Desde tiempos remotos, chamanes, brujos, profetas, augures, eremitas, ermitaños, maestros zen, gurús de la India, filósofos, sufíes, sabios, intelectuales, pensadores, estudiosos, monjes, santones, ascetas, místicos y en definitiva, muchos de los que pusieron su atención en el cultivo del espíritu..
Reflexiones desde el Hotel Molino de Santillán, Málaga — España
Intuyeron que la independencia del individuo se lograba con el desapego de pensamientos y sensaciones, a través de la intuición y observando las leyes de la naturaleza sin intermediarios o en otros casos, mediante liturgias ceremoniales.
Afirmaron que se podía «alcanzar la iluminación», a la que llamaron de distinta manera según su tradición. Fundaron religiones, filosofías o corrientes espirituales.
Todos ellos nos siguen influyendo y lo que es más importante, han creado distintas escuelas que divergen o convergen siguiendo los avatares históricos.
«Escucharse a uno mismo»
Puede ser una frase que sintetice en parte las distintas técnicas meditativas o contemplativas. Quienes han practicado esa contemplación -algo que viene sucediendo desde la Antigüedad- han elevado el espíritu y también los aspectos físicos de ellos mismos. No es una constatación simplemente mística, sino científica.
La historia no sólo compila ejemplos de personajes que eligen libremente una vida apartada —a menudo dedicada a poco más que la contemplación y la meditación—, sino que muchos de estos personajes fundaron, después de su cultivo interior en solitario, filosofías de vida y religiones todavía vigentes en el mundo.
El retiro
Entendido como herramienta de cultivo del pensamiento, es reivindicado de nuevo en la era en la que estamos inmersos actualmente, una época en la que sufrimos sobrecarga informativa junto al dominio de las teorías del «Nuevo Pensamiento Grupal», que sostienen que la colaboración «per se» es beneficiosa para la perfección humana.
Algo que personalmente me atrevo a cuestionar.
El retiro voluntario puede ser un método de concentración útil para desprenderse de las constantes interrupciones que bloquean el avance de una tarea, o el crecimiento de una idea o proyecto, a menudo surgidos del trabajo solitario.
Pero también para tratar las «enfermedades del alma», para detenernos y «plantarnos» ante nosotros mismos, ante nuestros temores, nuestras angustias, nuestros desequilibrios.
Y todo ello, sin interrupciones externas
Hemos entrado en una especie de cultura de las interrupciones. Y creo que poco se alerta sobre sus peligros. La telefonía móvil; los mensajes de texto e imágenes de los smartphones, dispositivos que nos acompaña las 24 horas.
Facebook, Twitter, YouTube y toda una pléyade de sistemas de comunicación que nos altera de continuo; pero también —para demostrar que todo ello no es algo generacional—, la televisión, la radio, los periódicos, las revistas…, son en último término, una mera escusa elaborada para evadirse de uno mismo.
Pensar de un modo fluido
El primer paso para pensar de un modo fluido es aprender a estar a solas con nuestro pensamiento.
Los que libremente han indagado las fronteras de la soledad y el silencio sea por motivos materiales —llevar a cabo un trabajo— o por motivos espirituales, explican sus experiencias con distintos tipos y grados de ascetismo, meditación, contemplación y anacoretismo.
La vida eremítica de algunos filósofos mendicantes griegos —los cínicos y en menor medida, los estoicos—; los primeros ermitaños Abrahámicos —personajes bíblicos—, o el gnosticismo, en el cristianismo; el sufismo místico en el Islam; la cábala meditativa hebrea; las religiones orientales —Buda, Lao Tsé y los maestros hindús como fundadores del budismo, taoísmo e hinduísmo respectivamente—, son ejemplos extremos de la necesidad humana de cultivar el interior y la iluminación espiritual.
