A lo largo de los siglos, ser humilde ha sido una virtud. Hoy en día sigue siendo muy valorada, nos damos cuenta de ello cuando por ejemplo los dirigentes de un país hacen ejercicio de revisión y mejora; o con aquellas personas con las que nos relacionamos en el día a día, de manera más íntima.
La humildad no es simpleza, sino sencillez en la grandeza
Sin embargo, a algunas personas el éxito les hace cambiar y pervertir algunas de las cualidades por las que empezaron a tener reconocimiento de su alrededor.
Cabe preguntarse entonces, cuáles son las características que definen a las personas como humildes, no solo cuando se encuentran en una situación desfavorecida; sino también cuando alcanzan numerosos logros y pasan a vivir de una forma acomodada.
¿Cómo son las personas humildes?
Como rasgo más llamativo, son personas que se encuentran fuertemente comprometidas con algún aspecto de su vida.
No buscan el éxito, ni la fama, sino la gloria y el talento en lo que hacen; ya sea trabajando como escultora, como ama de casa o médico.
Buscan mejorar la vida de los demás sin vanagloriarse de ello, se centran en el proceso más que en el resultado, mostrándose receptivos a posibles cambios en el camino.
Sus indicaciones, mandatos u órdenes no están cargados de imposición; sino de autoridad abierta a la crítica y a la mejora.
Escuchan a los demás con interés
Sin menospreciar valoraciones según de quienes vengan. Desde un artesano a un político. Cada una de las opiniones son interesantes para entender algo en concreto o nutrirse de una visión más certera de la realidad que les rodea.
La exaltación del poder es algo alérgico para ellos, pues además de no buscarlo, consideran que su recompensa está implícita en un trabajo bien hecho, mucho más que en su reconocimiento público.
Saludan, conversan y se despiden
La amabilidad para ellos no es solo cortesía, sino una expresión de buena educación y comunicación con los que les rodean.
No emiten juicios a la ligera y son empáticos. Para ellos a veces las historias tienen más valor para cambiar el mundo que las normas.
Hacen pequeños actos todos los días que simplifican la vida de los que les rodea, sin ni tan siquiera avisar de que lo han hecho. Su manera de actuar es un fluir natural, sencillo y honesto.
Son congruentes con su vida privada y las ideas públicas que expresan
La hipocresía no entra dentro de su código de conducta. Para ellos, no es tan importante llegar a algún escalón muy alto, sino encontrar la manera de mantenerse en uno, aunque sea “más bajo” , pero desarrollando una actividad digna y útil.
Por tanto, practica la humildad, no tengas miedo de ser insignificante. Tendrás más impacto del que crees y más tranquilidad espiritual.
Si crees que un mosquito es demasiado pequeño para causar impacto, intenta dormir con uno en la habitación.
Te puede interesar
La falsa modestia
La falsa modestia no engaña a nadie. Esa mezcla de autopromoción enmascarada en una pátina de humildad, es percibida como todo lo contrario.