Había una hormiga que llegaba temprano a su trabajo todos los días y comenzaba su jornada inmediatamente, hacía todo con dedicación y excelencia. Era una hormiga muy productiva y estaba feliz con su función.
“Hormiga desmotivada”
Como la hormiga era muy dedicada, trabajaba por su cuenta. Un día, el león quien era su jefe se dio cuenta de que la hormiga trabajaba sin supervisión y pensó: “si ella era tan productiva sin supervisión, ¡imagínese entonces si estaba supervisada!”
Contrató a la cucaracha
Así pues, el león decide contratar a la cucaracha, quien tenía demostrada experiencia en supervisión y además era famosa por redactar unos fantásticos informes.
En su nuevo papel, la cucaracha se propuso como primer objetivo implantar un sistema de fichaje de entrada y salida de los empleados, con el fin de vigilar la presencia de los empleados.
Tan pronto acabó con el control de presencia, decidió buscar una secretaria que le ayudara a reunir los informes, organizara los documentos y contestara el teléfono, así que, tras varias entrevistas contrató a una araña.
Contrató a una araña
El león estaba encantado con los informes que producía la araña y le pidió que además añadiera gráficos a los informes para describir las tendencias y rangos de producción, así él podría usar los informes en las presentaciones del consejo de administración.
La cucaracha entonces decidió que necesitaba comprar un ordenador y una impresora láser para mejorar los informes de producción. En ese momento se dieron cuenta de que con el nuevo equipamiento deberían contratar a un “manager” de informática para mantener la impresora y el ordenador.
La hormiga entre tanto, que un día fue tan productiva y feliz, comenzó a sentirse agobiada por todos los datos e informes que le solicitaba la cucaracha y que ahora consumían muchísimo de su tiempo.
El león se percató de la situación y decidió que era el momento exacto para contratar a un jefe de departamento para el área donde trabajaba la hormiga, ya que estaba creciendo a un buen ritmo.
Contrató a la cigarra
Realizó un larguísimo proceso de selección y finalmente decidió contratar a la cigarra.
La cigarra, una vez se hizo cargo del departamento, necesito también un asistente que trajo de su anterior trabajo, la pulga, juntas elaboraron una estrategia de mejoras para el departamento y un control de presupuesto, en medio de este crecimiento abrupto estaba la hormiga que cada día se sentía más triste y desmotivada.
El gerente cigarra habló con el león para mostrarle que necesitaban invertir en un estudio de clima laboral.
Contrató a a la lechuza
Este estuvo de acuerdo, pero al analizar las finanzas se dio cuenta de que la unidad donde trabajaba la hormiga ya no rendía como antes, por lo que contrató a la lechuza, que era una consultora muy reconocida y famosa, para hacer un diagnóstico de la situación.
La lechuza trabajó en este diagnóstico durante tres meses, y en su extenso informe de conclusiones, afirmó que había mucha gente en la empresa.
Entonces, llegó el momento de despedir a alguien de la compañía, y ¿puedes adivinar quién fue elegido? Si fue la hormiga, por supuesto, porque a pesar de que había rendido mucho en el pasado, estaba desmotivada y no podía seguir el ritmo de la compañía.
Moraleja de la historia
El león, al darse cuenta que el trabajo de la hormiga era un éxito, se dejó llevar por la codicia y solo pensó en aumentar las ganancias, sin valorar a la empleada que había estado esforzándose desde el principio, dando lo mejor de sí misma en el trabajo.
Creó varios procesos y contrató nuevos animales, pero se olvidó de lo principal: cuidar e invertir en aquellos que hicieron crecer la empresa en primer lugar. La hormiga, sintiéndose desanimada e inhibida por tanta novedad, empezó a producir mucho menos y pronto fue “descartada”, como si ese fuera el problema.
Así sucede en la vida real
Sostenemos muchas relaciones y, en algún momento, comenzamos a descartar a las personas que están con nosotros desde el principio, solo por pensar en nuestro propio beneficio y de esta manera destruimos muchos vínculos olvidando que fueron ellos los que nos ayudaron a seguir adelante.
Analiza la parábola con detenimiento y piensa si hay alguna “hormiga desmotivada” en tu vida que está herida por tus actitudes. Si la hay, trata de encontrar la manera de mejorar el comportamiento y valora a aquellos que realmente contribuyen a tu crecimiento.