Pero… ¿hace falta subir a una montaña y permanecer allí apartado —método recurrente en las Escrituras de varias religiones—, vivir dentro de una tinaja —como hizo Diógenes de Sinope—, o recluirse en un monasterio occidental u oriental para lograr los beneficios de una vida sencilla, en armonía con la naturaleza, dedicada a la contemplación y el cultivo espiritual?
Ascetismo postmoderno
En la actualidad, consciente o inconscientemente, muchos practican una especie de «ascetismo postmoderno», de eremitismo en medio de la vorágine del mundo actual.
En este caso no se lleva a cabo una reclusión, a la manera del arquetipo del ermitaño, sino que se adoptan valores filosóficos próximos a la doctrina herética cristiana del gnosticismo: filosofía griega pura y dura —estoicismo y neoplatonismo—.
Poner en práctica una filosofía de vida que consiste, a groso modo, en aprender a vivir bien practicando la mesura y de acuerdo con la naturaleza. Algo que también promueve el budismo zen.
En una sociedad que prioriza la recompensa fácil y a corto plazo, un creciente número de personas deciden dar el paso y buscar su propio camino espiritual.
Pero sea cual sea la rama filosófica o confesión religiosa abrazada, lo que se persigue en síntesis es lograr el bienestar —o más allá, la iluminación o la experiencia mística a través del desapego entre pensamientos y sensaciones—.
Cuando se alcanza la capacidad para concentrarse y sacar el máximo partido del momento, consiguiendo el desapego entre pensamientos y sensaciones, se puede obtener un pleno estado de paz incluso en la oficina, en un autobús o en el aeropuerto.
Acercarnos a la vida y el legado de grandes maestros, puede ser una forma de entender todo lo expuesto. Mencionemos a algunos.
Buda Siddhartha Gautama
Figura sagrada para dos de las principales religiones del mundo, budismo e hinduísmo y arquetipo de ermitaño iluminado, abandonó una vida acomodada para buscar la iluminación espiritual, acontecimiento simbólicamente acaecido bajo un Bodhi —árbol de la sabiduría—.
Lao-Tsé, junto a Confucio, es el filósofo más relevante de la civilización china, y autor del Tao Te Ching, una de las obras cumbre de la filosofía universal.
Prisciliano
Hereje que dio al gnosticismo un nuevo impulso fusionando la energía pagana del panteísmo celta con el cristianismo primitivo, practicó la meditación y el retiro en bosques y cuevas, indagando en la contemplación espiritual.
Francisco de Asís, que huyó de lo terrenal practicando una vida sencilla y austera que le convirtieron en un estoico católico viviendo bajo estricta pobreza y practicando la meditación y observancia de Los Evangelios.
Pero no pretendamos lo imposible e innecesario
El común de los mortales no precisa llegar a extremos tales, pero sí inspirarse en los senderos ya trazados por estos —y otros muchos— maestros espirituales.
Puede que baste con pequeños retiros meditativos para poner algo —o mucho— de armonía en nuestras agitadas y compulsivas vidas.
Contamos, por ejemplo, con instalaciones hoteleras, como es el caso de Hotel Molino de Santillán, que por estar ubicadas en entornos adecuados y poseer una orientación hacia este tipo de terapias, ofrecen la posibilidad de iniciarse o profundizar en las técnicas de meditación a través del silencio, la quietud interior y la plenitud de lo espiritual.
El Hotel Molino de Santillan ha hospedado retiros de Eckhart Tolle, Lamas Tibetanos, Retiros de Meditación con Avihay Abohavy y un sinfín de propuestas que continuamente se incrementan y que cuentan con una gran demanda.
Ubicado en un lugar privilegiado entre las montañas, a pocos minutos del mar y con vistas espectaculares, puede ser un lugar perfecto, si no para alcanzar la iluminación, al menos para retirarnos unos días y acudir a un encuentro con nosotros mismos.
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Hotel Molino de Santillán Autor: Manuel Medina Escritor y Viajero | viajaratope.com