La Rueda del Año

Oestarraostara: Celebrando el Equinoccio de Primavera

21 de marzo marca un día significativo en el calendario pagano, conocido como Oestarra o el equinoccio de primavera. Aunque algunas Tradiciones no lo celebran, esta ocasión es una festividad llena de simbolismo y significado para muchas personas en todo el mundo.

La fecha exacta de Oestarra puede variar según la ubicación geográfica. Es una época para dar la bienvenida a la primavera y celebrar la fertilidad y el renacimiento de la naturaleza. Aunque en muchos lugares todavía hay nieve en el suelo, el deshielo ha comenzado y es evidente que el invierno está llegando a su fin.

Los wicanos celebran este día decorando huevos con pinturas, simbolizando la vida y la renovación.

El equinoccio de primavera marca un momento de equilibrio, en el que el día y la noche tienen una duración igual. Para algunas Tradiciones, esto representa el paso de la Diosa a su consorte, el Dios, o de la oscuridad a la luz. Siendo primavera, es apropiado celebrar con un festín de espárragos, verduras y otras plantas de la estación.

Mitológicamente, se cree que la Diosa se transforma de Anciana a Doncella en esta época del año, preparada para crecer junto a su hijo/consorte, el Dios Sol, que crece rápidamente como un niño fuerte y vital.

Conmemorar Oestarraostara es una forma de honrar el cambio de estaciones y la renovación de la naturaleza, un momento para celebrar la vida en todas sus formas y dar la bienvenida a la llegada de la primavera con alegría y gratitud.

Beltane: La Celebración Pagana de la Fertilidad

Cada año, el 30 de abril ó 1 de mayo, los wicanos de todo el mundo se preparan para celebrar Beltane, una de las festividades más importantes de su calendario. Con raíces en la mitología celta, Beltane marca el despertar sexual del Dios y la Diosa, simbolizando su llegada a la pubertad y la transformación de la Diosa de Doncella a Madre.

Históricamente, Beltane estaba ligada a la agricultura, marcando el momento en que se plantaban los cultivos y los animales se apareaban. Los campos eran bendecidos y las parejas acudían a los campos para hacer el amor, creyendo que así ayudaban al renacimiento de la fertilidad del suelo.

En las sociedades cazadoras, Beltane marcaba la transición de la caza a la recolección.

Hoy en día, los paganos celebran Beltane con banquetes de plantas primaverales, como espárragos y verduras frescas, adornados con flores recién cogidas que simbolizan la llegada de la nueva estación.

Algunos grupos organizan una lotería de Beltane para elegir una «Reina de Mayo» o un «Hombre Verde», quienes se convierten en los representantes vivos del Dios y la Diosa durante ese día, y a veces incluso por un período más prolongado.

Estos representantes actúan como asesores espirituales, profetizando para el grupo y guiando a sus miembros. Los puestos son considerados sagrados y solo pueden ser ocupados por iniciados. Además, se realizan intercambios de cestas como símbolo de fertilidad y buenos deseos para el verano que comienza.

Beltane es una época de alegría y celebración, cuando la primavera está en pleno apogeo y se pueden admirar los regalos del Dios y la Diosa en la abundancia de la naturaleza.

Es el comienzo oficial de la temporada de festivales al aire libre para la comunidad wicana y una oportunidad para conectarse con la tierra y celebrar la vida en su plenitud.

Litha: El Día más Largo del Año, una Celebración de la Cosecha y la Vida Nueva

El 21 de junio marca el solsticio de verano, el día más largo del año. En este momento, las primeras cosechas comienzan a ser recolectadas, y la vida en las sociedades agrícolas es tranquila y agradable. Los días son largos y calurosos, y el invierno es solo un recuerdo lejano. Según la mitología, la Diosa queda embarazada del Dios, y su barriga es el portador de una nueva vida.

Para las comunidades agrícolas, el solsticio de verano era un momento de celebración, aprovechando el intervalo entre la siembra y la cosecha. Las sociedades cazadoras, por su parte, construían nuevas armas y acumulaban provisiones para los días de caza en invierno. Este período también era ideal para tomarse vacaciones y participar en festivales.

