En un mundo donde la búsqueda de la felicidad parece ser eterna, existe un francés de 66 años, Matthieu Ricard, quien ha logrado alcanzar un estado de felicidad plena y duradera a través de la meditación.
Matthieu Ricard: El hombre Más Feliz del Mundo
A pesar de que compartimos la misma genética básica, lo que distingue a Ricard es su extraordinaria capacidad para la felicidad, una cualidad que ha sido validada y certificada por investigadores, otorgándole el apelativo de “el hombre más feliz del mundo”.
Los estudios realizados sobre el impacto de la meditación en el cerebro han arrojado luz sobre cómo prácticas consistentes pueden influir de manera significativa en nuestro bienestar.
Durante una investigación conducida por el neurocientífico Richard Davidson, de la Universidad de Wisconsin, Ricard fue sometido a pruebas con 256 sensores en su cráneo, revelando resultados sorprendentes.
Ondas gamma y la felicidad
Las ondas gamma, asociadas con la conciencia, la atención, el aprendizaje y la memoria, se presentaron en niveles nunca antes vistos en el cerebro de Ricard mientras meditaba.
Esta actividad cerebral excesiva en la corteza pre-frontal izquierda, en contraste con la derecha, indica una predisposición notable hacia la felicidad y una reducida inclinación hacia pensamientos negativos.
La meditación y su impacto transformador
La investigación en neuroplasticidad ha revelado que la meditación no solo ofrece un estado temporal de bienestar, sino que puede modificar estructuralmente el cerebro, generando cambios profundos y duraderos en quien practica.
Durante 12 años, Davidson y su equipo han investigado los efectos de la meditación en la atención, compasión y equilibrio emocional, observando resultados notables en individuos que dedicaron 20 minutos diarios a esta práctica, realizando hasta 50 mil rondas de meditación.
La conclusión de Davidson y sus colegas es reveladora: la meditación tiene el poder de remodelar nuestro cerebro, mejorando nuestra capacidad para experimentar felicidad. Esta investigación no solo subraya el potencial de la meditación para enriquecer nuestras vidas sino que también demuestra que, al igual que el ejercicio físico fortalece nuestros músculos, la meditación puede ser una herramienta poderosa para cultivar un bienestar duradero.
Historia de un hombre feliz
Hace cuatro décadas, Matthieu Ricard, dejó atrás el bullicio intelectual de París y emprendió un viaje hacia la India para sumergirse en el estudio del budismo.
Este cambio de rumbo lo llevó a convertirse en un monje budista de renombre en el monasterio de Shechen en Katmandú, India,y a establecerse como un erudito occidental respetado en esta filosofía, así como un confidente del Dalai Lama.
Su vida es un equilibrio entre la meditación en retiro, la participación en investigaciones científicas, viajes junto al Dalai Lama y la entrega de conferencias sobre ciencia. Ricard ha sido reconocido en Francia con la Orden Nacional del Mérito por sus esfuerzos en preservar la cultura del Himalaya, aunque su contribución más significativa podría ser su trabajo en la ciencia de la felicidad.
Consejos para ser feliz
Ricard ofrece una visión profunda sobre la meditación, explicando que, aunque los pensamientos incesantes son inevitables, la concentración en el aliento o en un sonido particular puede serenar la mente y proporcionar claridad.
Enfatiza que controlar la mente no limita la libertad; por el contrario, evita que seamos esclavos de nuestros pensamientos. Recomienda la atención plena como una técnica para vivir el presente y apartarse de las distracciones del pasado y el futuro.
El amor, un sentimiento que todo lo consume
Según Ricard, el amor es una experiencia intensa y efímera que, con práctica meditativa, puede extenderse y profundizarse. Compara la meditación con tocar el piano, donde la práctica constante amplifica sus efectos beneficiosos.
A través de la meditación regular, se pueden mitigar las emociones negativas y observar mejoras significativas en el estrés y el bienestar general, incluso notando cambios cerebrales tras un mes de práctica.
Ricard argumenta que dedicar 20 minutos al día a la meditación es una inversión valiosa, que mejora nuestra capacidad para afrontar los desafíos del resto del día.