La Casa de la Curva, El Palomar o, sencillamente, la casa encantada. Estos tres nombres recibe indistintamente el edificio más esotérico de San Vicente de la Barquera, que según la leyenda está habitado por unos cuantos espíritus.
La Casa Encantada de San Vicente de la Barquera, España
El más conocido o el más parrandero es el de una niña. Pero con ella vivirían al menos su madre, su abuelo, un sacerdote y otro espectro anónimo.
La historia responde bastante bien al género, porque apenas existen testimonios completos más allá de los de la investigadora que tras oír hablar de la antigua leyenda investigó el edificio y dijo haber hecho el hallazgo.
Pero aun así el runrun se ha extendido por el pueblo. Si se buscan más fuentes la historia se complica y se vuelve algo confusa, atropellada y a veces incluso contradictoria.
Habla entonces de unos vecinos que oían llorar a una niña durante la noche y de otros fenómeno. De portazos inexplicables y de farolas que se apagan a un hectómetro de distancia cuando uno se acerca a la casa con intenciones de hablar con ectoplasmas.
El caserón custodia la curva por la que se accede al Puente Nuevo, que comunica los dos núcleos urbanos de San Vicente y hoy en día sigue siendo una gran arteria del pueblo. Une su casco viejo con el ensanche, pero durante décadas fue algo más.
Hasta que en 1995 se concluyó la Autovía del Cantábrico era uno de los puentes que unían por la costa Asturias y Cantabria, una vía a menudo congestionada por la que los barquereños observaban estoicos el paso de interminables caravanas.
Durante esas décadas la zona vio unos cuantos accidentes
Siempre con El Palomar como testigo, pero más que cualquier fenómeno paranormal habría que buscar la explicación en la saturación del tráfico.
Hay incluso quien sostiene que durante la reforma de la casa se produjeron más accidentes en la presuntamente trágica curva, algo que pudo tener poco de metafísico y mucho de físico por posibles problemas de visibilidad, firme, distracciones, señalizaciones provisionales, invasión de la calzada…
Pero aun así la leyenda persistió
El edificio se presta a la leyenda: una vieja casa de piedra con un gran portón de madera, techumbre antigua y vigas que crujen.
Al parecer la casa estuvo habitada por el espíritu de una niña llamada Gloria que murió al caerse por las escaleras y se quedó allí junto a su familia, decidida a acompañarla para siempre. O por una buena temporada, porque en los últimos años no ha tenido a bien manifestarse en nuestra dimensión.
Ni siquiera la investigadora que alertó de su presencia ha podido localizarla ya con su medidor de biomasa, uno de esos cacharros dignos de los cazafantasmas que se utilizan para identificar a los ídem (a los espectros, no a sus cazadores).
La mayoría los vecinos trata de aportar algo de cordura y ve el edificio como uno más, pero algo está ya claro: parece difícil que El Palomar se quite ya de encima el apellido de casa encantada. Los barquereños lo tienen muy claro: allí no pasa nada extraño, pero todos han oído hablar de los fantasmas de la casa de la curva.
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