Los wicanos, por ejemplo, celebran Litha con un festín de fresas, frutas y verduras. Aunque el 21 de junio es el día más largo del año, a partir de ahora las noches se volverán más largas y el invierno regresará. Algunas tradiciones consideran este día como el momento en que la Diosa se encuentra en su embarazo intermedio, correspondiente al ciclo del Dios. La Diosa como Madre se encuentra en su momento más glorioso durante Litha.

Lughnasadh: Una Celebración de Cosechas y Renacimiento

1 de agosto (o Lammas), una fecha marcada en el calendario para celebrar la obtención de los primeros frutos de la cosecha. Con platos tradicionales que incluyen cereales, frutas y verduras, se organiza un gran festín para honrar la generosidad de la tierra.

Los días se hacen más cortos y el invierno se vislumbra en el horizonte, recordándonos la efímera naturaleza de la vida.

Desde el punto de vista mitológico, algunas Tradiciones ven este período como la Muerte del Dios, un sacrificio voluntario que permite la supervivencia de la comunidad. Aunque el Dios muera, la Diosa se queda con el niño y la familia continúa su camino, un símbolo de renacimiento y continuidad en medio de la transición.

En las sociedades agrícolas, donde la cosecha es la más abundante en este momento del año, el Dios se transforma en el Dios Grano, una representación de la abundancia y la prosperidad que la naturaleza brinda. Mientras tanto, en las sociedades cazadoras, los jóvenes son iniciados en los misterios de la caza, preparándose para participar en las cacerías del invierno.

Para ello, se organizaban concursos y juegos destinados a evaluar y potenciar las habilidades para la caza. Estos juegos, conocidos como juegos de Lughnasadh, continúan siendo recreados en algunos grupos, donde los jóvenes pueden demostrar su destreza atlética y los mayores disfrutan del espectáculo, admirando la fuerza y habilidades del Dios.

Mabon: El Equinoccio de Otoño y la Celebración de la Muerte del Dios

El 21 de septiembre marca un momento especial en el calendario wicano, es el día de Mabon, también conocido como el equinoccio de otoño. En este día, la duración del día y de la noche se equiparan, señalando el tránsito del Dios a la Diosa, de la época de la luz a la época oscura.

Para muchas culturas paganas, este es un momento de reflexión y agradecimiento por la cosecha del grano, y simboliza la muerte del Dios, un sacrificio voluntario en la flor de la vida para que otros puedan vivir y crecer.

En algunas áreas, la celebración de Mabon está estrechamente relacionada con la recolección de los cultivos, marcando el final de la temporada de cosecha. Para las sociedades cazadoras, era el momento de tomar en serio la caza, su principal actividad. En el reino animal, también es un período energético, con muchas especies entrando en celo o preparándose para hibernar.

Los wicanos celebran este día con un festín, en el que los cereales, frutas y verduras son los protagonistas. Ofrecen los primeros y mejores frutos de la cosecha a sus Dioses como muestra de agradecimiento por la fertilidad concedida.

La Diosa, en su aspecto de viuda embarazada, representa la promesa de la vida que vendrá después de la oscuridad del invierno.

Para los wicanos, el tiempo es concebido como un ciclo sin fin, y la celebración de los Sabbats, como Mabon, se considera como «dar la vuelta a la Rueda«, ayudando a las estaciones a cumplir su ciclo natural. El siguiente Sabbat en el calendario wicano es Samhain, marcando el comienzo de un nuevo ciclo en la rueda del año.

Otros ciclos

El misterioso ciclo del Dios/Diosa, representado por la dualidad de la oscuridad y la luz, ha sido objeto de veneración a lo largo de la historia.

La Diosa, en su transformación de Doncella a Madre y luego a Anciana, simboliza el proceso de la vida misma, seguido por su renacimiento y renovación como Doncella.

Por otro lado, el ciclo de vida del Dios, desde su nacimiento hasta su madurez y su paso por el matrimonio, culmina en la muerte y el posterior renacimiento, perpetuando así el ciclo de la existencia.

Además, la fertilidad de la naturaleza también sigue un ciclo ininterrumpido, con las estaciones del año como testigos de su constante renacer.

Incluso la caza y la recolección, actividades ancestrales de la humanidad, siguen su propio ciclo en armonía con la naturaleza y sus ritmos.

Estos ciclos, en su eterno fluir, han sido reverenciados por culturas de todo el mundo, recordándonos la incesante danza de la vida y la muerte, la renovación y la transformación en un constante ciclo de la existencia.