya estaban en camino para presenciarlo. Sin embargo, había una cuarta silueta que la historia olvidó, pero que la leyenda rusa recuerda con fervor. Cuatro, no tres, eran los Reyes Magos que decidieron embarcarse en una misión sin precedentes.
Más Allá de la Estrella: La Conmovedora Historia del Cuarto Rey Mago y su Peregrinaje de Amor
Con el desierto como telón de fondo y la estrella como guía, estos cuatro viajeros avanzaban con propósito. Oro, incienso y mirra eran los regalos conocidos, pero el cuarto Rey llevaba consigo vino y aceite, elementos vitales, cargados sobre sus fieles burros.
A diferencia de sus compañeros, que montaban sobre imponentes camellos, este cuarto Rey optó por la humildad de los burros. Pero fue precisamente esta elección la que lo llevó a cruzarse con un desventurado pastor en una noche tormentosa. Mientras los demás buscaban refugio tras los camellos, él ayudaba al anciano cuyas ovejas se habían dispersado por el vendaval.
El dilema era real: seguir a sus compañeros o ayudar al pastor. Sin embargo, la decisión fue clara: no podía dejar a ese hombre solo. Sacrificó tiempo, vino y aceite para reunir el rebaño del pastor.
Y así, mientras la estrella se alejaba, este Rey Mago se encontraba repetidamente con escenas que requerían su ayuda. Una madre con hijos pequeños y un marido enfermo; campos de cebada amenazados por pájaros y viento; cada vez que avanzaba, encontraba una razón para detenerse y extender una mano amiga. Su corazón le decía que estas detenciones eran necesarias. Pero con cada parada, la estrella se volvía más y más difusa.
Belén y Más Allá: La Inquebrantable Búsqueda del Rey Olvidado
Finalmente, llegó a Belén, sólo para encontrar desolación y luto. Las calles se llenaban de lamentos de madres que sostenían a sus hijos muertos en sus brazos. El cuarto Rey Mago intentó encontrar respuestas, pero sólo encontró más dolor. Y al oír que el Mesías había huido a Egipto, sintió que todo estaba perdido.
Sin embargo, no se rindió. Decidió seguir al Mesías, sin importar los obstáculos. Y en su camino a Egipto, se encontró con más personas que necesitaban su ayuda. A pesar de los constantes desvíos, seguía adelante, creyendo que finalmente encontraría al Mesías.
Después de 30 años de búsquedas y desencuentros, recibió noticias de que el Mesías había subido a Jerusalén. Emprendió el viaje con renovada esperanza, aunque su tesoro y sus fuerzas estaban casi agotados.
Ya cerca de Jerusalén, tuvo un encuentro que marcaría el final de su viaje. Encontró a un hombre herido, y decidió usar lo último que le quedaba para ayudarle. Dejó su último burro, sus últimas monedas y lo último de su vino y aceite para cuidar de ese desconocido.
Finalmente, llegó a Jerusalén, exhausto y desesperado, sólo para encontrar que había llegado tarde. El Mesías estaba siendo crucificado. Con lágrimas en los ojos, le pidió perdón al agonizante Jesús por no haber llegado a tiempo. Pero la respuesta que recibió fue una promesa de redención: «Hoy estarás conmigo en el paraíso.»
Esta es la leyenda del cuarto Rey Mago, el Rey que sacrificó todo por los demás. Su viaje nos recuerda la importancia de la compasión, la humildad y el amor incondicional.
La colaboración de Gnosis Corrientes Argentina ha hecho posible este artículo.