¿Cuántas veces sentimos que estamos perdiendo cosas, oportunidades, amigos o nuestros amores? Si esto ocurre, nuestro ego toma el control y nos sentimos infelices. Y cuando parece que hemos perdido algo, nuestro ego toma el control y nos hace sentir mal.
La vida no te quita cosas, te libera de ellas
¿Cómo es posible que un deseo perturbe nuestra tranquilidad, y cuántas veces sufrimos trágicos tormentos mentales por no poseer lo que creemos que necesitamos?
El deseo y el apego son los principales factores que conducen a la infelicidad. Los que nos hacen sentir como si estuviéramos constantemente necesitados de alguien o algo que nos haga sentir felices.
En nuestra prisa por alcanzar un determinado estado, nos perdemos el momento presente, en el que generalmente gozamos de buena salud, pero no somos conscientes de ello porque estamos demasiado preocupados por nuestro anhelo presente de algo que nos haga felices.
El deseo es la causa de esto.
Dejamos de disfrutar de las cosas o de las personas por nuestra necesidad de tenerlas cerca. En cambio, nos aferramos a lo que nos da felicidad y seguridad momentáneas, y cuando nos planteamos perderlo, nuestra vida se vuelve inestable.
Encaramos las cosas a nuestra medida
A veces, adoptamos las cosas -incluidas las personas- como propias, y cuando se van, el apego que hemos formado nos causa un gran sufrimiento. Es fundamental tener en cuenta que a menudo confundimos el apego y el deseo con el amor y el afecto, lo que puede provocar un debate.
El apego y el deseo son indicaciones de “quiero esto para ser feliz”, mientras que el amor es una emoción pura que no está limitada por el pensamiento y no tiene relación con la circunstancia, como por ejemplo: “Te quiero y quiero que seas feliz”, independientemente de la naturaleza de su conexión y del estado de la misma.
Se podría decir que el apego es el equivalente del ego al amor.
Apego y deseo
El deseo y el apego son el resultado de nuestra concepción errónea de la vida. Vemos las cosas de forma diferente a como las percibimos en realidad.
Podemos liberarnos del comportamiento reactivo que implica que nuestra felicidad depende de los acontecimientos externos si abordamos la vida desde la perspectiva del yo y nos damos cuenta de que, independientemente de las circunstancias, siempre estamos a cargo de cómo nos sentimos.
No necesitamos ningún factor externo para sentirnos bien.
Nuestra vida es un proceso de aprendizaje continuo en el que nos encontramos con personas, circunstancias y lecciones que están pensadas para nuestro beneficio (aunque la experiencia no sea agradable).
Cuando percibimos que la vida nos ha quitado algo, tendemos a perder la fe en el funcionamiento del universo. Sin embargo, la vida solo nos presenta nuevas oportunidades de aprendizaje y, si prestamos atención, tal vez podamos extraer lecciones de las circunstancias.
¿Cómo nos desligamos de nuestros deseos y ataduras?
Llegamos a comprender que ya poseemos todo lo que necesitamos para ser felices.
Comprendemos nuestra divinidad inherente y que no somos nuestro coche, nuestro trabajo de ingeniero, con quién estamos casados o cualquier otro aspecto de nuestra vida que pueda formar parte de lo que somos. La felicidad que perdura en el tiempo no puede encontrarse en esas cosas.
Es fácil identificar nuestros deseos y apegos porque son todo aquello que nos hace sentir ansiedad por tenerlo, porque tememos perderlo o anhelarlo de manera angustiosa. Y una vez reconocidos, trabajar en ellos es más sencillo.
Cuando vivimos de verdad el momento y lo disfrutamos, dejamos de preocuparnos por lo que pueda pasar en el futuro, celebrando nuestras preferencias sin un sentimiento de dependencia.
Valoración de uno mismo
El amor por uno mismo, el autoconocimiento, el autocuidado y una imagen positiva de uno mismo hacen que sea más sencillo amar la propia vida y a los que nos rodean sin preocuparnos por el futuro ni anhelar que ocurra algo. ¡Estamos liberados!
Conscientes de que somos lo único que existe fuera de nosotros mismos, que nada ni nadie nos pertenece, que los que nos rodean también son almas que aprenden a través de la experiencia, igual que nosotros, y que las posesiones materiales son temporales y solo sirven para mejorar nuestra vida.
Aplicar estos principios nos permitirá vivir en el presente, valorar nuestra vida sin complementos innecesarios y progresar hacia la verdadera felicidad libre de dependencia.
Evita sacrificar tu vida por algo que te será arrebatado
Confía en la vida; solo cuando tienes fe puedes dejar de lado tu intelecto y soltar tu conocimiento. Cuando tienes fe, se abre una gran puerta. Entonces, la vida ya no es como antes; ahora está abundantemente llena de Dios.
Te conviertes en uno con el infinito cuando tu corazón es puro y todas tus barreras han desaparecido. Tampoco te sientes engañado porque nada te puede ser quitado; por lo tanto, no hay razón para temer que te lo quiten. No hay posibilidad de que te lo quiten, y no puedes perder tu verdadero tesoro.
Osho
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